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Daniel Salgado

19 de octubre de 2021 21:54 h

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Lorca no olvidaría fácilmente aquella noche. Seis mil personas abarrotaban la Praza da Quintana, la misma a la que se abre la Puerta Santa de la catedral de Santiago de Compostela. Sobre el palco de madera, La Barraca se disponía a representar La vida es sueño. Fue una de sus funciones más memorables. Para el poeta, la cumbre de su dedicación al teatro, junto al estreno de Bodas de sangre en Buenos Aires. Aquel 24 de agosto de 1932 vivió además el cénit de su gira gallega, la misma que registró con su cámara Gonzalo Menéndez-Pidal en una pequeña pieza documental que recoge las únicas imágenes en movimiento de Lorca en Galicia. El lunes, 25 de octubre, se podrán ver en el cine Numax de Santiago, a las 20.45 horas.

La película apenas dura 12 minutos. Y los fotogramas en los que aparece el escritor son pocos. Pero en una secuencia de ellos se puede observar como pasea, rodeado de la tropa de La Barraca, por la calle Príncipe, entonces de nombre Capitán Galán, en Vigo. Sonríe. El día parece soleado. Fue una de las siete localidades gallegas en las que se detuvo la segunda gira de la compañía. Santiago de Compostela, A Coruña, Pontevedra, Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), Baiona (Pontevedra) y Ribadeo (Lugo) la completaron, diez días entre el 20 y el 31 de agosto. La ha investigado a fondo el editor Henrique Alvarellos, autor de Federico García Lorca en Santiago de Compostela (2020) y además responsable del rescate de La Barraca de Lorca, xira por Galicia, el filme.

“Yo lo había visto en Fuentevaqueros (Granada), en la casa de Lorca. La proyectaban en bucle en un rincón, pero nadie hacía mucho caso. Mientras investigaba sobre las relaciones de Lorca con Galicia, encontre una copia en la Filmoteca de Valencia”, relata. La había depositado allí el propio cineasta, Gonzalo Menéndez-Pidal, quien fuera eléctrico de La Barraca y acompañara sus expediciones por la geografía española con cámara de fotos y de cine. Después se convirtió en historiador y, a su muerte, legó su abundante archivo audiovisual a la institución. Entre ellos, los 12 minutos gallegos del grupo teatral fundado en 1931, justo cuando se proclamaba la II República.

Pero más allá de los planos de Lorca en el centro de Vigo y del registro del montaje de decorados en la Praza da Quintana de Santiago, las imágenes no resultan fáciles de situar. Para conseguirlo, Alvarellos involucró al fotohistoriador Carlos Castelao, quien presentará la proyección en Numax, y algo avanzó. Con todo, “algunas son imposibles de localizar”.

Sí ha logrado concretar otros detalles. Las obras escenificadas, por ejemplo. “La Barraca se centraba en el teatro clásico español, en el Siglo de Oro”, explica Alvarellos, “y en Galicia hicieron tres o cuatro entremeses de Cervantes y La vida es sueño, de Calderón. A la manera lorquiana, eso sí”. Y esa manera lorquiana aparece en la película, que recoge actuaciones en las que el fondo es expresionista, el vestuario arlequinado, la puesta en escena, cinematográfica. La huella de las vanguardias nunca estuvo ausente del escritor andaluz, tampoco en su trabajo como dramaturgo.

Para Santiago de Compostela eligieron a Calderón. Aquella función reunió a 6.000 personas de público en una ciudad que, entonces, tenía 25.000 habitantes, recuerda Alvarellos. Su inicio se retrasó porque cuando una de sus actrices, María Carmen García Lasgoity iba a irrumpir en el escenario, sonaron las campanadas de la Berenguela. Y todos callaron embelesados por el sonido. Ella misma lo recordaba en su memorias décadas después. Entre los asistentes, no faltaron los amigos gallegos de Lorca: los pintores Luís Seoane y Carlos Maside, los escritores Francisco Fernández del Riego y Arturo Cuadrado, el librero y fundador de la Unión Socialista Galega Xohán Xesús González. Menos de cuatro años después, caerían asesinados -el propio Lorca, González- o se exiliarían -Cuadrado, Seoane, Maside.

El caso es que el lleno de A Quintana marcó a Lorca, quien confesaría a Cuadrado que entonces se dio cuenta de que el teatro para el pueblo de La Barraca “cobraba sentido”. “Fue sin duda el hito cultural de la República en Santiago más interesante”, considera Alvarellos. No el único, sin embargo. Ese mismo 1932, el poeta había visitado Galicia en dos ocasiones más, en ambas como conferenciante, primero en mayo y luego en noviembre. En 1935 publicó Seis poemas galegos, el libro de “chove en Santiago / meu doce amor”. Su editor se llamaba Ánxel Casal, último alcalde republicano de Compostela y miembro del Partido Galeguista, a quien los fascistas mataron el 19 de agosto de 1936 en Cacheiras (Teo, A Coruña). Un día antes, pero en Víznar (Granada), habían hecho lo mismo con Lorca.

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