“Todos los días y todas las noches, para siempre”: la boda de dos ourensanos 950 años antes de la ley de matrimonio gay
“Pedro Díaz y Munio Vandílaz pactamos entre nosotros y para conocimiento de los demás, por escrito legal firmado en el 16 de abril de 1061, en lo relativo a la casa y a la iglesia de Santa María de Órdenes que poseemos los dos y en la cual somos iguales en trabajo, en acoger visitas, en cuidarla, decorarla y gobernarla, así como plantar, edificar y trabajar en la huerta”. El acuerdo que así arranca, firmado entre dos vecinos de Rairiz da Veiga (Ourense), es la boda entre hombres más antigua documentada en la Península, y uno de los ejes del documental Maridos e sodomitas, os casamentos de home na Galiza medieval, producido por la Deputación de A Coruña.
El trabajo, que se puede ver aquí, está realizado por Nós Televisión y parte de una idea original del investigador y escritor Carlos Callón, que es además el conductor del documental. En él anticipa algunos de los contenidos de su libro Vidas e historias LGBT da Idade Media, que publicará en enero la editorial Xerais. “El objetivo es divulgar cosas que en el mundo de la investigación ya eran conocidas. Son documentos y obras de arte que están ahí, que no están ocultas; se pueden ver, pero no se mira para ellas”.
Eso fue, de alguna manera, lo que sucedió con la propia acta que registraba la boda de Pedro y Munio, que forma parte del Tombo de Celanova, un monumental conjunto de 600 documentos medievales del monasterio benedictino de esa localidad ourensana. Lo descubrió John Boswell, el gran medievalista estadounidense, al que está dedicado el documental. Y fue sólo después cuando el catedrático de Historia Medieval de la USC y principal estudioso del Tombo, Xosé Miguel Andrade, reparó en lo que tenía entre manos. “Se me pasó por alto, estaba más pendiente de los documentos que contaban cómo los monjes compraban las tierras de los campesinos”, confiesa en el documental.
“Una unión inesperada”
Callón y Andrade hablan del tipo de unión entre aquellos dos hombres de los que no se sabe nada más y llegan a la conclusión de que se parece más a un matrimonio actual, “una selección guiada por el afecto” que a uno del siglo XI, previo al modelo canónico instituido doscientos años después. Algo que, para ambos, parece claramente señalado por una frase, la que dice que mantendrán su acuerdo “todos los días y todas las noches, para siempre”.
“El propio Andrade manifiesta la importancia de que aparezca esa frase en un documento que ya diferentes investigadores observaron que es una unión inesperada”, cuenta Callón en conversación con elDiario.es. “Son dos hombres sin relación familiar, sin que sea una unión patrimonial, que deciden por motivos de afecto unir sus vidas. Si en vez de ser Pedro y Munio fuesen Pedro y Sara o Pedro y María, nadie dudaría. Lo que sucede es que son dos hombres... ¿Cómo explicar eso?”.
Boswell lo hizo. Demostró que las uniones entre hombres eran algo habitual en la Edad Media y que, en Europa del Este, contaban incluso con fórmulas de la Biblia -“Cristo y su discípulo amado”, “David y Jonatan”- para darles solemnidad. Sin embargo, esa realidad tardó siglos en abrirse paso. Los copistas y los estudiosos lo hacían desaparecer. Unas veces por homofobia; otras, simplemente, “por la inercia del campo académico: al no existir una explicación de conjunto, hace pensar que es un caso único, un error, que no puedes defender científicamente”.
Por eso, Callón reivindica que lo que él hizo fue “coger las notas al pie de página de diferentes libros de investigadores extrañados y juntarlas”. Fue entonces cuando se dio cuenta de que “lo que es un caso único en uno, no es el caso único del otro ni del otro, sino que detrás de eso hay todo un contexto”.
Las otras notas a pie de página
En el documental aparecen otros de esos casos únicos que ayudan a comprender el contexto. Una lápida funeraria encontrada en Taragoña (Rianxo) con la despedida de un hombre al fallecido que, por la forma poco usual de expresarse, hace pensar al arqueólogo Xurxo Ayán que se trata “de dos amantes”.
