Xavier Simón y Damián Copena, investigadores del Grupo de Investigación en Economía Ecológica y Agroecología de la Universidade de Vigo (GIEEA), coordinan el libro Enerxía Eólica en Galicia: o seu impacto no medio rural. En los 16 capítulos de la obra, que recoge los puntos de vista de expertos universitarios, movimientos sociales, asociaciones de propietarios y juristas de prestigio, se analizan las consecuencias de la instalación en el medio rural de aerogeneradores, un proceso que el GIEEA lleva una década estudiando.
De hecho, uno de los principales objetivos de esta publicación era poner en valor el trabajo realizado por el GIEEA en los últimos años, además de “ser útil tanto a las comunidades de propietarios de en medio rural como a los ciudadanos en general en su posicionamiento político ante estas nuevas inversiones en el medio rural”, como se destaca en la introducción de la obra. El desarrollo de la energía eólica en Galicia fue exponencial y pionero en el contexto del Estado español. En este proceso, unos de los grandes olvidados fueron los propietarios de los terrenos, que “contribuyeron a generar electricidad verde y a hacer más sostenible el modelo económico global” pero, como concluye esta obra, “casi nunca recibieron contraprestaciones justas” y “nunca fueron considerados un agente relevante a la hora de decidir dónde, cuánta y cómo se instala la energía eólica em el medio rural”.
A la producción eólica en Galicia se le criticó el escaso rendimiento económico que de ella obtenían los propietarios y también el escaso papel de estos en la toma de decisiones. ¿Sigue siendo así? ¿Sucedió lo mismo en el resto de España y de Europa?
El desarrollo eólico fue una oportunidad perdida para fortalecer el medio rural, sus comunidades y a sus gentes. Fue una especie de “colonización”: capital ajeno –territorial y socialmente hablando– llegó a los montes gallegos para instalar, sí o sí, los aerogeneradores sin ningún tipo de contraprestación relevante para los habitantes del medio rural. Y lo hicieron mediante un marco jurídico diseñado por la Xunta de Galicia que se lo permitía. No solo se lo permitía, sino que incentiva este proceso de ocupación, de colonización. En el resto del Estado el procedimiento fue similar, pero con matices. Y en el resto de Europa encontramos ejemplos muy interesantes en los que el medio rural salió verdaderamente fortalecido por su participación en el capital de las empresas eólicas, en los beneficios derivados de esas inversiones.
El marco regulatorio y la inseguridad jurídica (por ejemplo con la reciente modificación normativa decidida por el Gobierno central), ¿sigue siendo el mayor obstáculo para el desarrollo de la energía eólica en Galicia?
La energía eólica en Galicia está muy desarrollada ya en lo que se refiere al proceso generador. No así en el ámbito de los componentes, de la tecnología. Lo más chocante es que la Xunta de Galicia, en su momento, consideró que las inversiones en tecnología eólica debían ser realizados en o con empresas gallegas. Era una condición expresa de las resoluciones de autorización de la mayor parte de los parques eólicos. Pero la Xunta de Galicia no activó, como debía, los necesarios mecanismos fiscalizadores para comprobar el nivel de ejecución de esas inversiones en o con empresas gallegas. Fue esta, también, otra oportunidad perdida.
En relación al cambio normativo que comentas, yo no tengo muy claro que el gobierno de España se equivoque en este aspecto, en relación con la eólica. Quiero decir que las primas, las subvenciones a la producción de MWh fueron un instrumento muy útil para impulsar la energía eólica cuando esta no era competitiva con las energías convencionales. ¿Lo es hoy? Yo creo que la situación ha cambiado radicalmente: en 1996, cuando se instalaron los primeros aerogeneradores en O Barbanza o en O Xistral, estos eran de una potencia unitaria de 0,33 MW. Y aquello era revolucionario. Hoy, 15 años después, se instalan aerogeneradores de 3 MW, 10 veces mayores. Esto nos muestran la amplia madurez tecnológica que ha tenido lugar en el sector, lo que ha provocado una considerable reducción de los costes de generación. ¿Dirigir más renta de todos los contribuyentes al apoyo a la eólica? Tengo mis dudas, como digo. Otro caso son las otras renovables, como la biomasa o la fotovoltaica.
¿Sería positiva una mayor implicación de las administraciones públicas para garantizar un desarrollo más adecuado de la energía eólica en Galicia, con mayores beneficios para los propietarios?
Para el propietario industrial, pienso que la respuesta anterior responde a esta cuestión. ¿Para el propietario de los terrenos eólicos? Por supuesto que sí. Como dije antes, se perdió una grande oportunidad de fortalecer el medio rural, de hacerlo más autosuficiente, menos dependiente de las transferencias vía renta, porque muchos propietarios son gestores de cabañas ganaderas, de explotaciones forestales, aunque otros son absentistas, lo sé. Pero los que tienen un claro rol productivo están presentes y lo único que obtienen en la actualidad son más perjuicios que beneficios.
¿La información que reciben o manejan los propietarios de tierras y montes respecto a la instalación de eólicos sigue siendo deficiente?
Hoy en día, ya no tanto. En las fases iniciales del boom eólico, sin duda. Fueron engañados cómo niños desinformados e inocentes. Es la realidad, una triste realidad. Hoy hay más información. Desde los sindicatos, desde las organizaciones ecologistas, desde la Universidad. El trabajo que nosotros hacemos, con el apoyo de la Fundación Juana de Vega, ha ido en esa dirección. Hemos recorrido Galicia hablando con los propietarios. Y muchos decían “es la primera vez que alguien viene hasta aquí para darnos esta información”, y también decían “¿dónde estábais hace 5 años cuando instalaron los aerogeneradores?”. Fue una desgracia que los propietarios, sus comunidades, habían sido unos convidados de una piedra en el desarrollo eólico. Fue el modelo que eligió la Xunta.
¿Es posible un desarrollo de la producción de energía eólica en el rural gallego que respete el medio ambiente y el paisaje?
Por supuesto. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el impacto paisajístico es el mayor impacto negativo que causan los aerogeneradores, y resulta difícil de corregir. Mucho del daño ambiental ya está hecho. La sierra de O Xistral, por sus valores ambientales, no debía tener ni el primer aerogenerador, pero tiene cientos de ellos. Fue el modelo que eligió la Xunta, nuevamente: prioridad a la oferta, a la producción, preferencia a los intereses de las empresas ajenas –muchas veces multinacionales– y poca atención a los valores ambientales. Desde el bipartito la norma cambió y por lo menos los espacios incluidos en Red Natura ya están libres de eólicos, pero los que están instalados ya lo están y seguirán allí toda la vida. Hay modelos de desarrollo de las energías renovables muy diferentes. En el caso gallego se apostó por el incremento de la capacidad instalada, al precio que fuese: era como una carrera y los gobernantes gallegos querían ser los primeros en términos de MW instalados. Eso fue un error.