José Ramón Gómez Besteiro se aproxima a una encrucijada política. Casi dos años y medio después de llegar a la secretaría general del PSdeG está a punto de convocar las primarias para decidir la candidatura a la Presidencia de la Xunta y lo hace mirando a varios frentes: el estatal, con el posible intento de Pedro Sánchez para formar gobierno; el interno, tras una frustrada operación de exdirigentes que han intentado precipitar su relevo; y el judicial, en el que dice esperar que su imputación en el caso Garañón decidida por la jueza Pilar de Lara el pasado verano deje de “jugar” en el panorama político. Él, subraya, ya ha protagonizado todo “un striptease económico y patrimonial” ante un caso que vincula con un PP “que sabe que su ciclo se acaba”.
El 2016 es un año marcado en rojo en el calendario político gallego que llega, además, después de un largo ciclo electoral. ¿Cómo lo afronta?
Van a ser unos meses muy largos que se han abierto con el 20 de diciembre. A mí esto me recuerda a aquello que le preguntaban a un senador republicano sobre la razón por la que había vuelto a ganar Obama; él decía: “Nosotros habíamos pensado que la sociedad era como El show de Bill Cosby, pero en realidad era como Modern Family”. Ahora está pasando algo similar; supuestamente todo el mundo estaba preparado para el pluralismo político, pero ahora algunos piden volver a votar porque no les ha gustado el resultado. Pero los ciudadanos nos han dicho que nos pongamos de acuerdo, no que les pidamos una segunda opinión. Y por eso se debe trabajar en la construcción de un gobierno alternativo a partir de un resultado que es un “no” rotundo a un PP al que, también aquí en Galicia, se le ha perdido el respeto. Y por eso se abre la posibilidad irreversible de un cambio en Galicia que va a marcar la agenda política de los próximos diez meses.
¿Cómo abordaría el PSdeG una eventual repetición de las generales?
Yo en el último Comité Nacional he reflexionado sobre la palabra coherencia y he hablado de lo que supuso la pérdida de la coherencia para nosotros, haciendo un cambio constitucional que llevó a los votantes a pensar que PP y PSOE éramos lo mismo. Y esa incoherencia la hemos arrastrado cinco años. Pedro Sánchez sitúa tres puntos: la reforma constitucional, posición contra el terrorismo internacional y firmeza ante la declaración secesionista de Catalunya. Así nos presentamos a una campaña electoral en un contexto muy complejo para el Partido Socialista. ¿Qué hemos hecho después del 20-D? Hemos seguido en el marco de la coherencia, priorizando la agenda social. ¿Cómo afrontaríamos unas posibles segundas elecciones? Manteniendo la coherencia, mientras todo el mundo sabe que del PP no se puede esperar nada, mientras Ciudadanos tendrá que decir si su agenda de reformas pesa más que ser una muleta del PP y Podemos, si su agenda social está por encima de la territorial.
En ese Comité Nacional ha habido críticas a la dirección del PSdeG centradas en su persona. ¿Cómo las interpreta?
Yo distinguiría la cantidad de la calidad en las intervenciones en ese Comité Nacional. Algunos creían que el Partido Socialista iba a tener peores resultados, que iba a tener menos diputados. Por eso no es extraño que hayan fracasado algunos de los movimientos que ha habido después del 20-D, porque les faltaba sentido común.
Algunos de esos movimientos a los que se refiere han partido de antiguos dirigentes de la primera línea del partido...
Cuando uno está en el Comité Nacional se representa a sí mismo. Ahí no hay categorías. Y, como siempre en política, hay que tener autoridad y también potestad. Por ejemplo, con el nombramiento de Patxi López en el Congreso de los Diputados, nadie le niega la autoridad, que es lo que hay que perseguir tener. Y algunos, desde mi punto de vista y sin negar el derecho a la discrepancia, deben tener en cuenta que, para tener peso, hay que tener autoridad para hablar.
La pasada semana tuvo que ir a declarar a los juzgados de Lugo por su imputación. ¿Esperaba llegar al año electoral pendiente de este procedimiento?
Era previsible que pudiera ser así por los antecedentes de ese juzgado. Yo he acudido fiel a la cita, como debía, y ha quedado claro que no es que no quisiera declarar, sino que no me han dejado más remedio que no hacerlo, porque en una declaración uno debe estar asistido por sus abogados, que están familiarizados con una supuesta macrocausa de 18 tomos. Yo, como abogado de oficio que he sido, sé que un abogado tiene que tener conocimiento de la causa para ejercer de una manera normal. Sintiéndolo mucho, le expliqué a la jueza que me parecía absurdo que, llevando 180 días esperando para declarar, justamente el 12 de enero, cuando mis abogados tienen un juicio, parece que se acabe el mundo y no existe otro momento.
