José Ramón Gómez Besteiro (Lugo, 1967), líder de los socialistas lucenses, es el primer candidato a la secretaría general del PSdeG. Presidente de la Diputación desde 2007, habla con pasión de la labor de esta institución que, admite, está “eternamente cuestionada” mientras inicia una ronda de contactos con la militancia socialista de toda Galicia para “escuchar” sin “miedo”. Asegura tener “ilusión” para encabezar el nuevo período de “renovación” del socialismo gallego mientras advierte de que “recuperarse rápido no significa recuperarse bien”. Sin rivales conocidos en la carrera por el liderazgo afirma tener claro “a quien nos tenemos que dirigir, que es lo que tenemos que hacer y como tenemos que hacerlo, y para eso precisamos un partido fuerte y unido”.
¿Qué puede aportarle usted al partido que la actual dirección no aportó?
La cuestión no es que puedo aportar yo. Estamos en un momento de renovación y cambio y el próximo secretario general, sea hombre o mujer, va a aportar un cambio. Es un momento completamente distinto incluso al de hace un año, en el último congreso. Hay un latir distinto y podemos hablar con normalidad de fenómenos como las primarias, de abordar cuestiones como la limitación de mandatos, de las listas abiertas... Y hace un año estos temas no estaban en el día a día de la militancia. No pasaron más de doce meses, pero han cambiado muchas cosas y hay que empezar a pensar como el Partido Socialista puede ganar las próximas elecciones para transformar la sociedad desde el Gobierno. Pero el partido no es un fin en sí mismo, sino un medio para transformar la sociedad.
¿Si el partido no es un fin... Considera que en los últimos tiempos estuvo demasiado centrado en sí mismo y menos en la sociedad?
Evidentemente. Yo estoy convencido de que estos procesos orgánicos no pueden eclipsar la realidad ni el proyecto de los socialistas gallegos para Galicia. Tenemos que pensar qué partido queremos para una sociedad que queremos cambiar y para eso el Partido Socialista tiene que profundizar en su galleguismo, que no es sólo poner en un lugar prioritario la lengua y la cultura, que también. Es pensar en clave de Galicia, identificar los problemas que tiene Galicia, que algunos son compartidos y otros son propios: en la economía, en la industria, en el empleo... No somos mejores ni peores que el resto de España, pero sí diferentes. Por ejemplo, el problema demográfico es capital. Y quien dice la demografía dice la ocupación del territorio o el sector primario, que tiene una potencialidad tremenda. Hace falta realizar una labor muy importante de sensibilización, para que se sepa que los problemas que suceden en Ferrol también le afectan a quien está en la Ribeira Sacra: el problema del naval es de Ferrol, pero le afecta a Lugo y en Vigo tienen que saber los problemas que tiene el sector ganadero. Debemos superar una visión localista y esa labor pedagógica también la tiene que asumir el Partido Socialista.
¿Para pensar Galicia más globalmente haría falta superar algunas de las materias pendientes del socialismo gallego, mirar menos hacia la dirección federal y superar la imagen de ser un agregado de agrupaciones locales?
Yo apuesto por un PSdeG fuerte y por unas relaciones con la federal de absoluta lealtad. Para que te respeten hay que respetar y esa es una máxima que el PSdeG tiene que llevar adelante. Yo nací en un partido federal y para mí no es nada extraño. Y para que haya lealtad el PSdeG tiene que ser el protagonista en las decisiones en Galicia. Y si bien es cierto que el PSdeG tiene una fuerte raíz municipalista, esto no tiene que impedir que se juegue un papel a nivel de país. Para eso hay que compartir los problemas, tenemos el deber de hacerlo; el militante tiene el derecho de participar y expresarse, y también tiene el deber de hacerlo.
¿Es una cuestión de respeto mutuo?
Totalmente. Para mí es fundamental un respeto mutuo que lleva a un código de lealtad que todo el mundo entiende. Yo, por ejemplo, dije que me iba a presentar ante el Comité Nacional. Pude dar una rueda de prensa, pero lo dije en el máximo órgano entre congresos que decide que va a haber un congreso y que antes puede haber una consulta. Esas cosas las tenemos que hacer en el partido, en el que yo llevo veinte años, desde septiembre de 1993.
Una época en la que no era fácil defender el PSOE en público...
Fue una especie de rebeldía, parecida a la de 1999, cuando entramos en el Ayuntamiento de Lugo. Las previsiones demoscópicas decían que íbamos a tener tres concejales y sacamos siete; estoy acostumbrado a entrar en momentos difíciles. No quiero decir que sea un experto en gestionar situaciones difíciles, pero hay que tener ilusión por el momento, y yo hoy por hoy la tengo, cuando todos nos tenemos que conjurar para decirle a la gente que se puede hacer política para solucionar sus problemas.
