El pasado 19 de marzo la Asamblea de Extremadura aprobaba la Ley de Igualdad Social de Gais, Lesbianas, Bisexuales, Transexuales, Transgéneros e Intersexuales más avanzada de España. Una ley que quiere poner punto y final a toda forma de homofobia y transfobia y garantizar que, ni en materia educativa, ni sanitaria, ni laboral una persona pueda ser discriminada por su orientación sexual o su identidad de género.
Por primera vez el Partido Popular unía sus votos junto a Izquierda Unida y Partido Socialista para aprobar una Ley de Derechos Sociales, el mismo Partido Popular que a nivel nacional ha restringido el derecho de las lesbianas para ser madres o llevó al constitucional el matrimonio igualitario. La homofobia que ha caracterizado a los dirigentes del Partido Popular desde hace ya demasiado tiempo parece que empieza a superarse desde esta tierra; una región, por cierto, que fue de las últimas en contar con organizaciones LGBTI y donde la emigración sentimental, el exilio para poder ser uno mismo – de gais y lesbianas y transexuales – era el pan de cada día… Una comunidad, en fin, que albergó una cárcel en Badajoz con módulo específico destinado a los “sodomitas activos” – tal y como rezaba la propaganda del régimen franquista -
¿Buena voluntad del Partido Popular? ¿Triunfo de la razón? ¿Simple apuesta por la humanidad? Tal vez. Pero, sobre todo, el triunfo del activismo. Que 65 diputados pulsaran el botón del sí a favor de una ley pionera, una ley, además, escrita, concebida y desarrollada desde el lenguaje LGBTI, solo puede explicarse gracias al trabajo y el esfuerzo del activismo LGBTI extremeño. El pasado 19 de marzo ganó el activismo, volvió a evidenciarse la importancia de organizarse y luchar por nuestros derechos.
Con ser muy relevantes los discursos del pasado 19 de marzo – sin ir más lejos uno de los autores de este artículo tuvo el privilegio de poder dirigirse a la ciudadanía ese histórico día desde la Tribuna – la imagen más potente del Pleno radicó en la Tribuna de Invitados de la Asamblea de Extremadura: todas las sillas ocupadas por activistas LGBTI, por hombres y mujeres de Fundación Triángulo, Extremadura Entiende y ALEAS-IU. Allí estaban mujeres que, como Encarna y Paulina, tuvieron que huir de Extremadura y ese día ¡qué momento!¡cuánta emoción contenida! podían volver a acompañarnos levantando su mirada con dignidad y entereza. Dos activistas lesbianas, por cierto. Allí, en aquella Tribuna, en espacio tan solemne, pudimos ver como se desplegaban las banderas arcoíris mientras todos los diputados, en pie, aplaudían (y lo hacían mirando a la Tribuna, a los protagonistas del momento, los hombres y mujeres de las organizaciones sociales) y allí, también con solemnidad, con belleza, sin miedo, sin recelos, hombres y mujeres pudieron besarse para celebrar una Ley que es hija del activismo.
En ese día mágico, donde todos los detalles son importantes y donde todo gesto adquiere categoría de símbolo, no podemos dejar de señalar los besos, los abrazos, las banderas, las lágrimas, los cánticos y los aplausos de tantos hombres y mujeres que llevan años luchando contra la discriminación y que, hasta hace 30 no tenían más futuro que el exilio y hace 40 podían terminar con sus huesos en el Baluarte de Pardaleras, la cárcel de Badajoz.
Sirvan, pues, estas líneas para agradecer el trabajo y el esfuerzo de las organizaciones LGBTI de Extremadura para lograr el hito de incorporar a todos los diputados a la defensa de los derechos humanos sin exclusión por razón de orientación sexual o de identidad de género y sirvan también estas palabras escritas para realizar la imprescindible y necesaria apología del activismo social: desde San Francisco en los años 60 hasta la aprobación de esta Ley, pasando por la conquista del derecho al matrimonio, todos y cada uno de los escalones que hemos ido subiendo en busca de la ansiada igualdad ¡del horizonte de la ansiada igualdad real! han sido superados gracias al esfuerzo colectivo y activista. Más aún, el día que dejemos de participar es probable que empecemos a descender escalones.