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“La estrategia de opacidad del TTIP ha fracasado”

ATTAC lleva más de una década cumpliendo un papel muy importante como generadora de ideas para el campo de la izquierda y en la lucha contra el dogma neoliberal y fue, el pasado año, una de las primeras entidades en dar la voz de alarma sobre las negociaciones que, en secreto, llevaban a cabo la UE y los Estados Unidos para la aprobación del Acuerdo Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP). El presidente de la sección española de ATTAC, Ricardo García Zaldívar, hablará este jueves en Compostela dentro del ciclo Recuperar Soberanía, desarmar el TTIP, organizado por ECOAR. Será en la Facultad de Económicas de la USC a partir de las 19 horas.

¿Por qué debemos oponernos al TTIP?

ATTAC pretende avanzar en la batalla de las ideas, una lucha que perdimos durante muchos años, desde los noventa, hasta configurar un pensamiento neoliberal mayoritario. Desde este punto de vista, para mí lo más grave del acuerdo es que consolida este modelo y esta ideología. Lo que el TTIP propugna es que la forma de salir de la actual situación de crisis y de precarización de capas cada vez más amplias de la sociedad es el modelo de las trasnacionales, definido en que el mundo es una jungla y que hay que competir de forma despiadada. Y en este modelo, cuanto más poderosas sean las empresas personales, mejor le irá a esa sociedad. La idea que subyace en el tratado es que hay que darles más poder a las empresas, para que tengan más beneficios y que de este modo, por vía de la filtración, eso acabará llegando a la base de la sociedad. Esa es la idea que combatimos desde ATTAC. Después podemos entrar en los detalles, en que el acuerdo va a llevar a que la población coma pollos lavados con lejía, o que va a permitir la generalización del fracking en Europa o que ciertas substancias que ahora no usamos aquí pasen a ser habituales. Pero por debajo de todo esto, que serían las consecuencias, subyace la idea que comentaba antes.

¿Se ha conseguido romper el silencio informativo y el desconocimiento general sobre sus efectos?

Creo que en el último año hemos avanzado mucho. Hace unos meses un grupo de organizaciones comenzamos a alertar de los efectos de este acuerdo, del perjuicio que podía provocar en nuestra soberanía y en nuestra democracia y hemos conseguido ya alertar a esa parte de la ciudadanía que se preocupa por lo público, ese sector que hasta hace seis años era muy pequeño en España y que ahora es mucho mayor. Creo que el próximo 18 de abril se va a hacer visible en las calles que hay una ciudadanía que rechaza el acuerdo. Y esto hace un año era impensable.

Su estrategia de opacidad ha fracasado. Ha tenido que llegar una nueva comisaria de Comercio, Cecilia Malström, y cambiar su estrategia, abriendo algo la mano y dando más información. Su idea era que este tema pasara sin debate, como una simple cuestión técnica y que la ciudadanía ni siquiera tuviera información sobre ella. La gente comenzó a pensar que si esto se estaba ocultando tanto era porque no era bueno, y tuvieron que reaccionar. Fíjate que el ISDS, el mecanismo de resolución de conflictos entre empresas y Estados, que les permite a las trasnacionales pleitear con los Estados, tiene veinte años, y nadie había dicho nada. Y ahora el ISDS sí está en tela de juicio, gracias a que los movimientos sociales criticamos la pérdida de soberanía que suponía esto. Pero aun así, casi todo lo que sabemos sobre el tratado, lo sabemos por filtraciones.

¿Es suficiente la respuesta social frente al TTIP?

Creo que llega un momento en que la gente se cansa de salir a la calle, pero yo estoy de acuerdo con Susan George en que podemos ganar la batalla contra el TTIP. Y por ejemplo no soy tan optimista en que podamos ganar otras luchas, como cambiar las políticas económicas que está aplicando la troika. Hubo un momento de manifestaciones continuas y en cambio ahora parece que la intensidad de las movilizaciones es menor. Podríamos interpretar que la salud de los movimientos sociales está empeorando y que su fuerza ha decrecido. Pero yo no lo veo así. Creo que, de hecho, la receptividad de la sociedad hacia estas visiones críticas es cada vez mayor, y eso se refleja en las encuestas de intención de voto de Podemos y otras fuerzas políticas que buscan un cambio.

Creo que además en los últimos años mucha gente de los movimientos sociales ha ido dando el paso de entrar en organizaciones políticas. Ahora un campo y otro están más en relación. Y eso es lo que hace que todo ese campo social sea más sensible y se active con más facilidad cuando se le explica un tema como el TTIP. Lo estamos viendo con los sindicatos españoles, contrarios al TTIP, mientras que otros sindicatos importantes de toda Europa sí que creen que el tratado puede tener beneficios para el empleo. Creo que los promotores del TTIP (por ejemplo Ignacio García-Bercero, uno de los negociadores principales) están preocupados porque ven que la sociedad civil está descubriendo que las cosas no son como se cuentan. Ojo, la parte de la población que es sensible la este tema es aún minoritaria, pero es muy superior a la que había hace sólo unos meses.

El número de huelgas en 2014 fue el más bajo en muchos años, también se redujo mucho el número de manifestaciones. ¿Se ha enfriado la movilización social? ¿Puede suponer eso una debilidad del movimiento de cambio?

Es imposible mantener a la gente en la calle permanentemente. No le puedes pedir a la gente que se manifieste todas las semanas, un día por la ley mordaza, otro por la sanidad pública, otro por las preferentes... Creo que Podemos entendió muy bien que era el momento de pasar de ahí a dar la batalla por las instituciones. Lo que hace falta es que la sociedad civil sea más poderosa, pero con el objetivo de forzar un cambio de la situación desde los gobiernos. Fíjate en Grecia: Syntagma funcionó durante mucho tiempo, pero Syriza tuvo que ganar el Gobierno para luchar desde ahí. La victoria del PSOE en 1982 vino precedida de un movimiento semejante. No soy pesimista, pero creo que esto no va a cambiar en un año. No creo que vayamos a ver un cambio radical de la sociedad española en términos políticos y sociales, pero sí vamos a ver una sociedad distinta, en la que la sociedad civil tendrá más peso.

Participaste en el Foro Social Mundial celebrado en Túnez a finales de marzo. ¿Qué valoración haces?

Yo iba al FSM con las expectativas bajas. En Túnez había habido un foro magnífico hace dos años, en el que aún se percibían los ecos de las primaveras árabes, pero en ATTAC somos conscientes de que los foros sociales mundiales no son ya los grandes eventos de comienzos de la pasada década. Thatcher y Reagan habían impuesto su TINA (There Is No Alternative), y Porto Alegre demostró, al igual que en España el 15M, que sí había alternativa a esa sociedad de mercado. El FSM ya no es eso, pero sigue sirviendo para definir las prioridades de los movimientos sociales, para centrar nuestros debates y articular las luchas a nivel global. Por ejemplo, la deuda se ha convertido -junto con el cambio climático- en el tema clave, y es posible que España acoja en septiembre una Conferencia Europea sobre la Deuda. El FSM de Túnez tuvo errores de organización, pero lo importante es que ahí nos juntamos 50 mil personas, con más de 1.200 mesas, talleres y actividades. Y lo importante es que el Foro sigue vivo, y que en el 2016 habrá FSM en Montreal, y habrá también encuentros temáticos en Atenas y Porto Alegre. Como espacio de encuentro y debate entre los movimientos sociales de todo el planeta es insustituible.