¿Celebrar unas primarias para elegir secretario general puede ser el primer paso para que esa gente pueda ver que el PSdeG se puede adaptar a la realidad actual?
Los estatutos están para cumplirse, pero también para ser intepretados. En diciembre celebramos un encuentro con la militancia en Lugo y parecía que era una fórmula antisistema dentro del partido, pero era escuchar a la militancia. Y en ningún punto de los estatutos del partido dice que no se pueda escuchar a la militancia, es más, aunque no esté escrito todos entendemos que el Partido Socialista tiene que escuchar a su militancia. Había cierto temor, porque parecía un contexto asambleario y no somos un partido asambleario. El encuentro salió muy bien, durante todo un día, con más de cincuenta intervenciones en las que no hubo una que no hablara de futuro, con gente que hacía años que no venía por el partido. Y nadie cuestionó al partido. Lo peor que puede hacerse es tenerle miedo a la militancia, con la que hay que compartir aciertos y culpas. Y en este proceso tenemos que ayudar, porque venimos de un tiempo en el que hubo un déficit de discusión, probablemente fruto de los tiempos. Tenemos que entrenar más la discusión.
Ese encuentro con la militancia que ya comenzó en Lugo ahora tiene que extenderlo a toda Galicia, ¿cómo ve ese proceso?
Empezaremos ya con las agrupaciones grandes y después iremos a las comarcas. Mi intención es batir toda Galicia, para estar prójimo al militante que me quiera escuchar o decirme algo. Se trata de escuchar; hay quien me dice “¿cuál es su proyecto?” y yo tengo opinión sobre muchos temas, pero hoy por hoy lo que hay que hacer es contrastarlas, porque en algunas cosas puedo no tener razón. Yo estoy dispuesto a discutir sobre régimen electoral, sobre las diputaciones...
En Lugo juega en casa por motivos evidentes, pero le falta un esfuerzo en el resto de Galicia. ¿Se siente un desconocido?
Sí, y me voy a presentar, no voy a dar por sentado que me conocen. Yo cuando inicio mis intervenciones con los compañeros y compañeras empiezo diciendo que soy un abogado de 45 años que se afilió al partido en septiembre de 1993, que es hijo de la educación pública, que me marcó y me dio mucho... Y les cuento cuándo empecé en la política activa en el Ayuntamiento de Lugo en 1999, en el 2007 entramos en la Diputación, la primera vez que entraba un socialista desde los romanos [ríe] y la revalidamos en 2011 en un contexto muy difícil. Aquí llevamos seis años en coalición con el BNG, donde fuimos capaces de marcar una hoja de ruta en la que los dos grupos trabajan para llevarla adelante. Yo no soy nacionalista ni he pensado serlo, pero no me dedico las veinticuatro horas a intentar convencer a los nacionalistas de que dejen de serlo, sino a que el acuerdo que hicimos se lleve adelante.
Si llega a la secretaría general tendrá que relacionarse, en mayor o menor medida, con el presidente de la Xunta. ¿Qué tal relación tienen? El gobierno de la diputación y el gallego se han topado en más de una ocasión...
Yo llegué a acuerdos con el PP para solucionar problemas. Pero nosotros no compartimos lo que está haciendo la derecha, que es una de las más duras, que no se parece en nada a la época de Manuel Fraga. Es insensible ante los problemas de la ciudadanía y contra eso nosotros tenemos que reaccionar. Acordar por acordar, no. Acordar para que la sociedad viva mejor, para tener una sanidad pública y una educación pública fuerte... Por ejemplo, la educación no es sólo dar clases de matemáticas y lengua, sino un paquete de comedor, transporte... todo aquello que permite que los chavales, cuando entran en la escuela, sean iguales. Que la línea de salida esté en el mismo sitio para todos.
Para llevar adelante estas iniciativas antes tiene que llegar al liderazgo del partido. ¿Espera muchos rivales?
Últimamente me hacen mucho esa pregunta... Cuando uno afronta un proceso democrático puede haber un candidato, dos, tres o cuatro... Y ninguna de las cosas es mala. Lo importante es que haya unas normas que permitan presentarse con unas condiciones razonables para todos. Tan bueno es que haya uno como que haya cinco. Yo no trabajo con esas hipótesis, sino que trabajo hablando con muchos militantes, diciéndoles que la solución no es individual. Si hay cinco candidatos, aceptaré la lucha democrática y con espíritu de superación. Pero hoy por hoy hay que hablar y escuchar, porque los liderazgos ahora no son individuales, son compartidos.