Después uno se puede preguntar por qué no se cambió, lo que yo dejo abierto a los lectores inteligentes, porque en otros actos en estas mismas diligencias sí se ha cambiado de fechas. Pero yo creo que todo el mundo va entendiendo qué fue lo que pasó con esta imputación exprés el 3 de julio, cuando después el 31 de julio todavía faltaban documentos por pedir. Todos los hechos posteriores hacen pensar que se hace una imputación exprés ante la posible votación sobre el Senado, de la cual el PP también es cómplice. Todo el mundo tiene claro cuál fue el juego que se hizo. El pasado está ahí para analizarlo y yo no soy de los que dice “te lo dije”.
¿Usted a qué atribuye esas coincidencias a las que se refiere?
Decía un vecino mío: “No interesa”. Efectivamente, habrá que profundizar en por qué no interesa. El PP sabe que su ciclo se acaba y erróneamente interpreta que su línea de ataque se debe centrar en el Partido Socialista. Hay un Partido Popular que no entiende estos tiempos, con un presidente que ya no es relevante, sino titubeante, en permanente huida ante cualquiera tema comprometido.
¿Se da algún plazo personal en caso de que los plazos judiciales sigan alargándose?
Ve a haber un horizonte de toma de decisiones en las elecciones primarias. En ese momento nos pondremos ante la decisión que adoptaré, basada en la profunda responsabilidad. No voy a abandonar el camino de la responsabilidad. Yo espero que los temas judiciales no jueguen en esto porque si no el análisis social sería más profundo. Sería una de esas cosas que se analizan dentro de varios años, sobre si los tiempos judiciales y políticos coinciden o si es conveniente hacerlos coincidir. Cuando llegue el momento seré una persona absolutamente responsable.
Ahora mismo, en enero de 2016, se siente con fuerza para ser candidato?
Totalmente. Ahora mismo, en enero de 2016, lo afirmo de forma contundente. En febrero habrá un Comité Nacional extraordinario en el que hablaremos de cosas muy importantes, como una plataforma programática que pondremos al servicio de toda la sociedad. Se trata de cómo vamos a llegar a unas elecciones en las que quiero que haya primarias, no como sucedió hace cuatro años, cuando situaciones internas no se acomodaron para que hubiera primarias. Todos lo recordamos y todos los militantes de bien saben que no se debe producir esa situación.
En los últimos meses ha aludido a la necesidad de reconectar con la gente joven que, si quiere votar en clave de izquierda, mira hacia las mareas en Galicia o hacia Podemos. ¿Cómo piensa hacerlo?
Primero, con el camino de la coherencia, que el Partido Socialista vuelva a hacer lo que se espera de él. Eso tiene que reforzarse con posiciones claras sobre lo que se quiere hacer en España y en Galicia. Para nosotros el criterio es la reconstrucción social, porque el efecto de la crisis es muy fuerte y porque en esta discusión sobre bipartidismo o más fuerzas políticas late el fracaso de una generación. Tenemos que competir en hacer mejor las cosas teniendo claro lo que queremos hacer; el proyecto socialista solo puede triunfar con esa bandera social también ante esa gente que no recuerda quién fue Felipe González, a la que les explotó delante esta crisis y que ve solo a los socialistas como gente muy maja que hizo grandes cosas en el siglo XX. Y trasladando el mensaje de que no hay que tener solo referentes orgánicos, también referentes sociales. La sesión de entretenimiento debe terminar y hay que le decirle a la gente cómo vamos a solucionar sus problemas.
¿Se ha entretenido demasiado el PSdeG desde 2009, cuando Feijóo llega al gobierno, mientras se configuraba un amplio espacio político a su izquierda, primero en el Parlamento y después en los ayuntamientos?
Eso responde a la realidad social en la que se producen fenómenos como el 15-M y en una larguísima crisis ante la que no hay casi respuesta por parte del Estado. No es una crisis de los partidos, es una sociedad más madura, como lo ha sido antes en otros países. Y, sobre todo, la crisis económica ha hecho ciudadanos primero más egoístas y después, más solidarios. Es lo que nos toca vivir y, dentro de esto, el Partido Socialista tiene que aparecer como un vehículo de responsabilidad y de soluciones a las grandes preguntas. Se abre un espacio en el que tenemos que ser mucho más claros sobre lo que queremos y podemos hacer.