Lidia Senra (A Pobra do Brollón, 1958), tiene la agenda repleta de citas. Curtida en las mil batallas del sindicalismo agrario, en el que es referente tanto a nivel gallego como internacional, admite que una campaña electoral “es diferente a todo lo que ya he hecho” aunque solo “en la puesta en escena”, porque “en el fondo” se trata de “contactar con las personas”, algo que le es de todo menos “ajeno”. Elegida en el referéndum interno de Anova, Senra subraya que es “nacionalista” pero no “militante” de ninguna de las organizaciones de Alternativa Galega de Esquerda en Europa (Anova, Esquerda Unida y Espazo Ecosocialista), coalición que defiende con vehemencia como vía para que “el pueblo gallego esté” en la alianza de la “izquierda rupturista” en la UE.
¿Qué tal lleva la campaña?
El ritmo es bastante intenso, lo que pasa es que andar por todo el país y contactar con la gente te da mucha energía para seguir adelante y para intentar poner en marcha nuestra propuesta, que al fin y a la postre no deja de ser llevar las luchas de la ciudadanía al espacio del Parlamento Europeo y convertirlo en la caja de resonancia de las propuestas y luchas de la ciudadanía organizada de este país. Contactar con las personas y conocer las luchas es importante y, aunque muy agotador, te quedas con que aprendes mucho y vale la pena.
Pero, ¿se nota que hay campaña? Por el ambiente en la calle parece lo contrario...
Hay dos cosas: por una parte nuestra propia campaña y los actos, con una participación importante; está habiendo una campaña francamente bonita y agradable, de calor. A nivel general se percibe que ha habido un intento muy grande por apagar la campaña, tanto por parte de los grandes medios, que no tienen una cobertura de campaña, como con el acuerdo de la Junta Electoral estatal que impide que una institución como el Parlamento Europeo utilice la palabra “vota” en la campaña institucional. Claro está que ha habido un intento de que la ciudadanía no se preocupe por Europa, porque cuanto menos nos preocupemos más fácil es que el bipartidismo, el PP y el PSOE y sus socios europeos, se mantengan en el poder y hagan las políticas neoliberales que tanto dolor le causan a la gente.
Desde ámbitos del nacionalismo ajenos a Anova, les reprochan las alianzas con fuerzas estatales, específicamente con Izquierda Unida. ¿Por qué consideran compatible esa unión con el nacionalismo?
Desde la situación en la que estamos viviendo, de auténtica emergencia nacional. Nuestro país está viviendo un empobricemiento generalizado, estamos perdiendo los sectores productivos, la industria, estamos con el sector naval agonizante, estamos con unos niveles de pobreza y exclusión social y pobreza alarmantes, con un nivel de paro insoportable; estamos expulsando al futuro del país, que es nuestra juventud, o condenándola a vivir como trabajadores pobres. Estamos en una situación en la que se están privatizando los servicios públicos, donde el derecho a la sanidad ya no es universal, donde se está deteriorando la enseñanza a pasos agigantados, donde los servicios sociales públicos están tocados... En esa situación hace falta sumar y es compatible ser nacionalista con sumar fuerzas con Izquierda Unida para luchar contra las políticas que están acordando mayoritariamente los dos grandes partidos, que votaron lo mismo el 70% de las ocasiones en el último período del Parlamento Europeo. Hace falta que la izquierda que queremos romper con eso, que queremos constituir una nueva UE, nos unamos, que nos hagamos fuertes y sumemos. No es la hora de dividir, sino la de sumar, y para nosotros es tan compatible a nivel gallego como a nivel europeo.
¿Qué acogida ha tenido el ideario de Anova en Izquierda Unida a nivel federal?
Nosotros vamos a ir a construir alternativas. AGEe solo tiene dos compromisos por firmar la coalición estatal: votar a Alexis Tsipras como candidato que presenta toda la izquierda rupturista europea para presidente de la Comisión e integrarnos en ese grupo de la izquierda rupturista europea, que tenemos claro que queremos participar en ella, construirla y que el pueblo gallego participe en esa alianza en el marco de las instituciones europeas. Por lo tanto ahí no hay ningún problema. Con respecto al Estado, no tenemos ningún compromiso más. Las decisiones que vamos a llevar a esa alianza van a ser las decisiones que tomemos aquí como AGEe, ahí no tenemos ningún problema. Vamos a llevar las decisiones libre y soberanamente, nuestros acuerdos tienen soberanía.
En su programa reclaman la oficialidad del gallego normativo en las instituciones de la UE. ¿Por qué lo consideran fundamental?
Porque nosotros pensamos que todos los pueblos tenemos derecho a vivir en nuestro idioma, en nuestro caso el gallego. Pensamos que no pueden ser discriminadas las personas que vivimos en Galicia; el pueblo gallego no puede ser discriminado y tener por lo tanto una condición de inferioridad respecto a las lenguas de otros pueblos de la UE, que sí son reconocidas como lenguas oficiales. Queremos que se elabore la carta de los derechos lingüísticos para garantizar la igualdad de todos los pueblos de la UE y reconocer el idioma gallego como oficial para tener plenos derechos.
Mientras eso no sucede o si no llega a suceder, ¿aprovecharán la vía de la lusofonía para expresarse?
Efectivamente, intentaremos expresarnos en gallego y hacernos entender de la mejor forma.
