La fortaleza del PP en la provincia de Lugo era de las más inexpugnables. Francisco Cacharro, histórico de Alianza Popular y popularmente definido como cacique, presidía una Diputación que se percibía inalcanzable para la izquierda. En 1999, una coalición de socialistas y BNG abrió la primera grieta en esa hegemonía al hacerse con la alcaldía de la ciudad. En la lista del PSOE figuraba Xosé Ramón Gómez Besteiro, concejal de Urbanismo y, ocho años después, primer presidente del ente provincial no de derechas. Los populares ya nunca volvieron a dominar electoralmente Lugo. Pero la carrera política de Besteiro sufrió un duro revés cuando, en 2016 y al frente del PSdeG como secretario general, fue imputado por seis delitos. Todas las causas han sido archivadas. La dirección ve en Besteiro el futuro de un partido fuerte en lo local pero alicaído y sometido a turbulencias en lo autonómico, justo cuando la marcha a Madrid de Feijóo tras 13 años de presidente ha movido el tablero gallego.
Fue el actual secretario general de los socialistas gallegos, Valentín González Formoso, quien resultó más claro al respecto. Hasta el punto de ofrecerse a dar un paso al lado. “Si un día Besteiro quiere ser candidato a la Xunta de Galicia, contará con todo mi apoyo personal siempre. Por justicia y por lealtad personal”, aseguró este martes. El día anterior, el responsable de Organización del partido, José Manuel Lage Tuñas, había tirado de metáfora futbolística: “Si tienes a Mbappé o a Messi, lo lógico es que lo pongas a jugar”. Xosé Ramón Gómez Besteiro (Lugo, 1967) guarda, de momento, silencio. Pero la sensación de alivio y las ansias de reparar lo que entienden fue una injusticia -imputaciones judiciales que duraron casi siete años y quedaron en nada- se extienden en el partido. O en parte de él. La alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, o el regidor de Monforte y presidente de la Diputación José Tomé lo han expresado en voz alta. La voz discordante la ha emitido Gonzalo Caballero, exsecretario general, para el que “la exoneración judicial no garantiza ser un referente idóneo ni un rumbo adecuado”. Y también recurre al fútbol: “No podemos confundir la Champions con las pachangas”.
“Él va a ser lo que quiera ser”, insiste Lage Tuñas en conversación con este periódico, “lo ha pasado muy mal. Lo abrieron en canal durante siete años seguidos y no había nada de nada”. La juez Pilar de Lara lo imputó en dos investigaciones, la que afectaba al edifico Garañón por “trato de favor” en una recalificación urbanística, y en la llamada Operación Pulpo por cohecho, prevaricación, tráfico de influencias fraude a las administraciones públicas, fraude de subvenciones y delito continuado de malversación de caudales públicos. La primera, que frustró sus planes de ser senador al dejar la presidencia de la Diputación, fue archivada en febrero de 2021. La segunda, derivada de supuestas adjudicaciones irregulares de la institución provincial a empresas del dueño de la empresa de transportes Monbús, Raúl López, la semana pasada.
Gómez Besteiro abandonó la política pública en marzo de 2016, cuando dirigía el Partido Socialista en Galicia tras imponerse en primarias a Manel Vázquez, alcalde de a Illa de Arousa, con un 77% del voto. “Se retiró para no hacerle daño a Pedro Sánchez”, sostiene Lage Tuñas, “en aquel momento había mucha tensión en la política estatal. Él optó por el silencio, con lo que demostró lealtad y compromiso con la organización”. El propio Sánchez le había mostrado su respaldo apenas unos días antes de que dimitiera de todos sus cargos: “Es una persona honesta, decente, y tiene toda mi confianza y del partido”. Es su cercanía con el presidente del Gobierno central una de las claves en un hipotético retorno a primera línea. Besteiro ya fue sondeado en 2021 para hacerse cargo de la Delegación del Gobierno en Galicia, pero la causa pendiente de la Operación Pulpo lo impidió. Con Ferraz conserva la sintonía. Y Sánchez nunca ha ocultado sentirse más cerca de Besteiro que del actual secretario general en Galicia, Valentín González Formoso.
