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Feijóo ignora su programa y apela al del PSOE para defender la reforma electoral sin consenso

El PP en general y el presidente de la Xunta en particular defienden desde hace semanas en Galicia dos reformas electorales que no cuentan con más apoyo que el del propio partido conservador: el recorte del Parlamento gallego y la ilegalización de los gobiernos locales de coalición. Alberto Núñez Feijóo apuesta por la aplicación unilateral de ambas reformas y lo hade contradiciendo el programa electoral con el que llegó al Gobierno gallego, en el que, en la línea de lo que había reclamado en sus tiempos de oposición, prometía la prohibición por ley de las reformas electorales sin el apoyo de por lo menos dos tercios del Parlamento, esto es, sin consenso. En la primera sesión de control del curso político, la oposición le pidió cuentas por este cambio al presidente, que optó por ignorar su propio programa para aferrarse a los defendidos por el PSOE en la década pasada y en la de los 90.

El primero en recordar lo que antaño eran promesas de Feijóo fue el portavoz socialista, José Luis Méndez Romeu, que, mostrando la correspondiente página del programa popular de 2009, consideró que el presidente “no cumple en eso igual que no cumple em casi nada”. “Usted no es fiable, falta a sus compromisos” e “ignora sus promesas” tendiendo progresivamente a ser “más el presidente de su partido y no el de toda la sociedad”. “Quiere cambiar la ley electoral de manera unilateral, como si tuviera nostalgia del partido único”, reprochó Romeu, en un contexto en el que “los ultras del PP, los extremistas como usted, quieren imponer una reforma en su beneficio particular”, incluso pasando por encima de las “personas sensatas” que, en las propias filas conservadoras, “no quieren llevar la convivencia democrática al abismo, ni acabar con el pluralismo ni ahogar a las minorías”.

“Cuando me recuerda los programas electorales me recuerda el de 2009; significa, en consecuencia, que está a favor de cumplir los programas electorales” y “el de 2012 señala que hagamos una reducción de los diputados”, replicó Feijóo. El jefe del Ejecutivo cree que “sería bueno que pactemos cumplir los programas electorales”, concretamente, el suyo de 2012 y también los del PSOE “del año 2000 y del 2004”, que “proponían la elección directa de alcaldes –proponían hacerlo, pero con la condición del consenso–”. “¿De qué programa electoral me está hablando?”, agrega, obviando, no obstante, su propia promesa.

Feijóo pasa por encima de su promesa pretérita para responderle al PSdeG y hace lo propio con el BNG, que a través de Francisco Jorquera le recordó al presidente no solo su exigencia de exigir dos tercios del Parlamento para reformar la Ley de elecciones, sino también su apuesta por incluir esa condición en el Estatuto de Autonomía y su oposición a la modificación que propuso el bipartito y que “no se llevó adelante porque no había consenso”. “Llegó a decir: 'pretendo que la gente tenga principios”, recuerda el nacionalista, quien se pregunta si el líder de la derecha “tiene principios” al identificar “regeneración democrática” con “cambiar las reglas del juego a la medida de los intereses del PP”.

Como con Méndez Romeu, Feijóo eludió nuevamente su propia propuesta, centrándose en reprochar la “propuesta del bipartito de disminuir la representación de Ourense y Lugo”, que no llegó a aprobarse, y en advertir de que aplicará el recorte del Parlamento, esto es, la reforma de la Ley de elecciones, aunque no haya consenso. Es “legítimo”, precisamente, porque el recorte estaba en el programa “de la mayoría de 41 escaños”. Para Jorquera esta actitud aproxima los “principios” de Feijóo a los de Groucho Marx. Según el presidente, el Bloque se opone a los planes del PP porque quiere “cambiar el resultado de las elecciones después de celebradas”, manera en que define los gobiernos de coalición en los que los nacionalistas, culminó, ejercen de “tonto útil del PSOE”, expresión que más adelante retiraría después de que Jorquera reclamara que lo hiciese, porque “si no, diré que Galicia tiene de presidente a un gilipollas”.