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Compostela homenajea a Lorca en el 80 aniversario de sus seis poemas gallegos

Montse Dopico

Santiago —

“Sobre los poemas de Federico -los gallegos se entiende- mi intervención fue servirle de diccionario viviente y, -si me es permitido el decirlo- poético y discriminativo. Él me decía un verso en castellano y yo lo traducía libremente al gallego, buscando, como es natural, las palabras que a él más habían podido impresionarle por el color, el sonido, la evocación mágica. Si no le gustaba alguna -pura y simplemente un juicio poético, inmediato-, yo le daba otras en opción y él, augustamente, elegía a que le salía de los cojones líricos”. Esto escribió Ernesto Guerra da Cal sobre los seis poemas en gallego de Federico García Lorca en una carta que le envió a Eduardo Blanco-Amor 1949. Lo h arecordado el periodista e investigador del grupo Galabra de la Universidad de Santiago Joel Gómez en el acto de celebración de los 80 años de la edición de estos poemas que ha celebrado el Ayuntamiento de Santiago.

La génesis de los poemas, -destaca Gómez-, fue un enigma durante 50 años, hasta que después de la muerte de Blanco Amor se divulgaron los materiales en que se basó la publicación de los mismos, realizada por la editorial Nós, de Ánxel Casal, editor y alcalde galeguista de Santiago fusilado por los franquistas el mismo día que Lorca. “A mí me tiembla a mano -y el alma- al ponerla sobre estos versos, que ya no nacen reliquia, para echar más allá un acento o traer más acá un desmandado apóstrofo. Pero nada más que para eso. Toda su naturalidad fue pulcramente respetada. Mi complicidad se reduce a un leve paso por las ajetreadas cuartillas, con probidad pendolista y ortográfica. ¡Y que aún esto me sea perdonado!, escribe Eduardo Blanco-Amor en el prólogo de la edición de Nós de Seis poemas galegos, -reeditada en facsímil por el Consorcio de Santiago y Ara Solis-. Blanco-Amor consiguió, -destacó Gómez-, que Lorca accediera a publicar los poemas y preparó la edición con una serie de enmiendas.

Tras la intervención de Joel Gómez, comenzó en el acto de Santiago el recitado de los poemas con María Antonia Pérez, de la asociación O galo, que leyó Canzón de cuna pra Rosalía Castro, morta. García Lorca “sentía admiración por Rosalía de Castro, afirmada, posiblemente, por las recomendaciones de Juan Ramón Jiménez, lector rosaliano”, según recoge la obra O pórtico poético dos Seis poemas galegos de F. García Lorca, de Luis Pérez Rodríguez, publicada por el Consello da Cultura Galega.

Lorca había viajado a Galicia en 1916 y en 1932. “Carlos Martínez-Barbeito recoge algunos instantes de este viaje, literaria y humanamente intensos. El pasmo delante de la Catedral, afirmándose entre la niebla nocturna; la Quintana, acogedora y íntima, a la que Lorca bautizó con el nombre de plaza-butaca y sirvió de espacio poético a su poema Danza da lúa en Santiago; la Colegiata de Santa María la Real de Sar y su claustro, con sus sombras pétreas de monjes y abades; la ofrenda floral a Rosalía y el momento en el que le dedica, en el Café Suizo, sus libros Canciones y Romancero gitano, con firma y dibujos esparcidos por entre sus páginas, forma que tenía Federico de alargar indefinidamente su afecto en la presencia y memoria de sus amigos”, cuenta Luis Pérez.

Y fue Danza da lúa en Santiago el segundo de los poemas leídos, -este, por Mauro Senín de aCentral Folque- en el acto organizado por el Ayuntamiento, justo antes de que Narf interpretara, con su voz y su guitarra, Cantiga do neno da tenda. Siguió el homenaje a los Seis poemas galegos con Romaxe da nosa señora da Barca, recitado por Iria Sobrado, de la asociación cultural San Martiño Pinario y con Noiturnio do adolescente morto, leído por Chema Díaz, de la asociación cultural Cidade Vella. Finalizó el acto con el más conocido de los poemas, Madrigal á cibdá de Santiago, interpretado también por Narf, en una versión estrenada para el evento.

Al volver a Madrid de su primer viaje a Galicia en 1932, Lorca ya llevaba prefiguradoMadrigal á cibdá de Santiago, el primero de los seis poemas. Ese mismo año volvió primero como director de La Barraca, visitando A Coruña, Compostela, Pontevedra, Vilagarcía y Ribadeo, y una vez más, pasando por Pontevedra y Lugo. La amistad de Ernesto Guerra da Cal, -a quien Blanco-Amor atribuye el papel de incitador de los Seis Poemas-, fue decisiva en todo este proceso.

En 1934, Lorca viajó a Buenos Aires y Montevideo, y allí se inspiró en los emigrantes gallegos para escribir Cantiga do neno da tenda. El autor de Romancero Gitano ya había publicado el Madrigal en el periódico El Pueblo Gallego y, cuando regresó a Granada, Blanco-Amor le insiste en la publicación de sus poemas. Vuelve a Madrid y decide finalizarlos con ayuda de Guerra da Cal, que según subraya Joel Gómez fue quien le había sugerido que los escribiera en gallego, y no en castellano como era su primera intención. Los Seis poemas galegos fueron editados el 27 de diciembre de 1935 en Nós, en el incluso edificio enfrente del cual se ha celebrado el acto del 80 aniversario.