Una marea de pellets de plástico está llegando desde mediados de diciembre a las costas gallegas, después de que un barco, el Toconao, perdiese parte de su carga frente a las costas del norte de Portugal. Las pequeñas bolas se han ido encontrando con el paso de los días en un territorio cada vez más amplio y han llegado ya a Asturias y Cantabria. Todo empezó hace un mes, pero el plan de contingencia de la Xunta para casos de contaminación marítima no se activó hasta el 5 de enero. La razón dada por el presidente gallego, Alfonso Rueda, es que no tuvo comunicación oficial hasta dos días antes. Las conversaciones entre administraciones lo desmienten: el Gobierno gallego lo sabía desde que se encontraron los primeros residuos, el 13 de diciembre. Cuatro días después de activar el plan, Rueda ha rectificado y ha elevado finalmente el nivel de emergencia para poder recibir ayuda del Gobierno. Antes que Galicia, lo había hecho ya Asturias.
Durante esas primeras semanas sin el plan de contingencias autonómico activado, las tareas de limpieza las asumieron en solitario los sucesivos ayuntamientos afectados. Ante el reguero de hallazgos por la costa gallega, un incipiente movimiento de voluntarios se empezó a desplazar a algunas playas para la laboriosa tarea de retirar diminutas bolas dispersas. El Gobierno gallego aseguró que el material no era “tóxico ni peligroso” en base a un informe de una sola página y firmado por un experto de una empresa. Un segundo estudio más detallado sí avisa de que debe tratarse con cuidado: “No inhalar, evitar el contacto con piel, ojos y ropa”. El Gobierno gallego dice ahora que ha movilizado a 200 efectivos. Y, tras resistirse durante cuatro días, ha elevado la emergencia a nivel dos y ha reclamado, tras un intercambio de declaraciones sobre quién debería determinar cuántos medios hay que destinar, recursos al Gobierno central. La factura, insiste la Xunta, se le va a pasar a la empresa armadora, una sociedad con sede en Bermudas. Estas son las claves del episodio de contaminación.
¿Qué son los pellets?
Son bolas de pocos milímetros que se utilizan como materia prima para elaborar diferentes productos de plástico. Se les llama también nurdles o lágrimas de sirena. Son muy ligeros y en la arena se dispersan fácilmente y complican la labor de retirarlos. Biólogos y ecologistas avisan del riesgo para los organismos marinos, que ingieren estos elementos porque los confunden con alimentos. Se les acumulan en el sistema digestivo y les pueden provocar infecciones o inanición, según explica Liliana Solís, bióloga de la Cofradía de Pescadores de Noia. La Xunta, por su parte, sostiene que no son “tóxicos ni peligrosos”. El documento en el que la Xunta se ha basado para negar la peligrosidad de los plásticos no lleva la firma de ningún instituto científico, según ha podido saber elDiario.es, y lo firma un técnico experto en reciclaje de plásticos que trabaja para la empresa Valtalia.
Por su parte, la empresa cuyo nombre aparece en los sacos es Bedeko Europe. La compañía, con sede en Polonia, se dedica a la fabricación de este tipo de materiales. No aclara la composición de los pellets que están apareciendo en las playas y se limita a señalar que no son tóxicos y que uno de los usos es fabricar “productos que entran en contacto con alimentos”. Se desvinculan de cualquier responsabilidad en el episodio de contaminación en Galicia porque, afirman, los propietarios de la mercancía no son ellos, sino un fabricante indio. La responsabilidad por la caída al mar de los contenedores se la atribuyen a la empresa de transporte Maersk, que, a su vez, asegura que ninguno de los seis contenedores perdidos, en ruta entre Algeciras y Rotterdam, contenía sustancias clasificadas como peligrosas y que están investigando el motivo por el cual el barco perdió parte de su carga.
8 de diciembre: el origen de todo
El 8 de diciembre de 2023 el buque Toconao, con bandera de Liberia, navegaba frente a las costas del norte de Portugal, a 80 kilómetros de Viana do Castelo. Perdió seis de los contenedores de mercancías con los que iba cargado. Uno de ellos estaba lleno de sacos de pellets de plástico. El Gobierno central ha indicado que las estimaciones dadas por el abogado de las empresas armadoras son que llevaba 1.000 sacos de pellets -unas 28 toneladas de material- y que desconocen si el contenedor se ha hundido o no. Sobre el contenido de los otros contenedores, el ministro de Transporte, Óscar Puentes, ha indicado que había materiales como neumáticos, metales y pasta de tomate. La empresa propietaria del buque es Polar 3 Ltd, con sede en Bermudas, un paraíso fiscal, aunque como dirección ofrece la de otra sociedad, Columbia Shipmanagement Ltd, con sede en Chipre y cuyo propietario es el empresario alemán Heinrich Schoeller.
