En contra de lo que apuntaban desde hace años la mayoría de los pronósticos, Alberto Núñez Feijóo no competirá por hacerse con la presidencia del PP tras la dimisión de Mariano Rajoy. Así lo anunció a última hora de la tarde de este lunes en una junta directiva del PP gallego convocada con solo cuatro horas de antelación. En el mismo hotel compostelano en el que, como se él mismo se ha encargado de recordar, en abril de 2016 escenificó con tono sacrificado la decisión de presentarse a las elecciones gallegas por tercera ocasión, pero con una escenografía para la ocasión en los jardines del recinto, el titular de la Xunta ha proclamado entre lágrimas su voluntad de no concurrir al congreso. “Se puede y se debe hacer política nacional desde Galicia”, señaló en un discurso pronunciado de manera íntegra en castellano, al contrario de lo que en él es habitual en Galicia excepto en algunas ciudades.
Feijóo comenzó su intervención justificando su derecho a pronunciarse sobre el futuro del PP ante el “máximo órgano de mi partido, el Partido Popular de Galicia”. Ha reflexionado sobre “la posibilidad de presentar mi candidatura” amparado en que “tenemos el respaldo de la única mayoría absoluta en una comunidad autónoma del conjunto de España”, por lo que consideró “legítimo” pensar en la posibilidad de presentarse. Pero justo a continuación añadió que quiere ser “coherente con mis actos, tanto los pasados como los presentes”. Y tras beber agua, con lágrimas en los ojos, aseguró que es “el presidente de Galicia porque mi único pacto fue con los gallegos” y para él “ser presidente de Galicia es la mayor de mis ambiciones políticas”. “Sin completar mi compromiso no puedo fallar a los gallegos porque sería además fallarme a mí mismo”, sentenció sobre su promesa de presidir la Xunta hasta el final de esta legislatura, en 2020, para añadir que “por encima del curriculum de una persona concreta está el compromiso con un pueblo”.
La mayoría de los cargos populares congregados en el acto apenas han podido la euforia, desencadenada al finalizar el evento. Prácticamente el único que no ha secundado ese sentimiento tras anunciar su decisión y tampoco en los momentos posteriores al evento ha sido un cariacontecido Núñez Feijóo. Él, dice, contribuirá desde Galicia a la nueva etapa abierta en la política española en general .“Galicia no va a estar ausente, dará su opinión y yo voy a defender los intereses de Galicia y los intereses constitucionales”, ha dicho.
El eterno señalado y el borrón de Dorado
Feijóo llevaba años formando parte de las cábalas sobre la sucesión de Rajoy desde que él mismo, al obtener en 2009 la primera de sus tres mayorías absolutas en las autonómicas gallegas, dio nueva vida al entonces muy cuestionado líder estatal. Sus sucesivas victorias electorales en Galicia contribuyeron a situarlo cómo principal barón del PP, al tiempo que él mismo se cuidaba de reiterar su fidelidad a Rajoy.
Esta trayectoria ascendente se vio empañada en 2013 por la revelación por parte de El País de su amistad de años en la década de los 90, cuando él era número 2 de la Consellería de Sanidad, con Marcial Dorado, ya entonces conocido contrabandista y condenado posteriormente por narcotráfico. Los focos se volvieron a girar hacia él tras la nueva victoria de 2016 y lo hicieron con más intensidad a comienzos de este mes, cuando el triunfo de la moción de censura del PSOE llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno de España y propició la retirada de Rajoy.
Desde que la censura propició los acontecimientos, al tiempo que limitó la autocrítica sobre la corrupción en el PP confirmada por la sentencia del caso Gürtel, el presidente gallego se dejó querer y apuró los tiempos antes de anunciar su decisión, insistiendo en su compromiso con Galicia. El recuerdo de las amistad con Dorado y de las polémicas fotografías planeó sobre la decisión sin que faltasen los rumores sobre supuestos dosieres madrileños con información comprometedora.
La reacción de la oposición gallega
La renuncia de Feijóo desata la guerra interna la cúpula estatal del PP y también cambia el escenario gallego en las filas populares y también en las de la oposición, donde no han sido pocos los cargos que en las últimas semanas han dado la marcha de Feijóo prácticamente por hecha en un escenario de doble proceso sucesorio a menos de un año de las elecciones municipales.
El temor al fracaso en Madrid y eventuales “dossieres” han proliferado en las primeras reacciones de la izquierda gallega. “Narcotráfico, corrupción, recortes, financiación ilegal... Demasiado peso en la mochila”, ha afirmado en nombre de En Marea su portavoz, Luís Villares, poco después de la junta directiva del PP. “Si ellos no lo quieren, nosotros tampoco”, advierte Villares, quien añade que Galicia “no necesita un presidente de carón piedra”.
Para el secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, el “declive” del PP y sus pocas “opciones de gobernar España” en 2020 han sido claves en una decisión. Tras la “telenovela”, el líder socialista reclama que el presdiente de la Xunta se “centre”, ahora sí, “en los problemas de los gallegos”.
A juicio de la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón, Feijóo “ha optado por Galicia por descarte, movido por el miedo a los dosieres”, pero también “a la travesía del desierto de un PP corrupto”. “Esta decisión no tiene nada que ver con su compromiso con Galicia, no le vamos a comprar esa milonga”, afirma la líder soberanista.