La Xunta de Galicia ha anunciado que los bares cerrarán a las doce de la noche, excepto viernes y sábados, que lo harán a la una. Además, entre las tres y las seis de la mañana no podrá haber contactos entre no convivientes. Ni en la calle, como dijo en un primer momento, ni en espacios privados, como transcendió por sorpresa en el escrito remitido a la Justicia para solicitar permiso. Pese a las críticas de su presidente, Alberto Núñez Feijóo, contra lo que entiende tardanza del Gobierno central en actuar, su gabinete tampoco se ha dado prisa. Solo ahora, pasado el primer fin de semana de la Navidad, decreta unas medidas que estarán vigentes entre la noche del 30 al 31 de diciembre y el 18 de enero, siempre y cuando las autorice el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia. “Estamos preocupados, no alarmados, pero debemos seguir alerta”, resumió el conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, en la rueda de prensa para explicar las medidas aprobadas.
García Comesaña enmarcó las decisiones del Gobierno gallego en la la dirección de las tomadas por otras comunidades autónomas y otros países de Europa. “La variante ómicrom llega en el peor momento”, afirmó, y para reducir su efecto planteó las restricciones discutidas con el comité clínico que lo asesora. Recordó la obligatoriedad del uso de la mascarilla en interiores -centros de trabajo y locales de hostelería- y también en exteriores. Y explicó los nuevos horarios para bares, pubs y discotecas. Los primeros cerrarán a medianoche, con excepción de viernes y sábados, que será una hora más tarde. En ellos, el aforo máximo por mesa será de ocho personas en interiores y diez en exteriores. El ocio nocturno bajará la persiana a las tres de la madrugada. El comité clínico planteó de entrada las dos como hora tope, pero las exigencias del sector lo retrasaron a las tres, lo que también modificó la limitación de las reuniones en exteriores. Y entre esa hora y la seis de la mañana, no podrán circular juntas por las calles personas que no sean de la misma unidad familiar. Tampoco permanecer en espacios privados, con la excepción, entre otras casuísticas, de cuidados o pernocta en el mismo domicilio tras reunión de familiares o allegados. “Toque de no queda” lo definió con un eufemismo el conselleiro, enfocado en principio a “evitar concentraciones en el exterior” y ampliado después a locales particulares. El certificado COVID se extiende a todo el horario de los bares, donde, además, las barras vuelven a estar clausuradas.
La Xunta también cambiará las normas en lo que llamó “eventos musicales masivos”, que a partir de este 30 de diciembre deberán realizarse con el público sentado. Para los encuentros familiares, reservó las recomendaciones que viene repitiendo en los últimos días: cenas y comidas con solo dos unidades familiares.
Escenario inédito
El escenario en la comunidad es inédito. Nunca hubo tantos casos activos -28.334- y el Servizo Galego de Saúde (Sergas) encadena varios máximos de detección de contagios en 24 horas. El último, este mismo martes: 3.468. Hay 305 personas hospitalizadas, 56 de ellas en unidades de cuidados intensivos. Los centros de atención primaria están sometidos a una enorme tensión, debido a que absorben el primer impacto de la llamada sexta ola con una plantilla exhausta y, en ocasiones, demediada. Hasta el momento, los muertos debido al virus ascienden a 2.753, 11 desde el pasado 23 de diciembre. El alto índice de vacunación, no obstante, hace que la situación resulte cualitativamente diferente a otros momentos de la epidemia.
Galicia se encuentra así entre las comunidades que más han demorado sus decisiones respecto a la pandemia en este fin de año. A pesar de que su presidente, Alberto Núñez Feijóo, le había afeado al Gobierno central que anunciase medidas a solo dos días de la Nochebuena, él no se ha dado ninguna prisa. Es más, a la Conferencia de Presidentes de la semana pasada llevó un decálogo de propuestas que, en su mayoría, podía adoptar la propia Xunta con sus actuales competencias. No lo hizo, y esperó a que pasasen los días 24 y 25 de diciembre. El BNG ha lamentado, a través de su diputada Montse Prado, la lentitud en la reacción, su improvisación, y que sigan fallando “protocolos y rastreos”.
Ya en 2020 las posiciones del Gobierno gallego sobre qué hacer con la Navidad y el COVID fueron polémicas. Feijóo había llamado, en tono indignado, a “salvar las fiestas”. La Xunta adoptó cierta laxitud en las restricciones, al abrir 60 localidades entonces perimetradas y permitir celebraciones con distintas unidades familiares. A inicios de este año, contagios, hospitalizaciones y muertes aumentaron. El presidente gallego realizó, con la boca pequeña, cierta autocrítica: “Hubiera sido mejor no hacer ninguna aproximación familiar”. Su conselleiro fue más claro: “Asumimos nuestra responsabilidad de no haber sido más estrictos en la medidas de Navidad”.