¿Uno de esos posibles competidores puede ser el actual secretario general?
No tengo opinión sobre lo que va a hacer. Es un militante más y yo no estoy en su cabeza, pero supongo que con el tiempo lo veremos. Sería un candidato más.
¿Se ve encabezando un cartel electoral o aún es política ficción?
Además de ser ficción, hoy por hoy tenemos que liberarnos de esa ansiedad. Tenemos que empezar a hacer un trabajo, a lo mejor como el que se hacía hace treinta años; tenemos que mirar más a las agrupaciones, a los militantes, tenemos que relacionarnos con la sociedad... y eso lleva tiempo, recuperar la confianza lleva tiempo. Se trata de hacer muchas cosas bien durante mucho tiempo, y el electorado de la izquierda es muy exigente. Pero aunque sea más duro, yo prefiero la izquierda frente a la derecha.
Y antes están las elecciones municipales...
También, y ahí las agrupaciones van a ejercer una gran responsabilidad. Esto requiere un esfuerzo común muy solidario, muy generoso y de compartir las decisiones, no con un líder mesiánico que decida el que hay que hacer. Eso ya no existe.
Algunas de las críticas que recibe usted en particular y el PSdeG en general es que los gobiernos de coalición salen más caros, que se centran en el reparto de poder y no en la ciudadanía... ¿Tiene en la cabeza cómo trasladarle a la ciudadanía que esto no es así?
Quien decide que haya un gobierno de coalición es la ciudadanía. Pero la derecha, que es más derecha cada día que pasa, es incapaz de llegar a acuerdos con nadie. Y el Partido Socialista tiene vocación y experiencia de gobierno, y cuando llega a acuerdos lo hace con un programa para la mayoría social. En la Diputación las tensiones son mínimas, porque tenemos en cuenta el bienestar de la sociedad. El PP dice que somos más caros: las cosas hay que hacerlas con transparencia y el no hacerlo sí que sale caro. ¿Dicen que tenemos asesores? Sí, y públicamente lo dijimos, y todo el mundo sabe que cuando este presidente se marche, los asesores también se marchan, no como en otros lugares en los que quedan como plantel provisional para siempre jamás.
La política ha pasado en los últimos años por los juzgados en diversas ocasiones. ¿Cómo lo interpreta, toda vez que parece que muchos de estos sucesos se dan en Lugo?
No son situaciones agradables. Yo lo único que tengo que pedir es que la Justicia sea rápida, porque cuanto más tiempo pasa, estas grandes operaciones se van diluyendo, con imputaciones en los ámbitos políticos que parecen una condena previa, sin derecho a la presunción de inocencia. En todo caso, considero que nunca se es lo suficientemente transparente y tampoco hay que tenerle miedo a gobernar. Hay que ser transparentes, porque después la ciudadanía tiene sentido común, que es una de las cosas que tiene que aportar el PSdeG, por ejemplo, para realizar una consulta aunque no lo digan los estatutos.
¿Aplicando ese sentido común el PSdeG puede afrontar la crisis de los grandes partidos y concretamente de la socialdemocracia europea?
Yo estoy convencido de que sí. Creo que las próximas elecciones en Alemania van a marcar una forma distinta de entender la política, hacia el crecimiento y contra la austeridad empobrecedora. Cuando se llega a una situación de pobreza, de miseria, de desigualdad masiva como la que ahora se vive en España, es el austericidio que se está produciendo por parte de la derecha. Y esa sociedad desigual no es la que quieren la mayoría de españoles y de gallegos. Por ejemplo, si yo no tuviera una educación pública no tendría capacidad de elección, y eso es lo que nos hace más iguales, tener capacidad de elección. Y en esto los socialistas no podemos renunciar a actuar.
¿En este contexto, además de en el PSdeG, cree que hace falta renovación en el PSOE, también de liderazgo?
El momento que vive el PSOE no es fácil. Mi impresión personal es que Alfredo Pérez Rubalcaba está más por el partido que por su posición personal. Alfredo es un hombre que intentará gestionar esta temporalidad en un momento que no es fácil y por eso su papel no es fácil. Esos esfuerzos también cuentan. ¿Será el líder de futuro? Yo creo que no, pero es importante pasar este período transitorio e impulsar reformas. Y si hay esa voluntad de impulsar el partido hacia el futuro, este año es importante.