En su programa apuestan también por la renta básica universal. Hay quien dice que eso es pagar por no trabajar y que es económicamente inviable...
Lo que es intolerable es llegar a una situación de pobreza y exclusión de tal magnitud cuando hay mucho dinero, por ejemplo en los paraísos fiscales, y además el dinero público se le están dando a las grandes empresas y por otra parte, según datos de la propia Comisión Europea, la corrupción cuesta 120.000 millones en Europa al año. Dinero hay, por lo que no es de recibo someter a la población, en nuestro caso a 636.000 familias, a la pobreza y a la exclusión social. Es necesario y urgente establecer esa renta básica que le garantice la dignidad a todo ser humano. Es fundamental y es posible si se tiene voluntad política y no se quiere condenar a seres humanos a la miseria.
Las encuestas dicen que la población ve las instituciones europeas muy lejanas. ¿Es posible mejorar la vida de la gente con el sistema de la actual UE?
Nosotros estamos diciendo que esta Unión Europea no sirve, que hay que romperla y crear una nueva que responda a los intereses de la ciudadanía y los ponga por delante de los del capital. Hablamos de la falta de democracia de estas instituciones, que también hay que cambiarlas y sustituirlas totalmente por otras que sean democráticas. En este sentido, mientras estamos en un debate electoral hablando de cómo queremos que sea la UE, la Comisón Europea, que no tiene legitimidad democrática porque los dos grandes partidos se encargaron de que el Parlamento no tenga la competencia de elegirla, está negociando un tratado de libre comercio entre la UE y los Estados Unidos que va a ahondar en la precariedad laboral, en la destrucción de la agricultura y de la pesca y en la privatización de los servicios públicos, que pretenden que sea irreversible. Es intolerable que la Comisión esté negociando una cláusula para salvaguardar a las corporaciones trasnacionales, para que en caso de que un gobierno legítimamente elegido les impida asentarse en su territorio o las expulse porque causan daños, los presupuestos públicos tengan que indemnizar a esa gran empresa por lo que supuestamente deja de ganar. Eso es intolerable y es entregar la soberanía de los pueblos a las grandes corporaciones.
Entre las críticas a ese tratado ustedes ponen el acento en los alimentos transgénicos. ¿Los rechazan en todo caso o solo cuando los controlen las grandes corporaciones?
Nosotros estamos totalmente en contra de los transgénicos. Los transgénicos no aportan nada, son un gran negocio a costa de la salud de las personas, del medio ambiente y de seguir destruyendo a los labradores y labradoras en todo el mundo. Lo único que hacen es meternos más problemas de los que ya tenemos. Estamos totalmente en contra de ellos y el tratado de libre comercio va a intentar abrirles las puertas definitivamente para que en la UE las empresas trasnacionales de los EUA campen a sus anchas, destruyendo la agricultura campesina y poniendo en nuestras mesas no solo productos alimenticios producidos con transgénicos, sino también con hormonas que en Europa están prohibidas. Vulneran además el principio de precaución, que en la UE existe mientras que en Estados Unidos todo es bueno hasta que la ciudadanía demuestre que es peligroso. Aquí las empresas aún tienen que demostrar que algo no es nocivo antes de ponerlo en el mercado. Las personas somos las cobayas y cuando empecemos a morir, se demostrará que algo no va bien.
Sin salir del campo, ¿se llevó una alegría al saber que el señor Cañete era el candidato del PP?
Desde el comienzo entendemos que el PP escogió al candidato que mejor representa sus intereses, un señor que lleva defendiendo cómo nadie los intereses de los grandes negocios en el ámbito agrario y también en el ámbito de la política en general. Es una persona que no merece estar en las instituciones públicas por atreverse a calificarnos a las mujeres como seres menos inteligentes, ese mensaje que tanto daño nos ha hecho de que las mujeres somos inferiores. No hemos luchado tanto para que venga un señor que pretende ser comisario a decir semejantes barbaridades y a estar en sitios donde se tienen que elaborar políticas para garantizar la igualdad de las mujeres o para erradicar la violencia machista, de la que son víctimas un tercio de las mujeres de la UE. Señores como este poco van a hacer para erradicar esta situación, más bien van a favorecer lo contrario.
¿El machismo de Cañete le afectará al PP en las urnas?
No lo sé, lo veremos el día 25.
¿Y los casos de presunta corrupción?
Nos parecen totalmente intolerable y nosotros pensamos que medidas para luchar contra la corrupción son imprescindibles en el ámbito del Parlamento Europeo, y ahí es fundamental la transparencia a la hora de la contratación pública y también anular los procesos de privatización, que son el caldo de cultivo para esas prácticas. Hace falta también la participación de la ciudadanía para dedicir cómo se emplea el dinero público.
Según la mayor parte de las encuestas, usted será eurodiputada. ¿Podrá seguir siendo también labradora?
Yo soy mucho de no vender el pescado antes de pescarlo. Hasta el día 25 me preocupa poner todas las energías en esta labor de presentarnos, de presentar nuestras propuestas y de animar al apoyo a nuestra candidatura. Mi compañero y yo somos campesinos y vamos a seguir manteniendo nuestra actividad agraria. Le dedicaré un tiempo diferente, pero quienes vivimos en una casa de labranza sabemos que los momentos en los que se está allí son para participar de la actividad de la finca. En todo caso, podremos hablarlo en la próxima entrevista [ríe].