Eólicos sobre petroglifos: los hallazgos de los vecinos en un monte de Pontevedra obligan a parar en parte un parque
A los vecinos de la parroquia de Amil, en Moraña (Pontevedra), les disgustó enterarse de que en el entorno de sus casas se iban a levantar tres parques eólicos cuando la construcción del primero de ellos estaba a días de comenzar. Su primera preocupación fue un posible efecto en el agua de la traída que consumen en muchas casas de la zona, cuenta una de las residentes, Patricia Gamallo. Dice que quisieron subir al monte para ver los lugares a los que correspondían las coordenadas de cada aerogenerador y hacerse una idea del impacto visual. Organizaron una caminata el 19 de marzo. Y allí arriba, al subirse a la roca más alta de uno de los puntos marcados en el mapa, se encontraron con lo que parecía un petroglifo. Tras ese, en sucesivas visitas, localizaron varios más. Estos hallazgos han llevado a parar la construcción parcialmente y a que la empresa esté rehaciendo su plan porque uno de los molinos estaba proyectado en el lugar exacto de uno de los bienes.
Desde entonces, los vecinos de la zona se han organizado y han empezado una batalla en varios frentes contra los aerogeneradores. Han enviado numerosos escritos a las diferentes administraciones informando de lo que encuentran y reclamando una paralización cautelar de los trabajos, han pedido amparo al Defensor del Pueblo y han denunciado el caso ante la Fiscalía. Acusan a la Xunta de Galicia de “desidia” en la protección de elementos de valor cultural y patrimonial y a la empresa, de falta de diligencia en el estudio arqueológico previo y en el seguimiento durante los movimientos de tierras. Todo ello, en el contexto más amplio de un auge de la eólica y otras renovables dentro de los planes para reducir las emisiones contaminantes. La multiplicación y concentración de proyectos ha provocado malestar en el rural gallego y protestas de asociaciones vecinales, ecologistas, sindicatos agrarios, ayuntamientos y partidos políticos -el BNG- contra el modelo de desarrollo.
Gamallo cuenta que ese primer petroglifo que encontraron es un tetrasquel y que luego le siguió una roca con círculos concéntricos en el entorno de lo que va a ser la subestación. También han aparecido otros motivos habituales en este tipo de vestigios, como las cazoletas -pequeños huecos circulares excavados en la roca-. Los vecinos, organizados en torno al movimiento Amil SEN Eólicos, han seguido subiendo al monte fuera de las horas en las que los operarios trabajan allí para buscar entre las rocas que mueven o que quedan a la vista tras retirar la maleza. Y han seguido encontrando lo que creen que son petroglifos. Protestan porque, salvo en un par de puntos, las obras siguen adelante, a pesar de que creen que todo apunta a que ahí, a un paso de lo que la Xunta promociona como la “capital del arte rupestre” -el municipio de Campo Lameiro- hay más rocas grabadas.
El parque eólico en cuestión es el de Acibal, que recibe el nombre del monte en el que se está levantando. Los terrenos pertenecen al municipio de Moraña, pero lindan con los de Barro y Campo Lameiro. Ahí la empresa gallega Norvento ha empezado la instalación de cuatro aerogeneradores de cuatro megavatios cada uno y de 175 metros de alto (119 del poste más el largo de la pala). Además, habrá una torre meteorológica y una subestación transformadora con un edificio de control. En el entorno está previsto que se construyan más adelante otros dos parques, los de Anduriña (con nueve aerogeneradores, promovido por Green Capital Power) y Zudreiro (con cinco molinos, también de Green Capital Power).
En respuesta a preguntas de elDiario.es sobre los motivos por los que no se encontraron estos petroglifos en el estudio previo obligatorio, Norvento sostiene que todo el proceso ha sido “riguroso y ejemplar”. Los vecinos cuestionan el procedimiento previo y también una vez iniciadas las obras, cuando ellos mismos localizaron más grabados en zonas en las que se había removido la tierra y fue su aviso al Seprona lo que provocó que se balizasen y se detuviesen los trabajos en algunos puntos. Lo que ocurrió, según Gamallo, es que la evaluación arqueológica se hizo solo sobre los elementos que ya estaban catalogados y sin revisar que hubiese más. La declaración de impacto ambiental aprobada por la Xunta recoge que están identificados “siete elementos del patrimonio arqueológico, etnográfico y arquitectónico susceptibles de verse afectados por la ejecución de las obras”. Tres de ellos son petroglifos.
La empresa explica que, una vez iniciadas las obras, se identificaron “dos grabados en piedra en los márgenes del futuro parque” y el arqueólogo contratado por la empresa -un requisito de la declaración de impacto ambiental, que exige un control presencial- considera que son “susceptibles de ser catalogados como de interés cultural”. Asegura que, tras el hallazgo, se paralizaron las obras “inmediatamente y con el máximo cuidado” y que ahora están “reprogramando” el proyecto e iniciando una nueva tramitación para uno de los aerogeneradores, “proyectado en el lugar exacto del hallazgo”. Según Norvento, no hay más elementos “tipificados como de interés cultural” en la zona de las obras y el resto de hallazgos de los que habla la plataforma vecinal “se encuentran fuera de los márgenes del parque y, por lo tanto, no se ven afectados”. En otros casos, según la empresa, “no presentan evidencias suficientes para ser tipificadas como de interés cultural”.
Los vecinos, sin embargo, hacen otro relato: hace una semana encontraron un panel con varios grabados a cinco metros de uno que está balizado y en torno al cual se pararon las obras. Llevan ya unas 40 piedras en las que han encontrado lo que creen que pueden ser petroglifos, la última hace apenas una semana. “Esto quiere decir que no miraron el entorno”, protesta Gamallo. Esta roca, dice, está dañada por las máquinas. Este conjunto de circunstancias siembra la duda, dice, de si se habrán destruido elementos de valor. Insiste en que deben detenerse cautelarmente los trabajos y no reanudarlos sin una prospección en profundidad. “Los bienes que balizó el Seprona no se tocan, pero ¿y el resto del espacio en el que siguen moviendo tierra? Ahí está el problema, en esa desidia. Esto es un claro caso de 'ti vai facendo'”, protesta.
Gamallo critica también que en los más de dos meses transcurridos desde que empezaron a notificar a la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural sus hallazgos, el Gobierno gallego no haya emitido ningún tipo de informe. Consultada sobre el caso, la Xunta indica que el departamento responsable del patrimonio autorizó, tras revisar el proyecto de control arqueológico de Norvento, que el profesional que lo había redactado se ocupase del control y seguimiento durante las obras. En el momento de su respuesta, solo le constaba un grabado comunicado por este arqueólogo, que indicaba que estaba balizado y las obras en el entorno, detenidas. En el momento actual, agrega, este trabajador se está coordinando con la Dirección Xeral y están “estudiando en profundidad el entorno de los nuevos elementos para definir una propuesta de actuación que permita la salvaguarda del patrimonio cultural”. No aclara por qué estos elementos no fueron encontrados antes de que empezasen las obras.
Fuentes de Fiscalía indican que han pedido informes a Patrimonio Cultural tras conocer las informaciones. El caso está judicializado porque una asociación distinta a este movimiento vecinal de Amil presentó una denuncia y la intervención del ministerio público tendrá que ser ya a través del juzgado. A la espera de novedades, los vecinos aseguran que seguirán con las caminatas y la búsqueda de elementos de valor porque, a la vista de lo ya encontrado, sospechan que sigue habiendo petroglifos en rocas que han quedado cubiertas por la tierra o la vegetación.
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