“Fue la Inquisición”
Xosé Clemente López Orozco (Foz, Lugo, 1947) fue profesor de Besteiro y el político que, en 1999, lo embarcó en el Partido Socialista. Alcalde de Lugo entre 1999 y 2015, dejó la política después de que la misma juez, Pilar de Lara, lo implicase en una causa por la adjudicación fraudulenta de la ORA. En marzo de este año fue archivada. “Fue un momento muy duro que pasamos”, hace memoria para elDiario.es, “y que nos pinchen al secretario general de esa manera, a partir de anónimos, es de juzgado de guardia. Fue la Inquisición”. Lara Méndez, actual regidora lucense, mencionaba también los escritos anónimos que dieron lugar a las causas: “En 2016, quien era responsable del PP y portavoz en la Diputación, Elena Candia, también trasladaba esos anónimos al juzgado para intentar enturbiar y conseguir en los tribunales lo que no conseguía en las urnas”. Candia llegó a presidir el ente provincial durante menos de cinco meses en 2015, pero por desavenencias entre el PSdeG y el BNG. Ahora es la candidata del PP a la alcaldía de Lugo, tras haber gobernado Mondoñedo (Lugo) durante cinco años. Este miércoles lo negaba ante la prensa. “Se falta a la verdad”, dijo. La Fiscalía de Lugo lo recogía, sin embargo, en el sumario de la investigación, informa Europa Press: “El escrito que presenta [Elena Candia] a la Fiscalía se le hizo llegar a sus oficinas en la Diputación de forma anónima. Lo encontraron en un sobre blanco sin precisar la procedencia”.
Orozco destaca de su antiguo alumno su formación académica -es licenciado en Derecho- y su experiencia “política y de gestión, en un área complicada como era urbanismo”. Y de su paso por la Diputación de Lugo, “el giro de 180 grados” que, a su juicio, supuso acercalarla a los concellos y “esa joya” que entiende es la red de nueve residencias públicas para mayores en ayuntamientos de la provincia. “Construidas con atrancos de la Xunta, por cierto”, añade. Lage Tuñas habla de liderazgo natural, destaca su empatía y que “se desempeña bien en el ámbito rural y en el ámbito urbano”. “En ese sentido es un perfil parecido al de Valentín [González Formoso]”, afirma. Besteiro y Formoso comparten una trayectoria política paralela, del ámbito local al provincial, y, dicen, una estrecha amistad. Otras fuentes discrepan de esta visión amable, y no le conceden visión estratégica ni proyecto gallego. “Es simplemente un producto del municipalismo de Lugo, un hombre de aparato”, indican, “sin una idea de país. Su formulación es municipalista”. Su discurso solía apartarse de disquisiciones ideológicas y profundidades teóricas. Y su carácter afable lo reconocen propios y adversarios.
Las turbulencias del PSOE gallego
Pero si finalmente Gómez Besteiro decidiese regresar a la cúpula del socialismo gallego, encontraría una realidad sensiblemente distinta a la que dejó atrás en 2016. Aquel año, meses después de su dimisión, En Marea -coalición de la Anova nacionalista de Beiras, Podemos y Esquerda Unida- relegó al PSOE a tercera fuerza en el Parlamento de Galicia. Su candidato fue Xaquín Fernández Leiceaga. Cuatro años más tarde, y con Gonzalo Caballero al frente, no conseguiría remontar. Idéntico número de diputados, 14, y tras la implosión de la confluencia de izquierdas, de nuevo tercera fuerza, superado esta vez por el BNG de Ana Pontón.
Valentín González Formoso tomó el relevo en diciembre de 2021: derrotó a Caballero con casi el 60% del voto de los militantes en elecciones primarias. El proceso provocó heridas que todavía no han cicatrizado, y el grupo parlamentario está fracturado después del expediente abierto por la dirección gallega al diputado Martín Seco, fiel a Caballero. Las turbulencias que no cesan en el PSOE gallego desde 2009, en que perdió las elecciones frente a Feijóo. “Las declaraciones de Valentín sobre Besteiro sumergen al partido en la indefinición a cinco meses de las municipales”, critican, “con el grupo parlamentario descabezado y un secretario general que se saca del medio con esas declaraciones. Debió haber esperado a después de los comicios”.
En todo caso, y más allá de la posibilidad de que se abra una bicefalia de Besteiro y Formoso, el desafío de la dirigencia socialista en Galicia es trasladar al ámbito autonómico su potente presencia municipal: gobiernan cinco de las siete ciudades más pobladas -Lugo en coalición con el BNG- y otros 106 de los 313 concellos gallegos, y tres de las cuatro diputaciones, todas en pacto con los nacionalistas. Eso sí, el mayor de sus activos en la política local, el alcalde de Vigo Abel Caballero, va más bien por libre.