El elemento más simbólico de la comarca pacense de La Siberia, en Extremadura, atrae estos días la mirada de más curiosos de lo habitual. El cerro Masatrigo, de unos 400 metros de altura, acoge en su base la rotonda más grande de Europa y la más bella por el abrumador paisaje que la rodea.
El encanto de este enclave, perteneciente a Esparragosa de Lares (Badajoz, 883 habitantes) y bañado por las aguas del embalse de La Serena, a su vez uno de los más grandes del continente, ya era de sobra conocido. Pero ahora las miradas no solo se dirigen a su perfecta forma cónica, parecida a la de un volcán o incluso a la de una pirámide, pero en este caso natural. En su pie hay una carretera (EX-322) de un solo sentido que la rodea por completo para hacer el recorrido entre las localidades de Esparragosa de Lares y Cabeza del Buey y es considerada la rotonda más grande del continente gracias a sus 1,3 kilómetros. Ha sido el escenario escogido para anuncios de televisión, precisamente de coches, y la Vuelta a España dejó imágenes para el recuerdo en el verano de 2021.
Eso en su base porque desde su cima, perfectamente accesible, la vista se pierde en un mar de agua dulce y en la inmensidad de la dehesa extremeña, no muy lejos de las provincias de Cáceres, Toledo y Ciudad Real , en una comarca remota que lucha desde mediados del siglo XX contra la despoblación. Para no perder detalle, Masatrigo cuenta con dos rutas senderistas, aunque también son aptas para el ciclismo de montaña: una circular que sube poco a poco a lo largo de 2,5 kilómetros, y la otra es de subida directa por su máxima pendiente pero de escasa dificultad. La carretera dispone de varios apartaderos para estacionar vehículos debido a su interés paisajístico.
El mayor impacto paisajístico
“Este cerro es algo muy especial para todos los que vivimos en La Siberia y hace 30 años, antes de que se convirtiera prácticamente en una isla por el embalse, estaba impoluto. Esa carretera que lo circunda es el mayor impacto paisajístico que ha sufrido, ojalá no la tuviera”, lamenta Antonio Gentil, un biólogo que ha impulsado la declaración de Masatrigo como Monumento Natural de Extremadura, aunque habrá que esperar algunas semanas para que la Junta acabe con los trámites.
En la documentación aportada por Gentil a la Consejería para la Transición Ecológica se menciona su “singular formación geológica” y se reconoce como un “hito paisajístico su geometría cónica muy llamativa”. Todo esto queda recogido en el borrador del decreto que ultima el Gobierno autonómico. En él se destaca su flora y fauna porque el Cerro Masatrigo está incluido en la Red Natura 2000 y es Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
Pero además la Junta alude a cuestiones históricas “significativas”. Algunos historiadores apuntan a que los templarios se asentaron en la cercana Sierra de Lares, donde rehabilitaron una fortaleza árabe, por su proximidad al cerro, al que consideraron una 'montaña mágica'.
Gentil incluso recopila varias posibilidades sobre el origen del nombre: podría estar relacionado con el término amaçatrigo, piedra de molino en gallego, por su parecido morfológico con la misma, o significar “masa o montón de trigo” que adquiere forma cónica. Otra posibilidad es que la existencia de un molino harinero en el río Guadalemar, en la falda del cerro, ahora inundado por las aguas del embalse, podría haber dado nombre al monte. Pero la creencia popular alude a que el nombre podría deberse a una derivación de la expresión “más altivo”, al ser dominante en el valle del Zújar, siendo el cerro más destacado y visible de la zona. Como curiosidad, en la geografía española existen otros dos cerros con el nombre Masatrigo y una morfología similar, en las provincias de Córdoba y Cuenca, pero ninguno con la perfección de la montaña extremeña, asegura Gentil.
Protección frente a las agresiones
La declaración como Monumento Natural de Extremadura conlleva una protección especial, que asegurará no solo su integridad estructural, sino también su conservación y permitirá desarrollar actuaciones dirigidas a su conocimiento y aprovechamiento como recurso de educación ambiental y turístico. Y es que no han sido pocas las agresiones que ha sufrido el cerro, aunque algunas se han quedado solo en intentos. Por ejemplo, a finales de los años 80, durante la construcción del embalse de la Serena, “a algún ingeniero iluminado”, explica Gentil, se le ocurrió allanar la cumbre, que acaba en pico, para construir un mirador con restaurante, una zona recreativa y aparcamientos, “pero afortunadamente el proyecto no se ejecutó seguramente por falta de financiación”.
Ya en los años 90, la Confederación Hidrográfica del Guadiana, propietaria de los terrenos tras su expropiación para la construcción del embalse, plantó pinos piñoneros, que no es una especie autóctona en la zona, y creó pistas circulares en la ladera del cerro creando anillos. Según recuerda el biólogo Antonio Gentil, en 1994 “se intentó corregir esta actuación pero fue un desastre”.
De cualquier forma, los vecinos de La Siberia seguirán preservando como hasta ahora un espacio emblemático aunque con la esperanza de que la declaración como Monumento Natural y la publicidad conseguida por la rotonda que circunvala el Cerro Masatrigo se traduzcan en más visitantes y en oportunidades de desarrollo sostenible que revitalicen una de las comarcas más bellas de Extremadura.