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El accidente de O son do Camiño retrata una burbuja de festivales que dispara los cachés y compromete la seguridad

Gonzalo Cortizo

12 de junio de 2022 21:36 h

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El Auditorio del Monto do Gozo en Santiago de Compostela se prepara para acoger el festival O Son do Camiño, solo seis días después de que el escenario principal se viniese abajo en medio de las labores de montaje causando seis heridos, de los que uno permanece en la unidad de cuidados intensivos. La Xunta que preside Alfonso Rueda se juega mucho en la celebración de un evento convertido en la principal carta de presentación del Xacobeo. Desde el primer minuto Rueda lo apostó todo por seguir adelante con el evento “dentro de la mayor normalidad posible”. El presidente de la Xunta pronunció esas palabras solo unas horas después del accidente y con el recinto aún precintado por la policía. Con sus declaraciones se daba inicio a una carrera contra reloj para encontrar un nuevo escenario en un mercado, el de los festivales, que está saturado por la alta demanda de eventos y la dificultad para encontrar personal.

Lo que ha sucedido en Santiago ha estado a punto de convertirse en una tragedia de la que ya advertían hace más de un mes desde el sindicato de profesionales técnicos del espectáculo de Galicia (Tesgal). Con motivo de la celebración del 1 de mayo, la central que representa a los trabajadores que montan festivales advirtió de la existencia de una burbuja, impulsada por la administración pública, que podía estar poniendo en riesgo la seguridad de los operarios. En aquel comunicado se podía leer lo siguiente: “Queremos hacer una llamada de alerta ante la previsible sobretensión del sector causada por la gran concentración de eventos en los próximos meses. La sobresubvención de eventos alimenta las deficiencias y la precariedad”. Los profesionales técnicos avisaron entonces de que “las condiciones laborales y de seguridad nunca deben ser olvidadas”. 

Iniciativa privada con 2,5 millones públicos

La Xunta confirma a esta redacción que en O Son do Camiño invierte 2,5 millones de dinero público. Pese a que está instalada la idea de que el festival pertenece a la programación del Xacobeo en realidad se trata de una iniciativa privada que impulsa una UTE de dos empresas: Esmerarte y Old Navy Port Producciones. Lo que hace el Gobierno gallego es patrocinar el evento con una ingente cantidad de dinero. El modelo del patrocinio le permite a la Xunta elegir sin concurso a los empresarios con los que quiere colaborar en la creación de festivales y evitar el control de auditoría que supondría un evento organizado directamente por la administración pública. Si uno quiere saber cuáles son los cachés de los grupos que visitarán Santiago a partir del próximo jueves, la tarea se vuelve imposible ya que la administración que preside Rueda desconoce esos detalles: se limita a servir un cheque y exigir que el logotipo del Xacobeo esté bien visible en todas las esquinas del recinto. 

Tras el accidente de Santiago, otros festivales de la geografía española contenían la respiración por el efecto mariposa que podría generar la caída del escenario. El material que se vino abajo en la capital gallega tenía que acabar montado días después en otros eventos. Como consecuencia de la burbuja festivalera los escenarios, al igual que los equipos humanos que los ponen en pie, viajan de un lugar a otro en un mercado en el que cada vez es más difícil conseguir material y equipos. “En circunstancias normales y sin burbuja no hay muchos escenarios como ese disponibles”, explica a esta redacción un promotor de festivales. Se trata de materiales que se reservan con un año de antelación. El escenario que colapsó en Santiago había llegado días antes desde Madrid, en donde se usó para el concierto de The Rolling Stones de principios de junio.

La Xunta, tras el accidente, ha empujado a la empresa que realiza el evento para que encuentre en algún punto de Europa un nuevo escenario que pueda llegar a Santiago antes del jueves.

“Más trabajo del que se puede atender”

Para elaborar esta información, elDiario.es se ha puesto en contacto con tres de los principales promotores de Galicia. Ninguno de ellos ha querido que su nombre figure en estas líneas para evitar problemas con una administración de la que dependen en buena medida la celebración de los eventos. “Estamos asistiendo a una burbuja de eventos musicales. Como consecuencia la gente asume más carga de trabajo de la que puede atender y se generan situaciones en las que hay gente montando escenarios por primera vez en su vida”, asegura uno de estos promotores. 

En la misma línea, otro de los promotores concluye: “El comentario de todo el mundo es 'no tengo personal'”. Ahora, tras el accidente, la situación se complica, ya que los promotores de O Son do Camiño tienen que hacer el trabajo en un tiempo récord con nuevos trabajadores y con el material que puedan encontrar en el mercado a última hora. La policía ya ha levantado el precinto sobre el lugar del accidente y la Inspección de Trabajo ultima su informe sobre las causas del derrumbe. 

Mientras todo eso se aclara, el Gobierno de Rueda ha dado la orden de que el show continúe. Entre el próximo jueves y el sábado se espera que 120.000 personas pasen por el recinto que acogerá medio centenar de actuaciones. El programa de miscelánea musical mezcla nombres como Liam Gallagher, C Tangana, Rigoberta Bandini o Dani Martín. Nadie se ha planteado aplazar la celebración del evento porque sería una tarea prácticamente imposible. “Es algo que puedes hacer cuando tienes un concierto con un artista, pero en un festival es imposible ponerlos a todos de acuerdo para una nueva fecha”, asegura uno de los promotores consultados.

Así las cosas, O Son do Camiño mantiene sus planes de levantar el telón. Está por ver con qué escenario y con qué especificaciones técnicas, como consecuencia de la falta de tiempo para encontrar nuevo material. La joya del Xacobeo que promueven dos empresas privadas abrirá sus puertas como si nada hubiera pasado. Mientras, el sector sigue clamando contra una burbuja de cuyas consecuencias ya advirtieron un mes antes de que el principal escaparate del Xacobeo colapsase a seis días de levantar el telón.