130 varamientos de animales en dos meses en la costa gallega: “Nuestro modo de vida no es compatible con el suyo”
El varamiento más reciente en la costa gallega es el de una hembra adulta de zifio, un tipo de cetáceo, que apareció flotando en el agua frente a una playa de la ciudad de A Coruña y a la que la marea acabó arrastrando, ya muerta, a la arena. Pero en los poco más de dos meses que van de 2023 en los registros de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), que gestiona la Rede de Varamentos de Galicia, hay anotados 130 episodios. La cifra es “muy alta” y resulta preocupante para los expertos, dice Alfredo López, biólogo y uno de los integrantes de Cemma. En las primeras nueve semanas del año han aparecido casi tantos animales marinos varados como en todo 2015, cuando fueron 148.
López recalca que es uno de los datos más altos desde que empezaron sus registros, en 1990. Los animales que más varan en las costas gallegas son cetáceos, pero también llegan cada año tortugas, tiburones y lobos marinos. Más raramente aparece un calamar gigante o un pez luna. El caso de los zifios llama la atención este año y ha encendido las alertas. Es una familia de varias especies que aparecen “con muy baja frecuencia” en la costa gallega. Raramente, añade, se registran más de tres en un año, pero 2023 ya ha arrojado cinco ejemplares muertos a las playas. En la especie a la que pertenecía la hembra recogida en A Coruña, el zifio común (Ziphius cavirostris), la media es de un animal cada dos años.
Lo que los veterinarios se han encontrado al hacerle la necropsia no ha sido ninguna sorpresa para ellos: plásticos obstruyendo su aparato digestivo. Esto fue lo que le causó la muerte, con un fallo orgánico en cadena. Del cadáver del zifio, que medía 6,29 metros, sacaron cuatro kilos de objetos. Entre ellos un paquete de fideos instantáneos en el que todavía son identificables las letras. La basura de plástico que flota en los océanos es un problema para los animales marinos. Los expertos del Cemma se los encuentran de forma habitual. El pasado verano mostraron el contenido del estómago de un tiburón peregrino que murió en una playa de Oleiros: el tapón de una botella, una bolsa, restos de redes. Dos tortugas rescatadas en febrero, Coviña y Geno, fueron expulsando en el centro de recuperación trozos de plásticos de diferente tipo. Es, dice esta ONG ambiental, “lo habitual”.
Alfredo López lo interpreta como un mensaje: “Lo que el zifio nos está diciendo es: 'Vengo a traeros los plásticos porque vuestra vida es incompatible con la nuestra'. Como nos lo dicen los delfines continuamente”. En el caso de este animal, el biólogo expone que el hecho de que sea el quinto de la misma familia de cetáceos que aparece en la costa gallega este año resulta preocupante.
Los varamientos masivos de zifios están relacionados con impactos acústicos como los que generan las maniobras militantes o las prospecciones subacuáticas, dice, pero no hay constancia de que haya ocurrido algo así. La presencia de plásticos en el tracto digestivo del animal que apareció en A Coruña, añade el experto, puede ser una “causa secundaria” derivada de ese impacto acústico: “No mueren, pero quedan, digamos, ciegos y comen lo que encuentran, sea comestible o no”. En las profundidades en las que viven, lejos de la costa, pueden confundir plásticos flotantes con cefalópodos nadando. Los otros cuatro zifios que llevaron a territorio gallego este año estaban ya muy descompuestos y apenas se pudo saber qué les había ocurrido.
Los expertos indican que buena parte de las cifras de este año se deben a las capturas accidentales. López critica la falta de reflexión sobre el impacto que las actividades humanas tienen en las especies marinas. “Como sociedad no nos importa que la pesca, fundamental para la alimentación, se cargue a 1.500 cetáceos al año, pero es para ponerle los pelos de punta a cualquiera”, dice. Este problema, insiste, “es estructural, pero no es noticia” porque se emplean argumentos como la importancia para la dieta humana y la importancia de los puestos de trabajo.
También cuestiona el desarrollo previsto de otras actividades en el mar en el que cree que no se está teniendo en cuenta el impacto sobre la fauna. Cita el aumento del tráfico marítimo y los parques de aerogeneradores, para los que el Gobierno central acaba de aprobar un planeamiento que rechaza también una parte del sector de la pesca. En los que ya funcionan, dice, no no se ha investigado lo suficiente y “las consecuencias sobre los cetáceos no se conocen en detalle”.
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