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10 cosas que no todo el mundo sabe sobre Alberto Núñez Feijóo

Alberto Núñez Feijóo sujeta una manguera en un incendio en Meis (Pontevedra) en agosto de 2006.

Gonzalo Cortizo

16 de abril de 2022 06:00 h

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Alberto Núñez Feijóo es un desconocido íntimo para multitud de españoles. Tras cuatro mayorías absolutas consecutivas en Galicia, su currículum esconde episodios a veces olvidados para la mayoría. De sus inicios como sindicalista en la función pública apenas quedan registros. Como tampoco se sabe mucho de la época en la que con 21 años acudía por primera vez para votar en unas elecciones en las que eligió, ha asegurado varias veces, la papeleta del Partido Socialista de Felipe González.

Su prima Eloína Núñez y su hermana Micaela han rozado la polémica en varias ocasiones. La primera forma parte de la dirección del PP gallego y dirige con mano de hierro la sanidad en el Área de Santiago de Compostela. La segunda dirige la sección noroeste del Grupo Eulen, una empresa con contratos millonarios con muchas administraciones, entre ellas la que todavía encabeza su propio hermano.

Para la memoria queda aquella imagen suya aferrado a una manguera de jardín con la que Feijóo demostró el tipo de opositor que es capaz de llegar a ser, en medio de la ola de incendios de 2006, la más violenta que recuerda Galicia. Implacable en ocasiones, apenas nadie recuerda la vez que tuvo que cortarle la cabeza a su fichaje estrella para las elecciones de 2009 después de que un periodista descubriese que cobraba dinero en bancos extranjeros y no estaba al día con Hacienda.

Ahijado político de José Manuel Romay Beccaría, Feijóo no responde al perfil del Opus Dei que se le supone al veterano político que llegó a presidir el Consejo de Estado. Padre de un hijo sin mediar matrimonio, en muchas ocasiones se le ha tildado como soltero de oro. En ese perfil de galán que cultivó durante un tiempo también ha habido algún traspiés, como el que protagonizó en 2010 cuando intentó insinuarse a una joven actriz durante un acto con miembros de Nuevas Generaciones. Los presentes acabaron llamándole “payaso” y “sinvergüenza”.

Uno: su pasado sindicalista

Su primer acercamiento a las moquetas que cubren los despachos nobles de la sede de la Xunta le pilló del lado del sindicalismo. Corría el mes de mayo del año 1988. Alberto Núñez Feijóo era entonces el secretario de AFICA, un sindicato de funcionarios que acababa de convocar una huelga para pedir mejoras laborales para el personal interino. En el Parlamento se debatía esos días la nueva Ley de Función Pública y la víspera de la votación Feijóo decidió encerrarse en la Xunta. Le acompañaban otros compañeros de la lucha sindical de aquellos tiempos. Uno de ellos era Carlos Negreira, que años después sería alcalde de A Coruña por el Partido Popular. Aquella noche Negreira y Feijóo durmieron sobre esa moqueta a la que volverían muchas veces más pero ya con mando en plaza.

Dos: votó a Felipe González en 1982 y en 1986

Con 21 años recién cumplidos Alberto Núñez Feijóo acudió a su colegio electoral para votar en unas elecciones generales por primera vez. Aquellos comicios se celebraron el 28 de octubre de 1982 y Felipe González Márquez era el candidato del Partido Socialista, a quien todas las encuestas previas dibujaban como el caballo ganador. Feijóo apostó por ese caballo y volvería a hacerlo cuatro años más tarde en 1986. Él mismo reconoce su pasado filosocialista y acostumbra a contar la anécdota en entrevistas con la intención de cimentar una imagen de persona no sectaria. En una entrevista con Jordi Évole, previa a las elecciones de 2020, volvió a contarlo e hizo suyo un manido tópico político: “Si uno con 20 años no es de izquierdas es que no tiene corazón y si no es de derechas con 40 es que no tiene cabeza”.

