Un proyecto propio de otra época. En tiempos en los que las consabidas consignas de “austeridad”, “eficiencia” y “contención del gasto” siguen protagonizando los argumentarios gubernamentales, el Ministerio de Fomento tiene en su agenda destinar más de 1.000 millones de euros a la autovía entre Ourense y Ponferrada (A-76), que desde hace apenas medio mes tiene enfrente a una plataforma para intentar variar su trazado y evitar así que impacte de lleno en el corazón de la Ribeira Sacra.
La ciudadanía de la zona se alarmó por las consecuencias ambientales y paisajísticas del proyecto al saber de él casi por casualidad. No obstante, cuando el vecindario encendió las alarmas ya se había desarrollado un buen número de trámites, como la aprobación de la declaración de impacto ambiental en agosto de 2013 o la luz verde definitiva al estudio informativo, un plan asumido por el gabinete de Mariano Rajoy el pasado febrero pero aprobado provisionalmente en 2008, aún con la socialista Magdalena Álvarez como titular de Fomento.
Esa documentación es la que prevé “una inversión de 1.200 millones de euros”, esto es, casi 10 millones de euros en media por cada uno de los 125 kilómetros de la autovía. Muestra del importante esfuerzo económico que la obra supondrá para el erario es que, por ejemplo, la Autovía Transcantábrica, la A-8, costó algo más de 700 millones. Lo abultado del costo viene dado, en buena medida, por la decisión de construir en plena crisis –el proyecto fue retrasado durante años– una tercera conexión entre Galicia y la Meseta castellana por una zona orográficamente tan compleja como el entorno de la Ribeira Sacra.
Impacto en el territorio
Aunque en parte de su trazado el nuevo vial esté previsto como un desdoblamiento de la actual carretera N-120, la A-76 supone un nada desdeñable impacto en el territorio. Según datos del propio Ministerio, “se prevé construir 64 viaductos” que supondrán 17 de los 125 kilómetros de la autovía. Estos grandes puentes salvarán los ríos Sil, Soldón, Lor, Cabe y Miño y serán la parte más visible de una autovía cuyo proyecto prevé 22 túneles, uno de ellos por debajo de la sierra de Enciña da Lastra, espacio incluido en la Red Natura que también tendrá que soportar dos falsos túneles de 60 y 120 metros y un paso sobre el río Galir, entre otras obras.
Viñedos en Valdeorras, restos arqueológicos en Montefurado o masas de agua subterránea y múltiples especies de fauna y flora son algunos de los elementos patrimoniales y naturales que verán alterado su equilibrio. Aunque Fomento pone el foco en las “modificaciones” realizadas por indicación de la Xunta y de la Junta de Castilla y León para una mejor “integración ambiental”, desde la plataforma ciudadana constituida en Nogueira de Ramuín aseguran que “algunos de los paisajes más hermosos sobre el río Miño” van “a sucumbir bajo el asfalto y los viaductos” aunque, aseguran, hay otras alternativas más económicas, ecológicas y sensatas“.
El Parlamento gallego apoyó las obras por unanimidad
La historia política de la A-76 se remonta a la década pasada y está salpicada de reivindicaciones a favor y en contra de su construcción. Así, por ejemplo, mientras ayuntamientos de Lugo, de Ourense y del Bierzo gobernados por múltiples colores políticos alentaban una plataforma para reclamar la infraestructura, colectivos ecologistas como Adega alertaban de su impacto natural y la ciudadanía reclamaba que no pusiera en peligro restos patrimoniales como el túnel de Montefurado, en Quiroga. Pero las divergencias sociales no han tenido reflejo, al menos por el momento, en el Parlamento gallego, donde la unanimidad de los grupos avaló el pasado mes de febrero pedir celeridad en la construcción.
Este consenso se produjo en torno a una iniciativa presentada por el PP en la comisión de Obras Públicas, en la que los conservadores defendieron que la Xunta se dirigiera al Gobierno central para instarlo a “licitar los proyectos constructivos y de trazado de la futura autovía”. Al mismo tiempo, pedían “iniciar los trabajos de rehabilitación estructural y recuperación del firme en la N-120 y en la N-536”, otras vías que también transcurren por la zona.
En el debate de la iniciativa, que aunque con matices fue apoyada por toda la oposición, el diputado del PP Moisés Blanco apeló al consenso existente sobre la necesidad de la autovía entre “todos los representantes políticos de la comarca de Valdeorras” y elogió que la actual ministra de Fomento, Ana Pastor, “haya desbloqueado el expediente”. Esta, asegura, es “una actuación de gran trascendencia para la articulación de la Galicia interior” y tiene especial “importancia para una comarca en la que se producen alrededor de 500.000 toneladas de pizarra”.