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“Todas usamos nuestros cuerpos para protestar”

Mostrar los pechos en el Congreso no supone una perturbación grave del orden

Marcos Pérez Pena

La acción llevada a cabo por activistas de Femen en el Congreso para protestar contra la reforma de la ley del aborto que prepara el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, dominó las portadas de los medios. Dio que hablar en la calle, en los bares y en las redes sociales, irritó a los representantes del Gobierno, del Partido Popular y de las cabeceras más conservadoras. Además, situó en la agenda una inminente reforma legislativa que limitará al máximo el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, devolviendo a España a una situación anterior a 1985 y hoy por hoy casi inédita en su entorno.

Lara Alcázar, líder de Femen en España, afirmó este jueves que las acciones continuarán y “llegarán más lejos”, destacando que “si para Gallardón es sagrado el catolicismo y es sagrada su moral, para nosotros lo que es sagrado es la vida y la decisión de una mujer sobre su propio cuerpo”. “Nuestro cuerpo no es un objeto erótico, es un objeto de protesta, es un contexto político. Están liberados de cualquier sentido patriarcal, son usados para nosotras, para nuestras reivindicaciones”.

La acción logró, pues, sus objetivos. Pero el uso de los cuerpos desnudos como instrumento de lucha política genera debate: ¿es legítimo? ¿es efectivo? Lo mismo que el “tipo de cuerpos” mostrados, y la propia actividad del grupo Femen. Hemos hablado con activistas de distintos movimientos feministas gallegos sobre la acción, que, con matices o sin ellos, valoran positivamente.

“Me parece una acción muy transgresora, muy bonita y muy fuera de lo habitual, por lo que la valoro positivamente”, dice Lola Ferreiro. “Creo que el hecho de que salieran desnudas de cintura para arriba es lo que llevó a que estén ocupando las portadas de los medios y dominando las redes sociales. Si chillaran desde la tribuna de invitadas del Congreso completamente vestidas, saldrían en los medios, pero supongo que de forma tangencial”, añade. Destaca que “es importante que se hable del tema, porque el tema en sí es la agresión contra los derechos de las mujeres, la limitación del derecho al aborto, sobre la que los grandes medios informan de manera interesada, de una manera que se acerca bastante a la violencia simbólica”.

Ferreiro destaca que “el cuerpo para protestar lo usamos todas. Que yo sepa, cuando salimos a la calle, que últimamente es semana sí, semana no, salimos con el cuerpo, y no con el espíritu, lo que pasa es que salimos vestidas”. “¿Qué pasa cuándo algunas dan un salto cualitativo y desnudan el cuerpo?”, se pregunta, “pues que dan más que hablar, y dar que hablar es importante. Pienso que es muy valiente por su parte”.

Lo mismo piensa Paula Ríos, que dice que “reasignar significado político a nuestros cuerpos es algo que las mujeres y los feminismos vienen haciendo desde hace tiempo. Si en la publicidad utilizan nuestros cuerpos para vender, por qué no los vamos a usar nosotros para nuestras luchas”. Ríos recuerda que “el uso del cuerpo desnudo para reivindicar el derecho al aborto es algo que ya se hizo recientemente en Ecuador, también en el Parlamento. Y en aquella ocasión se permitió la protesta, porque la presidenta del Parlamento entendió que ese era también un espacio de protesta, y las mujeres indígenas pudieron realizar su acción con sus torsos desnudos, reivindicando sus derechos como mujeres”.

Desde Conas Ceives (Coños Libres), se destaca que “poner el debate sobre la mesa es bueno, y las formas de protesta de cada uno son una elección personal, que forman parte de su libertad. En este caso, además, usar el cuerpo para protestar contra lo que es un ataque al derecho de la mujer de decidir sobre su cuerpo es aún más idóneo. Es una forma de reapropiación del cuerpo”. Y señalan que “parece que algunas cosas molestan más que otras”.

También celebra la acción Rocío Fraga: “Si el objetivo es salir en los medios y llegar a la gente a la que no conseguimos llegar por otras vías, y el objetivo está conseguido, pues olé por ellas. Y además en este tema, en el que está en juego la libre elección de la mujer y la decisión sobre su cuerpo, pues este tipo de acción me parece más correcta aún”. Añade asimismo que “desenmascararon a algunos partidos, como el PSOE, que en sus reacciones demostraron que siguen sin incorporar las demandas y las prácticas de los movimientos sociales en su agenda”.

Qué tipo de cuerpos y otras críticas

Sin embargo, Fraga introduce matices: “A mí emplear el cuerpo para la acción feminista me parece legítimo y nosotros ya lo hemos utilizado. Lo que me parece criticable es que las mujeres que se desnudan respondan al canon de belleza aceptado y definido por el patriarcado. Y de hecho en las acciones que desarrollamos, nosotras procuramos que las mujeres que se desnuden no sean solo las de 20 años”. Y añade: “También me pregunto cuáles serían las reacciones si fueran una gorda, una peluda y una mujer con una mastectomía, me pregunto si saldrían en las fotogalerías de los medios. Me pregunto igualmente cuál sería la repercusión si en lugar de ser Femen, fuéramos nosotras, que no nos conoce nadie”. Fraga destaca que “hay que sacar también otros cuerpos, y hay que perder el miedo a utilizar todos los cuerpos, no solo los normativos”.

