Entre las primeras revelaciones derivadas del levantamiento del secreto de sumario de la operación Zeta figuró el envío de regalos por parte de la trama presuntamente dirigida por el empresario y militante del PP Gerardo Crespo a diversos dirigentes políticos. Como informó eldiario.es, la policía encontró en los ordenadores de Azetanet, una de las empresas investigadas, una relación de regalos en la que, bajo el título “regalos clientes”, se recopilaban los supuestos obsequios de la trama a diversos dirigentes durante la Navidad de 2010.
La lista estaba encabezada por la conselleira de Traballo, Beatriz Mato, a quien, según ese documento, le correspondía lotería y un bolso. Mato admite ahora que ese regalo existió, pero le quita hierro desmintiendo que fuera de valor relevante y asegurando, en todo caso, que no influyó en sus decisiones en el Gobierno.
En el marco de una entrevista concedida a la Cadena SER, la conselleira fue preguntada por este bolso y sobre si, como ha trascendido, era de una marca de precio “muy caro”. A pesar de no responder abiertamente sobre si había sido o no agasajada por las entidades de Crespo, la titular de Traballo sí quiso aclarar que el misterioso bolso “no tiene ni marca”. Acto seguido, Mato agregó que “no recibí nada que me influyera en mis decisiones”, entre las que se encuentra gestionar los cursos de formación que ahora investiga la Justicia por presunto fraude.
En este contexto, la consejera justifica también que “estamos hablando del año 2010”, toda vez que es necesario “recordar” que “esta Administración, esta consellería, siguiendo la instrucción del Gobierno, se tiene que adaptar a lo que los ciudadanos reclaman de todos nosotros y hay un control, y un control y una efectividad en nuestra transparencia donde no tenemos ya permitido aceptar regalos dentro de la Xunta dentro de un importe superior a 90 euros o que no sean más allá de un regalo institucional”. Así, “no había esa normativa” y, por lo tanto, dice, cabía aceptar ese regalo.
La norma a la que se refiere Beatriz Mato es el código ético lanzado por la Xunta el pasado marzo y publicado en el Diario Oficial de Galicia en octubre, un texto sin más consecuencias que las leyes vigentes que, en el caso concreto de los regalos, se limita a diseñar un procedimiento para devolver regarlos y a establecer en 90 euros el tope a partir del cual estos dejan de ser de cortesía, el único tipo de obsequios permitidos en la Xunta desde 2006, durante el Gobierno de coalición de PSdeG y BNG. En ese año la Ley de transparencia estipuló en su artículo 15 que el presidente, los conselleiros y demás cargos gubernamentales “no aceptarán regalos que superen los usos habituales, sociales o de cortesía, ni favores o servicios en condiciones ventajosas que puedan condicionar el desarrollo de sus funciones”.
Así las cosas, en sentido estricto Mato ya no podría haber aceptado en 2010 el bolso de la discordia si consideraba que iba más allá de la cortesía o que se lo entregaban para influir en sus decisiones. No obstante, especificó en la citada intervención radiofónica, ella misma está “convencida de que la gente entiende” que “ningún político va a cambiar una decisión por una botella de vino ni por dos botellas de vino, ni por una bolsa o un bolso”. Además, como ya había señalado en su comparecencia parlamentaria del 2 de diciembre, el actual Gobierno ha impuesto nuevos controles en los cursos de formación, a los que se agregarán otros como la identificación del alumnado mediante la “huella digital”.