Adiós a la pólvora en la catedral de Santiago para proteger el patrimonio casi cinco siglos después
Hace años que era más que una hipótesis de trabajo y el director de la Fundación Catedral de Santiago, Daniel Lorenzo, ya la había concretado durante las obras de restauración de la fachada de la Praza do Obradoiro: la pirotecnia de los fogos do Apóstolo que se lanzan en la noche de cada 24 de julio no iba a regresar “nunca más” al emblemático emplazamiento. Ese espectáculo se convirtió en tradición con el paso de los años e incluso de los siglos, pero también es una agresión al patrimonio con aún menos sentido, si cabe, tras unos millonarios trabajos de restauración financiados en gran parte con dinero público y concebidos para proteger todavía más el templo.
Con este telón de fondo, el Ayuntamiento de Santiago acaba de presentar su plan de Actuaciones urgentes en el entorno de la Catedral y zonas anexas de la Ciudad Histórica, un proyecto que tiene como horizonte el Xacobeo 2021 que abarca actuaciones que van desde la accesibilidad a la situación de paradas de autobuses. Pero que también incluye una decisión más inmediata: los fuegos del Apóstol salen definitivamente de la Praza do Obradoiro. No van a regresar a la Catedral tras el fin de las obras, donde la tradición de los fuegos se remonta a hace casi cinco siglos. Pero tampoco se van a repetir en el Pazo de Raxoi, sede del consistorio y de dependencias de la Xunta, desde donde han sido lanzados en los últimos años.
En la noche del 24 de julio seguirá habiendo espectáculos audiovisuales en el Obradoiro, pero sin pirotecnia. La razón la resume el propio plan: el lanzamiento de los fuegos “ocupando parte de la fachada occidental de la Catedral y las cubiertas del Pazo de Raxoi ha provocado daños en la fábrica de la piedra de la Catedral y también en los canalones y revestimientos de teja de las cubiertas” del Pazo. Según el alcalde compostelano, Xosé Sánchez Bugallo, sólo los fuegos de 2019 provocaron daños en Raxoi por importe de unos 700.000 euros.
“A efectos de garantizar la protección del patrimonio cultural resulta imprescindible eliminar la celebración de fuegos artificiales en la fachada de la Catedral y en las cubiertas del Pazo de Raxoi, trasladándola de lugar”, concluye el plan. El propio documento contempla “proponer otra localización” más “adecuada y respetuosa con el patrimonio”. Entre las opciones contempladas dos parques y zonas próximas a ellos “por tratarse de zonas verdes o espacios públicos situados en el entorno de la ciudad histórica y con buena visibilidad”.
Case cinco siglos de 'fogos do Apóstolo'
Las pesquisas históricas sobre el origen de los fuegos del Apóstol remontan la tradición a hace unos 475 años. Una investigación presentada por el Consorcio de Santiago en 2009, obra del profesor de Historia del arte de la universidad compostelana Miguel Taín, sitúa en 1545 la primera “noticia del alumbrado de la plaza” del Obradoiro “con candelas” en la noche del 24 de julio. “Tales luminarias son el precedente más antiguo de los hoy conocidos como fuegos del Apóstol”, explicaba, lo que acredita que tal celebración es incluso anterior a la ofrenda al Apóstol, que la Casa Real española comenzó en el siglo XVII.
Fue, no obstante, en los siglos XVII y XVIII cuando se “consolidó” esta celebración, que en ocasiones estuvo precedida de una corrida de toros en el propio Obradoiro, explica Taín en su trabajo. Ese “espectáculo de luces y fuegos artificiales” pasó a ser conocido como “la quema del castillo” mediante la instalación de recreaciones de una fachada alusivas a momentos históricos vinculados al Apóstol, que eran quemadas mientras se disparaban fuegos artificiales. Desde el siglo XIX el responsable del espectáculo dejó de ser el Cabildo de la Catedral y pasó a ser el Ayuntamiento, que incorporó nuevos diseños y medios. Así por ejemplo, documenta el historiador, en 1852 en el espectáculo ya hubo un foco de luz eléctrica.
Desde finales del siglo XIX y hasta el Xacobeo 1999 lo que se quemó fue “la famosa fachada neomudéjar” y del 2000 en adelante se recuperó el diseño de fachada gótica que había diseñado para el Año Santo de 1897 Daniel García Vaamonde, entonces arquitecto municipal del consistorio. Con independencia de los diseños, todos los espectáculos implicaron la abundante presencia de pirotecnia que, concuerdan todas las partes, resulta especialmente agresiva para el histórico complejo, que en los últimos años ya se ha librado de la pólvora gracias a las obras de restauración.
El anuncio de la decisión ha causado diversas reacciones en la capital gallega, si bien entre en el campo institucional no han surgido discrepancias, dadas las múltiples advertencias que, desde hace años e incluso décadas, existen a sobre el impacto de la celebración en la Catedral y en Raxoi. En esas reacciones ha habido también lugar para la ironía de la mano del ex alcalde y portavoz de Compostela Aberta, Martiño Noriega. “No quiero ni pensar la de tinta que han ahorrado” algunos medios al no producirse la decisión durante su mandato, ha ironizado.
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