Ningún diputado que no fuera del PP se acercó a estrechar a mano de Alberto Núñez Feijóo este jueves cuando, a falta de un cuarto de hora para las siete de la tarde, fue elegido presidente de la Xunta por segunda vez. El líder conservador recibía el apoyo de sus 41 escaños tras una larga jornada parlamentaria en la que fue, paulatinamente, perdiendo la asepsia del tono gestor con el que había impregnado su discurso de investidura del martes, sustituido en el trecho final del debate por una bajada al cuerpo a cuerpo con la oposición no exento de ataques. “Solicito el apoyo de esta Cámara en el nombre de Galicia” y no en el del PP, vino a decir Feijóo antes de la votación, en una apuesta por la identificación entre presidente y país de la que estuvo lejos en el resto de la sesión.
Después de asegurar, durante la mañana, no tener “interés” en acceder al “podio de las descalificaciones”, el que ya es presidente electo de la Xunta repartió o, a lo mejor, intentó devolver con contundencia las andanadas que acababa de recibir, por este orden, del lado de los portavoces de BNG, AGE y PSdeG. Con todo, la respuesta no fue de la misma intensidad para todos. Mientras que de Pachi Vázquez llegó a solicitar “ayuda” en diversos asuntos, como el impulso al naval o al sector lácteo, para Francisco Jorquera no ahorró desdén para valorar su apuesta por la “autodeterminación”, debate que da por “zanjado” ya que “usted la llevaba en el programa y sacó lo que sacó”. Además, mantiene, el pueblo gallego ya se “manifiesta sobre el derecho de autodeterminación cada vez que hay elecciones y siempre dice lo mismo, no a la autodeterminación, sí a la Galicia constitucional”.
El reelegido jefe del Gobierno apoya además su rechazo a las propuestas nacionalistas en la afirmación de que “España es una nación desde hace 500 años”, la cual no pasó desapercibida en las bancadas de la oposición. “Vuelve a la escuela!”, contestó desde el escaño David Fernández, diputado de Alternativa Galega de Esquerda que recibió la primera llamada a la orden de la legislatura por parte de la presidenta de la Cámara. Fue precisamente el portavoz de AGE, Xosé Manuel Beiras, quien desarrolló la intervención más dura de la tarde y quien también fue objeto de un mayor ataque por parte de Feijóo. “No somos violentos, pero la gente los va a situar en estado de sitio y van a salir por piernas de aquí”, vaticinó Beiras. “Le pido que no amenace a nadie, porque esto no es un estado de sitio”, repuso el popular. “No nos van a desalojar de aquí nunca, lo intentó el 23 de febrero de 1981 alguien y no lo consiguió ni lo conseguirá jamás”, argumentó entre entusiastas aplausos de los suyos.
Conocer “los orígenes” y “llegar el fin de mes”
En lo que parece que será un avance de lo que está por venir a lo largo de la legislatura, Feijóo se esforzó especialmente en sembrar el enfrentamiento con Beiras, empleando su discurso para intentar invertirlo en forma de dardo dialéctico. Así, por ejemplo, después de que el histórico nacionalista ironizara con que el PP había convertido el Parlamento si no en una “cámara de gas”, sí en una “cámara de tortura”, el titular de la Xunta especuló sobre las razones por las que “le gusta mucho esta Cámara, porque cuando yo iba a la universidad usted ya estaba”. Además, a su juicio, hace falta que “cada uno” se pregunte “cuáles son sus orígenes y lo que le costó estar aquí; yo sé lo que me costó a mí y a mi familia y a otros, les costó menos”.
Al margen del descenso más o menos buscado al rifirrafe partidario, Feijóo procuró también cerrar el círculo del debate de investidura donde lo comenzó, esto es, con una declaración de intenciones de tono gerencial. Desde el Bloque, Jorquera lo observa “petrificado en el año 2005”, en la oposición al bipartito; AGE no duda de que representa el “franquismo sin Franco” y el PSdeG augura cuatro años más de “cuentos”. Pero el presidente mantiene que no tiene “más vocación que Galicia”, una Galicia que “pague” y “salga adelante” a pesar de los “agoreros de esta tarde”, que “alimentan la desesperanza de un pueblo”. “Yo me voy a dedicar a alimentar la esperanza” mientras, como hace “un padre de familia”, garantiza que la Administración autonómica “llega el fin de mes”.
La presidenta de la Cámara leyó el resultado de la votación y los diputados y diputadas populares se deshicieron en aplausos hacia su líder mientras las bancadas de la oposición se iban quedando vacías. Feijóo aún tuvo tiempo para, ya nos corredores del Pazo del Hórreo, recibir las enhorabuenas de compañeros de partido, figuras más o menos reconocidas y también de su madre y de su hermana. Comienza la segunda parte del retorno del PP al poder.