Primeros hallazgos
El primer aviso es del 13 de diciembre, cuando un particular encontró pellets en una playa de Ribeira (A Coruña). Había sacos enteros y también bolas ya sueltas. En los siguientes días fueron encontrándose en más playas hacia el interior de la ría de Muros e Noia, en la parte sur, en concreto en puntos del municipio de Porto do Son. El día 3 de enero aparecen en Muros, en el norte de la ría. Y en las jornadas posteriores se localizan en otros puntos por toda Galicia: en la Costa da Morte, A Coruña y la Mariña de Lugo. El lunes 8 de enero se encontraron también en Asturias y al día siguiente se localizaron algunos en Cantabria. La asociación Noia Limpa ha ido recogiendo sobre un mapa todos los puntos en los que se ha informado de que han aparecido pellets dentro de Galicia.
¿Quién está limpiando la costa?
La administración que reaccionó en primer lugar ante la aparición de estos plásticos en la costa fue la local. Los ayuntamientos a los que pertenecen los tramos de costa afectados enviaron a sus equipos de emergencias y de limpieza, a pesar de lo limitado de su capacidad en algunos casos, en cuanto tuvieron noticia de que habían llegado a las playas. La alcaldesa de Muros, María Lago, indicaba el día 4 que solo tenía disponibles a dos trabajadores para recoger estas diminutas bolas en los arenales. La limpieza de las playas con carácter general corresponde a los ayuntamientos. El Sistema Nacional de Respuesta ante la contaminación marina establece una activación por fases que permite destinar a estas labores medios de otras administraciones en función de la gravedad o la extensión del episodio. Si los medios de los municipios no son suficientes o se ven afectados varios ayuntamientos, la previsión es activar el siguiente nivel, el 1, en el que ya intervienen los medios de la comunidad autónoma. La Xunta tomó esta decisión, la de activar la emergencia de nivel 1, el 5 de enero, cuando hacía semanas que constaba la presencia de plásticos en al menos dos municipios. Cuatro días después, pese al rechazo inicial, accedió a elevar el nivel al 2, el que le permite pedir medios a los ministerios.
El fin de semana del 6 y el 7 de enero, grupos de voluntarios empezaron a acudir a las playas a retirar por su cuenta los pellets. Ahora ya hay grupos orzanizándose a través de Telegram y Whatsapp. Algunas asociaciones ecologistas han empezado a dar recomendaciones para la tarea y a coordinar a quienes se acercan a la costa. Greenpeace avisa en su decálogo de que no se deben extraer otros elementos que hay en la playa, como conchas o algas, y que el material acumulado no se debe depositar en los contenedores habituales porque son residuos industriales.
¿Es la primera vez que ocurre algo así?
Hace dos años y medio un vertido afectó a las costas de Sri Lanka después de que el barco X-Press Pearl ardiese y se hundiese. En este caso, el buque iba cargado también con sustancias químicas, entre ellas ácido nítrico, además de pellets plásticos que cubrieron parte de la costa del país. Desde 2012 se han registrado en torno a una decena de incidentes en los que se perdieron cargas de pellets que iban en barcos en puntos del Mar del Norte, Sudáfrica o Hong Kong.
Maersk perdió a finales de diciembre de 2023, en medio de la tormenta Pia, 46 contenedores frente a las costas de Dinamarca, según recuerda Bedeko. En estos no había granulados, pero a las costas llegaron neumáticos y zapatos.
Cruce de acusaciones
El episodio de contaminación ha derivado en críticas a la Xunta, que ha reaccionado atribuyendo las responsabilidades sobre quién debe dar la respuesta a ayuntamientos y Gobierno central. La Consellería do Mar acusa al Ejecutivo estatal de haber ocultado información y el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, manifestó que la primera comunicación oficial es del 3 de enero. Sin embargo, las conversaciones entre administraciones desmienten esa afirmación y evidencian que la Xunta tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo 21 días antes de lo que dice.