Por el contrario, para Lola Ferreiro, “hablar de las características de los cuerpos mostrados nos mete en un debate que creo que está llenísimo de trampas patriarcales. Si en vez de ser tres cuerpos jóvenes, como los vistos en el Congreso, se desnudaran tres mujeres de más edad, con cuerpos más envejecidos, o con cicatrices, o lo que fuera, estaríamos escuchando otra serie de comentarios, y todos alrededor del cuerpo de la mujer”.

Paula Ríos dirige sus críticas al tratamiento que se les dio en los medios de comunicación: “Llevamos meses protestando, pero en los medios solo salimos cuando enseñamos las tetas. Pues igual lo que tenemos es que salir en pelotas en las manifestaciones”, dice.

Desde ámbitos feministas no se hace una crítica a esta acción, pero sí a Femen como organización. Por ejemplo, eldiario.es daba cuenta estos días de que “un documental reveló que el grupo ucraniano estaba dominado en Kiev por un hombre, un activista de 36 años de conducta muy poco feminista”. A este respeto, Rocío Fraga señala que “soy más crítica con Femen por otras cuestiones, me parece criticable ese cierto afán paternalista de ir por el mundo adoctrinando, como hicieron en Túnez”.

De igual manera, Paula Ríos afirma que “hay otras cosas por las que podríamos criticar a Femen, por ejemplo sus métodos de entrenamiento, pero no por esta protesta”. Con todo, Ríos añade que “en los últimos tiempos hay demasiada información en contra de las Femen, eso nos tiene un poco alerta. Yo prefiero sopesar estas críticas, porque tenemos claro que el sistema siempre nos intenta dividir internamente. Los feminismos somos muy diversos y el sistema patriarcal busca dividirnos. Yo no soy nadie para decir quién es feminista y quién no”.

Otras críticas se dirigen más a la efectividad de la acción o a su continuidad. “¿Cuál es el objetivo? ¿Salir en la prensa? Muy bien, ¿y ahora qué?”, se pregunta Rocío Fraga. De igual manera, Fran P. Lorenzo afirmaba en su blog que “brotan en mí sentimientos contradictorios” sobre la acción y ponía en entredicho su efectividad. “¿Es transgresor el desnudo de las Femen? Aquí y entre nosotros, yo creo que no. El día después de las tetas al viento tendré que vestir otra vez la camisa y pelear por lo que roucos, sormarías y gallardones –excrecencias de ese Estado nacionalcatólico que aún padecemos– nos quieren graciosamente arrebatar”.

Lorenzo también reflexionaba sobre la terminología empleada por las activistas: “El aborto es sagrado”. “Creo que entiendo cuál es la intencionalidad del manifiesto. Subvertir los dogmas católicos que impulsan este retroceso legal tan indigno, alentado por las hordas opusianas de Gallardón”, escribe el periodista, que destaca no obstante que “no creo en los derechos sagrados y el aborto es un derecho hoy amenazado. Soy más de laicizar que de sacralizar”. A este respecto, Rocío Fraga señala que “entiendo que están utilizando el léxico del PP y entiendo que utilizaron eso para escandalizarlos más, por lo que me parece bien”.

En cualquier caso, Fran P. Lorenzo celebraba el impacto de la acción y del método escogido: “Subestimar el poder de la imagen, descartar el fascinio de ese tipo de iconos es no vivir en este tiempo nuestro. A veces advierto en nuestro contexto político, en el de aquí, un cierto desprecio por la corteza exterior de los hechos, por la puesta en escena. Al fin y a la postre, lo que importa es el discurso, estamos de acuerdo. Pero pensar que las formas en las que se envuelve importan menos, creer que el significado es superior al significante, es casi tan absurdo como demonizar los móviles y las redes sociales por la manera en que han cambiado el viejo sistema de las relaciones humanas”.

La visión desde la 'caverna'

La visión desde la 'caverna'Donde sí hubo unanimidad, en su contra, fue entre los políticos y los medios de comunicación de la derecha. Desde el propio Gallardón haciendo uso de la palabra en el Congreso, segundos después de la protesta, hasta el diputado González Pons, que afirmó que la protesta de Femen “atenta contra la democracia”, o el ministro del Interior (que dijo que “alguien les debió pagar para estar ahí”), pasando por la vicepresidenta del Congreso, Celia Villalobos, que calificó la protesta de “mero exhibicionismo”, el Partido Popular fue muy crítico con la acción.

También los medios de comunicación conservadores, que tanto en sus páginas de información como en sus espacios de opinión cargaron contra las activistas. Por ejemplo, Jaime González, jefe de Opinión de ABC, escribió que “si el feminismo radical se empeña en sacar pecho, lo único que va a conseguir es subrayar precisamente lo que quiere destruir: las notables diferencias naturales entre el varón y la hembra (y viceversa). Por muy poderosas razones que esgriman las chicas de Femen, creo que el 'feminismo de género' ha confundido peligrosamente las mamas con las témporas, que es tanto como confundir la gimnasia y la magnesia”.

Y Alfonso Ussía, en La Razón, afirmó en un artículo titulado “Tetas” que “esa necesidad de enseñar los pechos responde, probablemente, a su incapacidad intelectual para exponer argumentos convincentes” y que “las tetas femeninas, además de una hermosura y un enigma aún no resuelto por los hombres, tienen un origen utilitario. Alimentar a sus hijos recién nacidos. De ahí que no pueda ofender la opinión de que las chicas de 'Femen' han errado en su exposición pectoral”.

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