Un francés, un italiano, una griega y un periodista gallego se reúnen en el cafetería del Auditorio de Galicia, en Santiago. Antes de que fuésemos europeos de pleno derecho, esto sería el principio de un chiste. Hoy, a las puertas del 9J, es una charla con un grupo de estudiantes Erasmus para conocer cuál es su idea de la Unión y qué esperan del futuro. Los tres nacieron con el euro, están acostumbrados a moverse con libertad por el continente y muestran un gran interés en la política. Desde postura muy distintas, incluso encontradas, coinciden en la preocupación por el auge de la extrema derecha y el peligro que supone para el proyecto de Europa y los valores en los que se sustenta.
Los dos chicos tienen 21 años y son estudiantes de Ciencias Políticas. Raffaele Peralta es de Cerdeña, en Italia. Llega a la cita con un bolso con el logo de la unión. Como se verá en la charla, es abiertamente liberal. Diego Pulido es francés, de Biscarrosse, en las Landas, a una hora de Burdeos. Es el único joven entre un grupo de venerables ancianos en el comité del Partido Republicano de su departamento. Hijo de un emigrante español, lleva una pulsera rojigualda en la muñeca.
Dímitra Stavraka es un año mayor y nació justo cuando su país dijo adiós a las dracmas. Estudia Filología Hispánica y cuando se publique esta noticia ya habrá vuelto a casa, en Atenas. No desvela su ideología pero de sus palabras se trasluce una gran preocupación social.
Los retos de la próxima legislatura europea
A Raffa le “preocupa mucho” el resultado del domingo por todo lo que está pasando. “Dos democracias del mundo occidental han sido atacadas, está ganando consenso la ultraderecha en contra de un proyecto de integración y la esperanza es que pueda ganar un bloque que permita que se puedan poner las bases de los Estados Unidos de Europa”.
En Francia, Diego ve el pescado vendido. Las encuestas dan un 30% de votos a la Agrupación Nacional (extrema derecha), así que la única duda es si “Macron va a quedar segundo o el partido socialista va a dar la sorpresa”.
Queda claro que el auge de la ultraderecha les preocupa ante incluso de preguntárselo. “En mi país tuvimos muchos años gobiernos de derecha, pero esto es otra cosa”, opina Dímitra. “Preocupa mucho que sea cada vez más popular porque en Grecia la ultraderecha va contra muchos de los derechos humanos básicos”.
Como el propio partido popular europeo, Diego introduce un matiz: “En otros países es más extrema, pero en Francia ha dulcificado su discurso. Antes quería salir de la Unión y del euro y ahora no”. Quizá por eso le ha salido un competidor todavía más a la derecha, Reconquête.
En Italia “también piensan que las europeas son un plebiscito para quien gobierna” y por eso, la presidenta Meloni “engañando a los ciudadanos”, porque no se candidata, “quiere ver cuánto apoyo tiene en el país”. Para Raffa, allí existe el “mismo problema” que en Francia pero con una diferencia: “la derecha se ha ido más a la derecha y la izquierda a la izquierda” y eso “polariza mucho” cualquier debate. “Sí, aquí también...”.
La ultraderecha y las redes sociales
La ultraderecha crece entre los jóvenes, así que tal vez estos tres estudiantes, recién entrados en la veintena, sepan por qué. El candidato de la AN francesa, Jordan Bardella, lo consigue hablando su mismo lenguaje porque es uno de ellos “Tiene 27 años, creo -son 28-, el gusta mucho TikTok, da una buena imagen de joven bien, guapo”. Según Diego, utiliza bien “la seducción”.
“La ultraderecha es muy buena comunicando, pero no tiene nada, vende humo, habla sin mirar los presupuestos y se focaliza en problemas actuales cuando debería poner el enfoque en los de las próximas generaciones”. Quien habla con esa contundencia es Raffa, convencido de que el extremismo entrará en “declive” porque -ojo a esto- nuestra generación se está concienciando en los valores postmaterialistas“.
“Cada uno de nosotros tiene sus peculiaridades, orientaciones y valores” que apuestan por la defensa de los derechos “que no están tan protegidos”. Recuerda que mientras Francia lo ha llevado a su constitución, el aborto en Italia “es un problema porque hay muchos médicos que no quieren”. A eso suma la lucha del colectivo LGTBI, la igualdad de género o la crisis climática. Los ultras lo descalificarían como agenda woke pero, para él, será la clave de su derrota futura.
Con el debate ganando altura por momentos, pregunto si estas conversaciones son “lo normal” en su círculo. Dímitra me corrige con amabilidad. “No es lo normal, es lo común, que es mejor”. Touché, he quedado como el boomer que soy, pero ella continúa sin hacer sangre. “En mi círculo social hay gente educada, que estudia, que viaja, lo que es muy importante para formar un pensamiento así e informarse sobre otros países. La gente que no tiene oportunidades así puede no ver las cosas tan claras”.
Diego añade la “desafección” de los ciudadanos hacia una Unión que sienten como “unos tecnócratas de Bruselas que ponen normas y normas”. “La gente está un poco harta y eso favorece el voto a la ultraderecha”.
“Ya hemos dicho que la ultraderecha es muy buena en comunicar mientras que Bruselas no lo es tanto”. ¿Tendrá la Unión que apostar por promocionarse más en TikTok? “Tal vez sí”. Lo que Raffa tiene claro es que “hay modos y métodos para comunicar mejor”. “Cada vez nos estamos alejando más por los escándalos de corrupción de una clase política que se hace más élite y se cierra en sí misma”.