Tres: aupado por el escándalo

Al igual que le sucedió en Madrid, en Galicia Feijóo pudo medrar gracias a un escándalo en el que las empresas de las familias del PP obtuvieron beneficios en tiempos de crisis. Fue a principios de 2003, pocos meses después del accidente del petrolero Prestige frente a las costas de Galicia. En enero de ese año la Cadena Ser desveló que las empresas familiares del conselleiro Xosé Cuíña habían vendido miles de trajes y palas a la Xunta para la recogida de chapapote en las playas. La venta se hizo a través de empresas interpuestas y la noticia supuso la caída en desgracia de Cuíña y el final a sus planes para sustituir a Manuel Fraga. Cuíña presentó su dimisión y ahí estaba Feijóo para quedarse con su silla en la consellería de Obras Públicas y en la carrera sucesoria.

La diferencia con el caso del hermano de Isabel Díaz Ayuso es que en 2003 Feijóo consiguió beneficiarse del escándalo participando de la cacería política de su responsable. Para llegar a la dirección del PP hizo lo contrario: el denunciante de las irregularidades, Pablo Casado, era la presa y su puesto el premio por minimizar un posible caso de corrupción en la familia del Partido Popular.

Cuatro: un padrino, un narco y el Opus Dei

A Alberto Núñez Feijóo no se le puede explicar sin hablar de José Manuel Romay Beccaría, su mentor político. Romay le impulsó a sus primeros puestos de importancia, de inicio como número dos en la consellería de Sanidade y después, ya en Madrid, como presidente del Insalud en los tiempos en los que Romay era el ministro de sanidad.

Durante el congreso que el Partido Popular celebró en Sevilla a principios de abril, Feijóo decidió reservarle a Romay un puesto de vocal en el Comité Ejecutivo Nacional de la formación política. A sus 90 años, el político que medró en los despachos de la dictadura franquista vuelve a la primera línea del PP.

Casado y con cinco hijos, a Romay siempre se le ha vinculado con el Opus Dei. Algunos en el PP le apodan “el obispo”. Sin embargo, a la hora de elegir un pupilo a quien tutelar se fijó en un hombre soltero, sin vinculaciones religiosas conocidas y padre de un niño que tuvo a los 55 años sin paso previo por la vicaría.

En Romay también se encuentra el primer nexo de una conexión que acabaría plasmada en la fotografía de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado. El presidente del PP conoció a Dorado a través de Manuel Cruz, chófer de Romay, militante del PP en Ferrol y socio en varias empresas del narco. La relación de Feijóo y Dorado se forjó entre los años 1994 y 1995 en viajes compartidos en los que no faltaron horas de navegación por las aguas de Ibiza o paseos bajo la nieve de Andorra.

A día de hoy, Feijóo considera que la escandalera montada por aquellas fotografías ya no le afecta. En una entrevista en elDiario.es en 2020, aseguraba lo siguiente: “Que yo sepa, Marcial Dorado no me ha quitado ni un solo voto”. Sobre el asunto Romay Beccaría defendió que nunca supieron que Dorado se dedicaba al contrabando, a pesar de que para entonces bastaba con leer los periódicos para saberlo.

Cinco: éxitos y fracasos

Alberto Núñez Feijóo nunca ha perdido unas elecciones autonómicas en Galicia. Antes de su primera victoria tuvo que fajarse como líder de la oposición frente al gobierno bipartito que encabezaban Emilio Pérez Touriño (PSOE) y Anxo Quintana (BNG). En su primer intento, en 2009, Feijóo obtuvo 38 escaños, la cuota mínima para optar a la mayoría absoluta en Galicia. A partir de ahí empezaría a mejorar resultados en cada una de las citas electorales que irían llegando: 41 escaños en 2012 y 2016 y 42 escaños en 2020.

Sin embargo a día de hoy el tablero político del Partido Popular no es exactamente una fotografía de éxito en Galicia. Pese a su dominio en la esfera autonómica, Feijóo tiene un problema con la política municipal. De las siete principales ciudades de Galicia el Partido Popular no gobierna en ninguna. La primera ciudad gallega en manos del PP es Arteixo, un municipio coruñés de apenas 30.000 habitantes. De las cuatro diputaciones provinciales, el PP solo tiene una.