También se destacan -con el profesor y exdiputado nacionalista Francisco Rodríguez- los poemas satíricos, con clara intención política, dirigidos desde la corte de Alfonso X al noble Estevo Fernández de Castro por querer un “casamiento de hombre”. “Quería ser adelantado del Reino pero lo que de verdad le gustaría es ir atrás”, traduce Callón en versión libre.
Mención especial merecen las figuras antropomorfas, con los cuellos cruzados y las narices unidas que se pueden ver sobre el sepulcro del obispo Xoán Fernández de Soutomaior en la catedral de Tui y que Callón se pregunta -sin respuesta- si podría ser la representación más antigua de la homosexualidad en Galicia.
Lo que sí parecen es una advertencia contra el pecado de sodomía “que se podía dar dentro de la Iglesia”, según la profesora Marta Cendón. “Un pecado muy castigado y constantemente mencionado, lo que quiere decir que no estaba solucionado. Cuando leemos sobre él en el siglo XII, en el XIII, en el XIV, en el XV... lo que nos dice eso es que no está resuelto”.
A Callón le gusta explicar esta parte con Mujer contra mujer, la canción de Mecano, y su verso “Nada tienen de especial dos mujeres que se dan la mano”. “No, en los 80 no tenía nada de especial, pero hoy no hay tantas mujeres cogidas de la mano y cuando ves a dos piensas que son pareja”.
Mil años sin pecado de sodomía
“Es curioso cómo una vez que imaginas que es posible que unas mujeres se relacionen, compartan afectividad, tengan reconocimiento jurídico, cuenten con referentes públicos... Acabas dándole ese sentido a una señal de afecto que, antes, podía camuflar una relación o no”. Con anterioridad al nacimiento del pecado de sodomía, los hombres se besaban, dormían juntos, “incluso desnudos” y eso no implicaba una relación. Sin embargo, todo eso cambia con el pecado, un cambio se hará imparable con el Concilio de Trento.
“El pecado de sodomía no aparece hasta el siglo XI”, cuenta Callón a elDiario.es. “No existe durante los mil primeros años de historia del cristianismo; ni siquiera la propia palabra. Es muy curioso ver cómo determinados elementos que son clave en el discurso de la Iglesia no están en los Evangelios... aparecen más tarde y tienen una explicación histórica”.
Esa explicación lo incardina con la “creación de la sociedad represora”. “Cuando empiezan a fortalecerse las monarquías autoritarias y centralizadas, se crean discursos de odio contra grupos contra los que no había nada”. Callón enumera a los LGBT, pero también a los judíos, los musulmanes -es el tiempo de las Cruzadas-, los gitanos... “distintos zorros unidos por el rabo”, como decía un obispo de la época.
Ese discurso y esos argumentos no parecen diferir demasiado de los del neofascismo y la ultraderecha actual. “Por eso es tan importante abrir los libros de historia”, responde el investigador cuando se le señala, “para observar cómo hay muchas líneas de odio, de intolerancia y de opresión, que si conocemos mejor por qué surgieron y cuáles son sus efectos, podremos atenuarlos y tener una vida más viable”.
De Mecano a Projecto Mourente
La música que acompaña a Callón en su viaje es el pop electrónico de Projecto Mourente, el alter ego musical desde el cambio de siglo de Carlos Valcárcel, por aquel entonces, también activista LGBT. Hoy, este profesor de la Universidade de Vigo se ha convertido en un influencer que acumula casi un millón de seguidores en sus redes sociales. En ellas, divulga la interlingua, una lengua “construida” hace 70 años para facilitar la comunicación entre los hablantes.
En la radio del coche de Callón suena recurrentemente E vou (Y voy). La letra es una cantiga medieval que “los editores” habían retocado, cambiando el sexo del narrador para hacerla pasar por la historia de un romance heterosexual. Sin embargo, Callón señala que Mourente “sí que respeta lo que dicen los cancioneros”, y al subir el volumen, se escucha, mientras él sigue conduciendo: “Irei a lo mar vee'lo meu amigo; preguntá-lo-ei se querrá viver migo, e vou-m'eu namorado”.
Esa fue la pregunta que, hace un milenio, se hicieron dos vecinos de Reiriz de Veiga. Y se dijeron que sí, de forma solemne. Tal y como finaliza su acta de casamiento, “Pedro y Munio corroboramos este acuerdo dándonos la mano”. Como las mujeres de Mecano.
9