Parece que habrá que buscar otras alternativas para aminorar el impacto que supondrá el futuro cierre de la central térmica de carbón de As Pontes. A pesar de que la creación de una gran planta de biomasa sobrevoló siempre en el escenario como una alternativa y reivindicación política y sindical, ni Endesa ni la Xunta, ni los expertos ven posibilidades en esa opción, al menos para cubrir toda la producción y negocio generado por esta enorme instalación del norte gallego.
“No es viable mantener As Pontes con biomasa forestal”, advierte la Xunta desde hace días. Pero incluso la semana pasada, poco antes de una reunión en el Ministerio de Transición Ecológica, el alcalde de As Pontes, Valentín González Formoso, aseguraba que “lo lógico” sería que en Galicia se ubicase “una planta importante de biomasa”, habida cuenta del objetivo del Estado “de 1.000 megavatios de energía biomásica para 2030” y del hecho de que Galicia sea la mayor región europea en producción forestal.
A la salida de la reunión, con representantes de Endesa, los sindicatos o la Xunta, mostraba ya su “preocupación” al “no haber resolución” por la que “estar tranquilos” en un escenario “francamente difícil” que mantiene toda la comarca del Eume “con el corazón en un puño”. Endesa se encargó, ante las propuestas de los sindicatos de sustituir el carbón por biomasa y otros residuos sin necesidad de una gran inversión, que descartar al viabilidad de esa opción.
“Es imposible”, dice Roque Rodríguez Soalleiro, catedrático de Silvicultura por la USC y profesor de la Escuela de Ingeniería de Montes en Lugo. La biomasa, tal y como explica, tiene buenas opciones de aplicación en el ámbito térmico, “donde se está introduciendo progresivamente y con buenos rendimientos”. Sin embargo, los ciclos de vapor a partir de la biomasa para generar energía eléctrica tienen un rendimiento muy bajo, sobre el 30%. Esto supone que por cada megavatio de potencia eléctrica instalada harían falta 10.000 toneladas de biomasa.
Por lo tanto, la planta de biomasa de 50 megavatios que se está construyendo en Teixeiro (A Coruña) requerirá un consumo de medio millón de toneladas anuales. Toda vez que la potencia de la central térmica de As Pontes es de casi 1.500 megavatios, el consumo requerido se elevaría a casi unos 15 millones de toneladas por año. Sería prácticamente el doble en biomasa de la producción total anual de madera en Galicia. “Huelga decir que no sería una fórmula sostenible”, dice Rodríguez Soalleiro, que advierte de que la alternativa, “importar biomasa de fuera de la UE, supondría cambios de usos de suelo y deforestación”, además de una enorme “presión” en muchas zonas.
Desde el Máster en Energías Renovables, Cambio Climático y Desarrollo Sostenible de la Universidad de Santiago, único en este ámbito en el Estado, se insiste también en rechazar esta posibilidad y en la necesidad de apostar por una transición verde y sustentable, tanto a nivel económico como social y energéntico, en línea de lo que marca la Unión Europea.
Ni hablar de los peligros que otros expertos advierten de eucaliptización, ya masiva en las comarcas de Eume, pero también en las de Ferrolterra o el Ortegal --limítrofes con la que acoge la central térmica de As Pontes-- así como en toda A Mariña. También advierten de la presión sobre la biodiversidad de una zona, el norte de Galicia, donde el negocio de la madera es ya muy importante. Los cálculos de Promagal (Productores de Madera de Galicia) hablan de un promedio de 4.000 hectáreas por municipio y 30 millones de toneladas de madera “listas o casi listas para cortar”. Son, aquí, muchas las alternativas que pueden dirigir su mirada hacia el monte y sus posibilidades, también con la biomasa, pero no parece que destinadas a suplir el negocio generado por el carbón.
Alternativas o apuesta por la eólica
“La penetración de la biomasa para fines eléctricos puede estar en el ámbito de la cogeneración termoeléctrica a pequeñas potencias, para autoconsumo, siendo admisible tener alguna planta que llegue a 50 MW, como la de Teixeiro, que sirva como starter de un mayor empleo de la biomasa”, dice Rodríguez Solleiro.
Desde la plataforma Galiza, un futuro sen carbón se oponen “a la reconversión de la central de carbón en una macroincineradora de residuos orgánicos y/o de biomasa forestal”. “No sería en absoluto una alternativa sostenible, pues generaría más crisis climática y contaminación atmosférica y favorecería todavía más la eucaliptización y la pérdida de biodiversidad”, dicen.
En lo que tiene que ver con la emisión de gases de efecto invernadero por parte de la combustión de la biomasa, Rodríguez Soalleiro advierte que, “aunque no sea totalmente neutra”, sí que lo sería en gran medida porque estas instalaciones “emiten un dióxido de carbono que se fijó hace poco tiempo, y no el de los combustibles fósiles, fijado durante millones de años”. Respecto de la emisión de otros gases contaminantes, sí que asegura que los avances en filtros y reducción de polución han sido muchos en los últimos años.
Endesa, mientras, continúa con los trabajos para probar posibles combustibles y ganar así “tiempo” y comprobar si hay en serio alternativas “para sustituir o hibridar el carbón con biorresiduos”, como dice García Formoso.
Con todo, la apuesta más viable de la compañía, si es que se produce, parece ser la eólica, con una inversión importante destinada a cubrir los megavatios de potencia que ahora desaparecerán cuando se deje de quemar el carbón en la central.
Mientras, desde la UE, nuevos dirigentes de la Comisión señalan ya a Galicia como una de las regiones a ayudar económicamente en una transición verde que implique la descarbonización y la apuesta por una economía circular y sectores durante tiempo olvidados pero muy válidos. Al tiempo, y a pocas semanas de unas elecciones generales y a menos de un año de unas autonómicas, pocos se atreven a soltar el clavo ardiendo de la “reactivación” que reclaman Concello o Xunta.