“Ya casi me estoy contradiciendo”. La frase la pronunció el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, al responder a una pregunta sobre la postura del PP de Galicia, que hace 24 horas votó en el Parlamento en contra de que se use el gallego en el Congreso de los Diputados. El también líder del partido en la comunidad se declaró “muy orgulloso” de la lengua propia, pero insistió en el argumento de que este asunto no es una prioridad para los ciudadanos. Defendió, al mismo tiempo, como “adecuada” la medida ya vigente de que todas las lenguas oficiales se puedan usar en la otra cámara, el Senado.
A pesar de su “orgullo” por el bilingüismo de Galicia, dijo, considera que “no tiene mucho sentido que haya que usar pinganillo entre dos personas que se pueden entender en la lengua común”. Además, repitió que, en su opinión, se está hablando de la cuestión de las lenguas “para no hablar de cosas más graves” relacionadas con la investidura, que son, de acuerdo con el presidente de la Xunta, las que el PSOE negocia para lograr los votos para que Pedro Sánchez salga reelegido presidente del Gobierno una vez fracase la candidatura de Alberto Núñez Feijóo. Son las mismas razones que las dadas por el PP gallego en el debate en el Parlamento para votar contra una propuesta que pedía instar a la Xunta a apoyar que se implante el uso de todas las lenguas oficiales en la Cámara Baja.
Lo que no aclaró Rueda es si cuenta con algún dato que avale que la cuestión de que las lenguas cooficiales se hablen en el Congreso no resulta una prioridad para los ciudadanos. Dijo que esa es su “percepción”. Tampoco aclaró si su postura podría ser otra en un futuro, si detectase que el asunto sí preocupa. La propuesta, respondió, “se planteó ahora mismo”.
“No me hace más gallego empeñarme en hablar en gallego con una persona con la que me entiendo en castellano”, manifestó y señaló que esto ya se puede hacer en el Senado, “la cámara de representación territorial por antonomasia”.
El Parlamento Europeo es otra cuestión
El presidente gallego también hizo una distinción entre el Congreso y el Parlamento Europeo, en donde también se ha presentado la propuesta de que se usen todas las lenguas oficiales del Estado y un espacio en el que el uso de “pinganillos” está normalizado: “No creo que sean situaciones comparables”.
Las reticencias se desdibujan para el Parlamento Europeo porque, razonó el presidente gallego, allí “no hay una lengua común”. En el Congreso, opuso, “todos los parlamentarios conocen una misma lengua, que es el castellano”.