Feijóo abandona Galicia sin haber conseguido ganar nada en su pelea con Abel Caballero, el alcalde de la ciudad más poblada de Galicia. En el televisivo regidor, el presidente del PP ha encontrado una especie de enemigo eterno al que ha intentado combatir con todas las armas de la Xunta de Galicia. El último episodio de esta pugna, a veces ridícula, se ha producido hace tan solo unas semanas en forma de acuerdo entre el Gobierno autonómico y los taxistas vigueses para que estos últimos lleven en sus vehículos el logotipo del Xacobeo 2021-2022.

Lugo, Santiago, A Coruña y Ferrol están en manos del Partido Socialista. El Bloque Nacionalista Galego mantiene el mando sobre Pontevedra. La única gran ciudad en donde el PP aún manda algo es en Ourense, pero lo hace a costa de hacer de muleta del inclasificable Gonzalo Pérez Jácome, líder la formación populista Democracia Orensana.

Seis: la foto incendiaria. Feijóo y la manguerita

Durante el verano de 2006 Galicia empezó a arder por los cuatro costados. Superada la sucesión de Manuel Fraga, Alberto Núñez Feijóo era entonces el líder de la oposición al Gobierno bipartito de PSOE y BNG y preparaba con ahínco su primera medición en las urnas: las elecciones municipales previstas a la vuelta de aquel verano. Casi dos mil incendios, agrupados en cerca de cuarenta grandes focos convirtieron la comunidad autónoma en una gran antorcha. 80.000 hectáreas fueron pasto de las llamas, cuatro personas perdieron la vida y otras 14 tuvieron que ser ingresadas en centros hospitalarios.

En medio del desastre, Feijóo encontró una oportunidad para desgastar al Gobierno. El plan era sencillo: culparles de las muertes. Y lo hizo con las siguientes palabras: “Con nosotros no moría gente en los incendios y con ellos cuatro personas”. La frase vino acompañada por una imagen perfectamente preparada por los asesores de imagen del PP gallego; la de Feijóo echado al monte en Meis (Pontevedra) con una manguera en la mano durante las labores de extinción. El plan no salió bien del todo.

Lo malo de aquella foto es que era precisamente eso: solo una foto. En ella se veía a un Feijóo vestido con pantalones vaqueros, camisa de hilo, zapatos náuticos y una manguerita de regar el jardín que poco podía hacer contra el fuego, por cierto inexistente en el lugar de la instantánea.

Años después, en 2017, se produjo otro episodio de frecuentes fuegos en el monte gallego. Para entonces Feijóo llevaba casi una década al frente de la Xunta y cuando la oposición le pidió explicaciones por su política forestal él respondió desde la amnesia: “Puedo cometer errores pero nunca diré que la culpa de los fuegos forestales son de un partido político”.

Siete: cuando tuvo que sacrificar a su gran fichaje electoral

Apenas quedaba un mes para las elecciones autonómicas de 2009 y Feijóo y la polémica volvieron a cruzar sus caminos. Aquella contienda electoral estaba marcada por la gran crisis económica que había arrancado un año antes. El PP de Galicia se presentó ante los electores con un gran fichaje para el área económica. Su nombre era Luis Carrera, de profesión banquero, y Feijóo lo presentó entre elogios en enero de aquel año asegurando que para él reservaba la dirección del equipo económico de la Xunta, en caso de victoria. Dicho en otras palabras, el PP estaba anunciando el nombre de su conselleiro de Economía antes incluso de haber llegado al poder. El nombramiento nunca llegaría a producirse.

A principios de febrero, apenas un mes antes de las elecciones, la Cadena Ser llamó a Carrera para pedirle explicaciones sobre los cobros recibidos de un banco portugués por realizar captación de inversores. La posibilidad de que ese dinero hubiese sido recibido en un paraíso fiscal y que Carrera hubiera esquivado a Hacienda hicieron saltar por los aires la lista electoral con la que el PP concurrió a aquellos comicios. Antes incluso de que la cadena de emisoras pusiera la información en antena, Feijóo y su equipo anunciaron que Carrera ya no estaba en su barco.

