Ana Miranda (BNG): “Nunca vi unas elecciones con más peligro, la extrema derecha está organizada a nivel mundial”

Daniel Salgado

2 de junio de 2024 21:30 h

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Las encuestas pronostican que este 9 de junio el nacionalismo gallego de izquierdas puede alcanzar el Parlamento europeo con un escaño a tiempo completo. Sería la primera vez desde que lo hiciera, en 1999, el histórico Camilo Nogueira. El BNG concurre en esta ocasión integrado en la coalición Agora Repúblicas y con el viento de cola de sus históricos resultados el 18 de febrero. Su candidata, Ana Miranda, ocupa el número 3 de una lista que encabeza Diana Riba, de Esquerra Republicana y lleva a Pernando Barrena, de Bildu, en el número 2. “Nadie manda en nosotros. Vamos con un programa gallego, antifascista y por los derechos humanos”, asegura Miranda, quien no recuerda, añade, “unas elecciones más peligrosas”.

El ascenso de la extrema derecha lo cambia todo. También los tambores de guerra. “El escaño del BNG también denunciará el genocidio palestino y las políticas de hipocresía de la Unión Europea”, se compromete y acusa a Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión, de sionista..

¿Cómo se hace frente a la apatía que parece reinar en Galicia respecto a estas elecciones europeas?

Yendo de barrio en aldea, de ciudad en pueblo, como estamos haciendo. Llevamos las cuestiones que se deciden en Bruselas a los colectivos y sectores afectados. Ayudaría que existiese conciencia de que son unas elecciones muy importantes, pero no se ve en los medios masivos. Que un debate en la TVG sea a las 10 de la mañana no contribuye a ello. Que el medio de más tirada de Galicia [La Voz de Galicia] apenas incluya información de los candidatos, tampoco. Esa opacidad está influyendo en que mucha gente no sepa que hay elecciones. Nosotros intentamos explicar que si no estamos allí no va a haber voz gallega.

¿Cuál diría que es el principal debate de cara al 9 de junio?

La libertad. Te atacan como ser humano. Se juega la dignidad humana. El avance de la extrema derecha da mucho miedo, que haya un gobierno europeo con ellos. Aunque en realidad la extrema derecha ya está ahí, ya estuvo tomando decisiones en el Parlamento y en la Comisión. Y hay gobiernos europeos de extrema derecha en Hungría, en Italia, en Países Bajos. También está en juego que las decisiones de la UE no vengan a complicar más la vida de los ciudadanos. Y vamos a decidir entre una política social y una política de guerra, debido al incremento del gasto militar.

Hay sectores socialdemócratas que defienden ese aumento del gasto militar como necesario para lograr mayor autonomía estratégica de la Unión Europea.

Para no ser dependiente de Estados Unidos, sí. Desde un punto de vista teórico se puede entender, pero desde un punto de vista práctico no. Lo relacionan con la soberanía económica que impulsa la Unión Europea, pero esta debería tener en cuenta la soberanía económica de los pueblos. La política pesquera es un ejemplo palpable: nos recortan y después meten pescado importado de China. La UE firma unos acuerdos comerciales leoninos para otros pueblos, también para el nuestro, promueve un modelo de comercio internacional no siempre beneficioso. Es una soberanía relativa.

Para el BNG, ¿cómo se frena el ascenso de la extrema derecha?

Hay tres mecanismos. El voto, el veto y no callarse. ¿El voto? Votando en las elecciones. Votando por el BNG, votando por la izquierda, votando por la nación, votando por el pueblo gallego y por una voz antifascista que te asegura que no firma propuestas de los grupos de extrema derecha. Hay un veto, no firmamos nada que venga de la extrema derecha. Nada. Tampoco voy a un foro en el que ellos estén. Hay que anular esos espacios que van ganando, porque se homologan con fuerzas democráticas cuando ellos no lo son. Los discursos más duros y sangrantes que he oído en los últimos años son los de la extrema derecha sobre migraciones y sobre igualdad y género. Por último, no hay que callarse y hay llamarlos por su nombre: son fachas, y un facha es un facha, da igual que sea de aquí o de allá.

Las derechas, la ultra y la tradicional, crecen, sostienen algunos analistas, sobre el malestar derivado de las políticas de transición ecológica. A su juicio, ¿hay que ralentizarlas o acelerarlas?

En el caso de las normativas de transición justa y sobre toda de la última política agraria común (PAC) -que incluye beneficios a los pequeños productores y a la agroecología- contrasta con los intereses de los grandes productores, que son los que tienen lazos con la ultraderecha. De hecho, en Galicia apenas hubo protestas. ¿Qué pasa? Que la transición que promueve la Comisión tiene fallos. Hay cosas que podrían ser positivas para nuestro país si nos tuviesen en cuenta, pero no nos tienen en cuenta. El problema es cuando no se tiene en cuenta el elemento social, y en eso creo que falla. Pasó con la pesca de fondo o con los eólicos, que por supuesto tienen que estar, pero atendiendo a las consecuencias sociales.

