18 de febrero. Se acabó un juego que empezó Alberto Núñez Feijóo apostándolo todo por Madrid y dejando a un desconocido Alfonso Rueda al frente de un discutible legado de 15 años, forzando un adelanto electoral que los estrategas de Génova consideraron una buena idea. ¿Para quién? En principio para Feijóo, no tanto para Rueda. Galicia encara el trámite de la jornada de reflexión ante las elecciones más inciertas y emocionantes de los últimos 15 años. Todas las encuestas coinciden en dibujar a un PP en descenso, al BNG a punto de obtener un resultado histórico y al PSOE al borde de la irrelevancia, pero necesario para un vuelco electoral.
A pocas horas de la apertura de los colegios nadie tiene certezas. Lo único seguro es que la noche electoral se presenta como una gran incógnita y esa es la novedad en una Galicia en la que desde el final del bipartito en 2009 la capacidad de éxito del PP aburre cada vez que las urnas llaman al voto. Pero algunas cosas han cambiado: solo uno de los candidatos, la nacionalista Ana Pontón, repite. La apuesta del PP, Alfonso Rueda, es tan desconocida que hasta Feijóo se ha olvidado de él en campaña y, por momentos, le ha suplantado como si no existiese otro candidato que no fuese él mismo. Sirva como ejemplo de su escasa trascendencia aquella portada de la revista Lecturas que retrataba a la reina Letizia en una soleada Praza do Obradoiro en agosto de 2022, con motivo de las fiestas el Apóstol. Rueda salía en la foto pero los editores de la revista no le reconocieron y, al verle vestido de traje oscuro, decidieron pixelar su cara, dando por supuesto que era otro escolta más, sin nombre ni apellidos.
El PSOE, mientras tanto, parece tener lejos de su alcance seducir a los votantes con el viejo mantra que tantas veces les ha funcionado en Galicia: gobernamos en Madrid, por qué no en Galicia. En los laterales de la campaña están Sumar, Podemos y Vox. Ninguna encuesta les garantiza asiento en el Parlamento de Galicia después de este domingo. La otra novedad es Gonzalo Pérez Jácome, alcalde de la tercera ciudad de Galicia. Tiene un escaño prácticamente en el bolsillo, quién sabe si la llave de la Xunta.
Las encuestas y el pánico
El escenario está abierto porque así lo han dicho casi todas las encuestas que se han ido conociendo desde que el PP adelantó los comicios, convencidos de que su victoria estaba asegurada. Fueron Génova y Feijóo quienes forzaron a sus compañeros gallegos a adelantar la fecha de las elecciones, con la intención de hacer coincidir la campaña con el debate sobre la ley de amnistía. Pero en la precampaña llegaron los pellets. Ya en campaña, las primeras encuestas, luego el tropiezo de Feijóo y su cúpula, reconociendo que estaban dispuestos a indultar a Puigdemont. Después, el pánico.
Y es que todos los sondeos coinciden en señalar que el Partido Popular va a sufrir una erosión que amenaza su mayoría absoluta. Las tres que el CIS ha publicado en estos días dicen que Feijóo y Rueda podrían perder el poder en Galicia y que la llamada a tomar ese testigo sería para la nacionalista Ana Pontón. La encuesta de Tezanos presentaba, eso sí, una particularidad: horquillas de hasta 7 diputados por partido En el BNG todo es optimismo; la presidencia sería un éxito sin paliativos, pero multiplicar su poder en la oposición también. El PSOE se da por hundido y ahora ya les vale con que haya cambio, aunque esa digestión sea para después.
La estadística que menos titulares ocupa es la que los expertos consideran como fundamental para que el triunfo caiga de uno u otro lado: aquella que se refiere a la participación. La experiencia dice que si en Galicia se vota poco, gana la derecha y en caso contrario, la izquierda. Los primeros trackings de Sondaxe, empresa propiedad de La Voz de Galicia, empezaron calculando un 55,8% de participación. Los últimos estudios, que circulan fuera de los ámbitos de publicación, hablan de un 61,9%..
Lo que hay en juego
Sea como fuere, Galicia decide si quiere un cambio de rumbo o más Partido Popular y un refrendo para Alfonso Rueda en su primer intento. La opción de cambio supondría una novedad histórica: primer gobierno para el BNG en 42 años de historia y primera presidenta al frente de la Xunta. De suceder, el terremoto político sería evidente y sus réplicas amenazarían las carreras políticas de Alfonso Rueda y Alberto Núñez Feijóo.
En la hipótesis contraria, al PP ya le vale cualquier resultado que les mantenga en el poder en Galicia. Tras una campaña marcada por la incertidumbre, nadie le recriminará a Alfonso Rueda mantener una mayoría absoluta con 38 diputados pese a los 42 actuales. Para Feijóo, que ha hecho suya la campaña, también supondría un salvavidas. En eso el PP se juega todo su futuro a corto plazo.
El peso de la emigración
Otra de las novedades de estas elecciones tiene que ver con el peso que representa el voto emigrante sobre el total del electorado. Tras eliminar el voto rogado, 500.000 personas que viven fuera de España podrán alterar el resultado final. Ese escrutinio no empezará a realizarse hasta el próximo 26 de febrero, una semana después de las elecciones. Si la situación se plantea tan ajustada como dicen algunas encuestas, las papeletas de Argentina, Suiza o Uruguay pueden tener la última palabra para designar al próximo presidente de la Xunta.