Las becas Erasmus y el euro
Las becas Erasmus son una de las expresiones más visibles de la Unión Europea y los tres coinciden en elloa. “Desde muy pequeña aproveché las oportunidades de viajar, de conocer gente, de hablar de los problemas de la historia y la política y formé la idea y el interés en lo que era la Unión Europea”, cuenta Dímitra, que añade. “Las personas que no tienen las mismas oportunidades o los mismos privilegios, quizá lo sienten más lejano”.
Ellos viven en primera persona las “ventajas” de la ciudadanía europea: la moneda, el roaming, el hospital... “Ese sentimiento es muy bueno cuando estás fuera de tu país, te hace sentir europeo, te pone en esa mentalidad”.
“Hemos hecho la Unión Europea pero nos falta hacer los ciudadanos europeos. La oportunidad que nosotros tuvimos de vivir un año en España es gracias a la Comisión Europea. Nosotros tres hemos recibido una beca que, aunque pequeña, nos ha ayudado a estar aquí”. Tras lo dicho por Raffa, les pregunto si es tan pequeña la beca y coinciden: “es una ayuda que os permite no pensar en nuestros padres”.
Raffa recuerda cómo “gracias a el dinero de las políticas de cohesión” su ciudad, Cagliari, y su isla “se han podido desarrollar”. “Nosotros hemos nacido ya con la Unión y el euro, lo vivimos como normalidad. No pensamos en salir porque no hemos conocido lo que había antes. Hemos estudiado que nos hemos pegado entre italianos y austriacos y francees y alemanes... y de sesenta años para aquí, tenemos paz”.
Dímitra nació el año en el que se cambiaron las dracmas por los euros, así que no las recuerda. Diego no sabe cuántas pesetas había en un franco ni Raffa añora las liras, pero su abuela sí lo hace. “La mía, también”, sonríe Dímitra.
El voto: delegado, en el consulado y en casa
Los tres votarán, pero de tres formas distintas. Diego hizo una procuración para que alguien vote por él en Francia. “Hay que un trámite en el consulado, cubrir un formulario con la identidad de quien va a votar por ti, firmarlo y después él puede ir a la mesa y votar”. La procuración no incluye cuál es la papeleta, pero Diego defiende que es una “cuestión de confianza”.
Como muchos otros italianos -dice que hay 300.000 en España-, Raffa votará en el consulado, en su caso, en A Coruña. Para eso, es necesario primero realizar una solicitud, que no todos hacen, y después una gestión “un poco complicada”: rellenar un módulo y enviarlo al mail de la embajada junto al DNI y un documento que demuestre la presencia en España. Raffa utilizó la carta da la USC en la que le confirmaban el Erasmus.
Dímitra será la única que votará en persona, ya que su estancia en Santiago finaliza justo antes de las elecciones. “Probablemente” elegirá al mismo partido que el año pasado, pero esperará a regresar para decidirlo. “Perdí cercanía con la política griega y quiero quedarme tranquila”. Así que espera a comprobarlo de primera mano.
En qué clave se vota
En Francia, la campaña está “bastante nacionalizada” y, según Diego, “sólo se debate la AN contra Macron”. Si el primer ministro y su “compromiso europeo muy fuerte” sale derrotado, la situación política para él será “muy difícil”.
Aunque “mejorable”, a Raffa le gustó el trabajo de Ursula Von der Leyen como presidenta de la Comisión Europa, así que quiere apoyarla para un segundo mandato, “pero no me gusta el partido que es de su grupo en Italia”. Así que votará al de los liberales, donde tiene dos opciones posibles. “Comparten mi idea de Europa”, pero, “aunque irán en el mismo grupo, tienen diferencias”. En Francia lo tendría más fácil: “Ése es el grupo de Macron”, le apunta Diego.
El futuro de la Unión
¿Y qué futuro les gustaría para la Unión? Diego se muestra “bastante satisfecho” de la situación actual. “Como gaullista, defiendo la existencia del Estado, no es necesario ir más allá”. A Dímitra le gustaría que las oportunidades de la Unión sean “más accesibles”, especialmente para los jóvenes, “porque para aprovecharlas hoy necesitas un nivel concreto de privilegio”. “Son para todos pero en realidad no todos pueden acceder a ellas”. Raffa recoge ese guante y confirma que el componente social ha estado “bastante olvidado”. Él insiste en aumentar el federalismo camino de esos Estados Unidos de Europa con los que sueña, con una defensa común y la eliminación de la brecha -el dice “el gap”- entre los ciudadanos. “Que no haya una liga A y una liga B en la Europa de las oportunidades, las esperanzas y los derechos”.
Puedes ver el debate completo, aquí:
Postdata: la profe
En los prolegómenos, Raffa y Diego cuentan que son alumnos de Marta Lois, la que fue portavoz de Sumar en el Congreso y candidata a la presidencia de la Xunta, hoy de vuelta en la USC. “Muy buena profesora”, eso sí, “desde la discrepancia”. Así que no me resisto a preguntarle a Marta qué piensa de ellos. No lo duda: “de todos los Erasmus que tengo en la facultad, seguro que has encontrado a los más motivados”. Ella les imparte -“en gallego, y nunca les ha importado”- Teoría Política Contemporánea, una materia con un “componente filosófico” que los anima a debatir.
Lois cuenta que cerró el curso haciéndoles un regalo. “El primer día de clase les pedí que definiesen qué es para ellos la libertad, la igualdad y la justicia”, tres de esos valores en los que cualquiera puede basar su idea de Europa, “y que escribiesen, de forma anónima, cómo se ven dentro de diez años”. Sin desvelar la autoría de cada frase, maquetó e imprimió las respuestas y se lo regaló al alumnado. En una década sabrán si lo que han deseado -tanto para ellos como para Europa- llega a hacerse realidad.