La errática planificación eólica de la Xunta de Galicia no ayuda.

Exactamente. Pero Bruselas insta a la aceleración de proyectos, lo que implicaría que los macroproyectos no incluyan declaración de impacto ambiental. ¿Quieres cargarte zonas hipervulnerables? Eólica sí pero no así, parece un tópico pero es cierto. Los beneficios también tienen que llegar a los ayuntamientos, a las comunidades de montes. Es urgente no depender de las energías fósiles, pero el tema es cómo hacerlo. Hay intereses de las eléctricas por encima, que después también están implicadas en proyectos como el de Altri.

Es urgente, en cualquier caso.

Lo es. ¿Pero no es también urgente el saneamiento de las rías? ¿Por qué no se fomenta el autoabastecimiento energético en las casas y el ahorro en los edificios? Esa transición necesaria, porque nos cargamos el mundo, debe tener en cuenta el tipo de sociedad en el que estamos. En otros lugares como Bretaña, los agricultores conviven con un desarrollo sostenible. Aquí, por culpa de la Xunta, se enfrentaron los agricultores a los ecologistas. Es una debate que da para horas.

Junto a la subida de la extrema derecha, el cambio climático es uno de los fundamentales en estas elecciones.

La extrema derecha niega el cambio climático, son negacionistas climáticos.

Mencionó la macrocelulosa que proyecta Altri en Palas de Rei (A Ulloa, Lugo). ¿Cree que encaja con las líneas centrales de las políticas ambientales de la Unión Europea?

No, no rotundo. Por eso fuimos a Bruselas alertar de que ese proyecto va en contra de las directivas medioambientales de agua, de hábitat, de Red Natura, de información ambiental -porque no informaron de lo que iba a ser en realidad. Y además es una fábrica con la filosofía de hace un siglo y medio, aún con tecnología moderna. Tendría mucho que cambiar para caber en el PERTE de descarbonización. A no ser que se trate de una decisión política del PSOE, que es muy ambiguo en este asunto. Ni siquiera estaba en la manifestación.

Sí estaban alcaldes y concejales de la zona.

Pero ningún diputado, ni Besteiro. Y después está Pepe Blanco por el medio como conseguidor. Pepe Blanco el del Alvia. No lo puedo creer. La decisión, en todo caso, se toma en el Estado.

Aún así, la última palabra la tendría Bruselas.

Sí, lo que nos dijeron allí es que, primero, la decisión no está tomada. Y segundo que, con estas características, no se darían los fondos. Van a intentar modificarlo para que parezca una fábrica verde.

¿Y cuál es su pronóstico? ¿Se va a construir?

Yo creo que no. Hay una conciencia popular que ha transcendido la comarca y ha llegado a Galicia y al Estado. El domingo estaba en la manifestación, me llamó la corresponsal de Radio France y me contó que le decían que se trataba de una movilización parecida a la del Prestige. No lo era, pero hay elementos parecidos.

A su juicio ¿cuáles son los tres temas esenciales para Galicia en la próxima legislatura del Europarlamento?

La pesca y la agricultura, en las que Bruselas tiene un 80% de competencias. Después, la política industrial y la economía. Como le dije a Lagarde en una intervención, “ustedes son una fábrica de pobres”. La troika ya la vivimos y puede volver a pasar. La política de respuesta a la pandemia fue un paréntesis. Galicia se juega además estar en Europa con voz. Y por último las infraestructuras, el saneamiento, el Corredor Atlántico, las conexiones con Portugal...

Ana Pontón avisaba hace unas semanas que el PP usaría en campaña electoral “el mismo juego sucio” contra el Bloque que usó en las gallegas. ¿Lo ha notado?

Llevan meses con una política obscena de ataque a la principal fuerza de izquierdas y soberanista de este país, y además principal partido de la oposición. Un uso y manipulación de los medios tremenda. Toman por idiotas a los ciudadanos gallegos.

Les recriminan su alianza con Bildu.

Ya, ya, es que estamos en una coalición y llevamos 10 años en coalición. Pero vamos con nuestro programa, nadie manda en nosotros, vamos con un programa gallego, antifascista y por los derechos humanos. Toman a la gente que nos votó, casi medio millón de personas, una parte muy importante del país, por idiotas. Pero siguen. Creo que lo van a usar más en la última semana. Tenemos respuesta: las evidencias del trabajo que ellos no hicieron.

Tras los resultados históricos del BNG en las elecciones al Parlamento gallego del 18 de febrero, ¿espera mantener el listón?

Son elecciones muy distintas, la participación baja muchísimo en las europeas. Ojalá se mantuvieran, porque sacábamos cuatro escaños [ríe]. Llamo a participar para que se vaya a una Europa de la paz, social y de los pueblos. Porque existe la posibilidad de que gobierne el PP con la extrema derecha y eso es grave. Nunca he visto unas elecciones con más peligro que estas. La extrema derecha está organizada a nivel mundial y tienen un plan propio para desestabilizar las sociedades con noticias falsas y ataques a las políticas sociales. Y por encima son belicistas.