El número uno por la lista de Ourense desaparecía de escena y Feijóo justificaba su decisión alegando que cuando le había elegido no sabía de sus manejos de dinero con bancos extranjeros. En el olvido quedaba esa rueda de prensa en la que Feijóo decía que si otro partido fuese el que hubiera fichado a Luis Carrera él descolgaría su teléfono para felicitarlos.

Ocho: su hermana

La hermana de Alberto Núñez Feijóo se llama Micaela. Dirige la sección noroeste del Grupo Eulen, una empresa de servicios con más de 70.000 empleados en todo el mundo. Desde que Feijóo preside la Xunta, Eulen ha recibido contratos del Gobierno gallego por más de 37 millones de euros, según desveló en 2022 el diario Público. Micaela Núñez Feijóo fue ascendida al puesto que ocupa en la actualidad en 2016. Durante el ejercicio inmediatamente anterior había obtenido de la Xunta la cifra récord de 6,2 millones de euros en contratos. Feijóo argumenta que la presencia de su hermana en una empresa de ese tamaño no tiene relación alguna con los contratos de la Xunta.

La oposición en Galicia, sin embargo, no tardó en hablar de trato de favor y establecer paralelismos entre los manejos de la familia de Isabel Díaz Ayuso y los de la de Feijóo. A finales del pasado mes de marzo solicitaron en el Parlamento encargar al Consello de Contas una fiscalización específica de los contratos concedidos por la Xunta a la empresa en la que trabaja la hermana del presidente. El PP hizo valer su mayoría absoluta para vetar la iniciativa y dar carpetazo al asunto.

Nueve: su prima

Se llama Eloína Núñez Masip y forma parte del equipo que dirige la sanidad pública gallega desde su puesto en la gerencia del Área Sanitaria de Santiago. Conocida por su mano dura en la gestión de los hospitales, la prima del presidente es especialmente beligerante con los médicos que deciden denunciar carencias en el servicio o falta de material.

Ella fue quien impulsó un expediente sancionador contra Fátima Nercellas, una médica de urgencias en Santiago de Compostela a la que se acusó de sacar a pacientes de los pasillos para atenderlos. En el informe que Núñez redactó contra la doctora la acusó directamente de ser “una portavoz diaria y permanente de todo lo que acontece en el servicio de urgencias”.

También corrieron ríos de tinta cuando Eloína Núñez acusó a los médicos de ser los responsables de la propagación de la COVID-19. Su razonamiento era el siguiente: los doctores se contagiaban durante las asistencias a congresos médicos y después contagiaban al resto de compañeros durante las pausas para tomar café en sus respectivos hospitales. El comentario incendió el ánimo de los sanitarios que esos días luchaban para contener el virus. La polémica se produjo en junio de 2020. Solo un año después, Feijóo decidía nombrar a su prima para un cargo en la dirección del Partido Popular de Galicia.

Diez: insinuándose a una joven actriz

Quien conoce a Feijóo de cerca sabe que la soberbia a veces le juega malas pasadas, sobre todo si esta va acompañada de dosis de machismo. Sucedió en marzo de 2010 durante una cena cerca de Santiago con militantes de Nuevas Generaciones de varias localidades de la comarca. Aquel discurso comenzó de manera formal y con dificultades para un Feijóo que apenas podía hacer oír su voz entre la algarabía de los presentes que ya se encontraban en el trámite de los postres y los primeros destilados.

Fue entonces cuando el presidente de la Xunta se refirió a María Mera, una joven actriz que se encontraba en una de las mesas de aquel salón de banquetes: “Voy a ser breve porque he quedado con María Mera a partir de la una para tomar una copa”. La frase, además de la insinuación machista, revelaba una mentira que el propio Feijóo reconoció mientras seguía hablando: “De momento me dijo que no pero lo voy a intentar”. En las imágenes, fáciles de encontrar en Internet, se puede oír a uno de los comensales responder a la machada: “Sinvergüenza. Eres un payaso”.

La frase no se quedó en el restaurante y el Bloque Nacionalista Galego la tomó como ejemplo sobre lo que no puede decir nunca un político. Según dijo la formación nacionalista aquellos días Feijóo trató a la mujer “como un objeto sexual”.

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