El Gobierno central ha hecho un repaso de las fechas: el hallazgo del 13 de diciembre en una playa de Ribeira fue comunicado al 112, un servicio que gestiona la Xunta. El 112 pasa el aviso a Salvamento Marítimo. El 20 de diciembre, añade, el Centro de Salvamento Marítimo de Fisterra comunica que su investigación apunta a una pérdida de carga del buque Toconao. Esa información se la traslada también al subdirector del servicio de Gardacostas, que depende de la Consellería do Mar. Ese mismo día, el abogado de la naviera se pone en contacto con Salvamento y confirma que el 8 de diciembre se cayeron seis contenedores de ese buque al mar. En su recuento de comunicaciones, el Gobierno añade que el 26 de diciembre Protección Civil de la Delegación del Gobierno recibe información de que hay pellets en el parque natural de Corrubedo –competencia de la Consellería de Medio Ambiente– y se pone en contacto con el responsable del parque para darle el contacto de la empresa naviera –que debería asumir el coste de la limpieza, aunque el embrollo del Prestige demostró que no siempre es una tarea sencilla–. Al día siguiente, personal de la Consellería de Medio Ambiente pide más información al citado departamento de Protección Civil.
¿Qué dice el Sistema Nacional de Respuesta sobre las fases de emergencia?
Distingue dos ámbitos: el marino –con competencias exclusivas del Estado, a través del Ministerio de Transportes– y la costa, en donde hay una activación por niveles. Hay una primera fase de emergencia, que es la 0, para episodios de contaminación “de pequeña magnitud y peligrosidad”. Se aplica cuando los efectos se limitan a una entidad local. Es decir, en este caso, cuando solo hay un municipio afectado.
La situación 1 –la declarada inicialmente por la Xunta– implica una magnitud media, en la que se dan circunstancias como que los medios de la fase 0 no sean suficientes o que la contaminación afecte a varios municipios limítrofes. En este caso tiene que entrar en juego la comunidad autónoma. Podría activarse, de ser necesario, el Plan Marítimo Nacional. El Gobierno central no lo ha hecho porque “se activa cuando en el mar se detecta una emergencia y se puede actuar contra ella”, pero en las inspecciones realizadas por mar y aire “no se descubrió ningún material, al tratarse de plástico casi indetectable en alta mar”.
La siguiente es la situación 2, la que la Xunta terminó activando este martes, día 9, pese a su rechazo inicial. Se produce si los medios ya movilizados no son suficientes o si la zona es especialmente vulnerable. Cuando se pasa a este nivel, el real decreto sobre el sistema de respuesta en caso de contaminación marina indica que se le pueden pedir medios al Ministerio de Fomento –ahora denominado Transportes– y al competente en Medio Ambiente –en este caso, el de Transición Ecológica–. Pero la primera comunidad en activarlo antes que Galicia ha sido Asturias, que en los últimos días ha comenzado a avistar estos pequeños plásticos en sus playas.
En Galicia el paso de un nivel a otro abrió otro enfrentamiento con el Gobierno central: la comunidad se negó al principio a concretar qué medios pedía, mientras el Ministerio para la Transición Ecológica replicaba que les correspondía comunicar cuáles eran sus necesidades. Horas después se produjo otra rectificación de la Xunta, que decidió pasar la lista de peticiones: un submarino, siete lanchas, cuatro barcos, un avión y dos helicópteros. La respuesta no se hizo esperar y fue negativa para el grueso de los medios reclamados: el equipo que depende de Pedro Sánchez replica que la vigilancia del vertido de pellets con aviones y barcos ya está siendo realizada por Salvamento Marítimo con resultado negativo. Madrid informa a Galicia de que también se han estado usando satélites y, concretamente, de que se han analizado hasta 57 pases sobre la zona donde se volcaron los contenedores sin posibilidad de apreciar ningún resto de esa carga. También se remite al informe de la Organización Marítima Internacional que concluye que tratar de recoger los restos en el mar no se ha demostrado una vía eficaz. Con respecto a la puesta en servicio de efectivos en tierra el Gobierno da el visto bueno a la escasa reclamación de Galicia: un retén de guardia y formación para voluntarios.
Por último, en el Sistema Nacional de Respuesta está la situación 3, para episodios de “gran magnitud o peligrosidad”, y a la que se pasa cuando hay varias comunidades autónomas afectadas, cuando puede haber impacto en estados limítrofes o cuando haya peligro para la seguridad de personas y bienes y el Ministerio del Interior declare la emergencia de interés nacional.
Caso abierto
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Noia (A Coruña) ha acordado incoar diligencias por la posible existencia de un delito contra los recursos naturales y el medio ambiente por el vertido de pellets en la costa gallega tras la pérdida de carga de un buque frente a Portugal el 8 de diciembre. Lo hace después de las demandas presentadas por Podemos Galicia, Ecoloxistas en Acción, la Plataforma pola Defensa do Mar da Comarca Muros-Noia y la Fundación Montescola.