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Galicia encara las elecciones para decidir entre la sombra de Feijóo o la primera presidenta nacionalista

De izquierda a derecha: Alfonso Rueda (PP), Ana Pontón (BNG), José Ramón Gómez Besteiro (PSdeG), Marta Lois (Sumar), Isabel Faraldo (Podemos) y Armando Ojea (Democracia Ourensana)

Gonzalo Cortizo

1 de febrero de 2024 22:29 h

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Los votantes que se estrenan el próximo 18 de febrero no recuerdan un Gobierno de la Xunta sin el Partido Popular al frente. El último presidente de izquierdas en Galicia fue el socialista Emilio Pérez Touriño, que solo estuvo un mandato y abandonó el cargo en 2009. Alberto Núñez Feijóo ganó aquellos comicios contra todo pronóstico y tras una de las campañas más marrulleras que se recuerdan. En la trastienda de todo aquello estuvo Alfonso Rueda, el candidato que aspira a revalidar la quinta mayoría absoluta consecutiva para el PP. En estos 15 años nadie ha osado discutir el poder de la derecha en la Xunta y cada cita electoral (2012, 2016, 2020) se ha acabado convirtiendo en un paseo para Feijóo. En esta ocasión no todo es como siempre. Debuta como candidato su sucesor y todas las encuestas coinciden en anotarle una caída en apoyos e incluso la posibilidad de perder la Xunta. Si eso sucede, Galicia encararía un hecho inédito: tener su primera presidenta y, además, nacionalista.

La campaña electoral que ahora arranca está marcada por la bronca madrileña. Amnistía, sanchismo, ETA, fachosfera son conceptos que aparecen a diario en los argumentarios de los políticos a los que esperan quince días de mítines. Feijóo encabezará su propia caravana electoral y Pedro Sánchez también, esta vez, se aplicará con constantes apariciones en actos políticos por las cuatro provincias gallegas. Pero al margen de ese ruido, lo que se juega Galicia es decidir si quiere un cambio o cuatro años más de lo mismo. El PP ha bautizado la segunda opción como “isla de estabilidad”, en una campaña que la Junta Electoral ha ordenado paralizar, al entender que confunde al ciudadano y convierte en indistinguibles los conceptos Xunta de Galicia y Partido Popular.

En el otro lado, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y el Partido Socialista claman por la necesidad de un cambio de rumbo. Las encuestas aseguran que esta vez es la candidata del BNG quien cuenta con más opciones para encabezar un eventual Gobierno de izquierdas. Sería la primera vez que la formación nacionalista consiguiese llegar a la presidencia de la Xunta, casi 42 años después de la fundación del Bloque en el frontón de Riazor, en A Coruña.

Frente a ese posibilidad, el PP responde alertando de los riesgos que supondría un Gobierno multipartito, como si esa matemática que acepta la democracia fuese una línea que se escapó del control de los padres de la Constitución en el momento de redactar la norma básica de funcionamiento en España. Tan claro tiene el PP que la rival en la disputa por la silla principal del Consello de la Xunta es Ana Pontón que no hay día en el que no caiga alguna referencia a que los nacionalistas gallegos son los amigos de Otegi, otra oportunidad para meter el terrorismo en campaña tras el éxito de las últimas municipales y autonómicas. El ahora portavoz del PP en el Congreso, Miguel Tellado, fue quien más lejos llegó en esa asociación de ideas. En diciembre de 2021, cuando aún era un diputado autonómico, no dudó en relacionar directamente a Ana Pontón con el comando Barcelona de ETA.

Economía

Otro de los mantras del PP es su constante referencia a que solo ellos pueden ofrecerle a Galicia las bondades de la “estabilidad”. A los últimos 15 años de Feijóo en la Xunta no se le conocen episodios de guerra interna, más allá de la escaramuza ourensana que ganó Baltar, hoy ya retirado de la escena autonómica, e incluso el nombramiento de Alfonso Rueda como presidente a dedo se hizo sin que nadie alzase la voz para cuestionar la decisión. Tampoco se le conocen grandes aciertos, éxitos económicos ni políticas novedosas o reformas estatutarias.

En julio de 2020 el analista Antón Baamonde escribió un artículo en este medio bajo el siguiente título: “Pero, ¿qué ha hecho exactamente Feijóo?”. En su artículo Baamonde explicaba que lo mas notable en la lista de tareas cumplidas por Feijóo ha sido saber cuadrar las cuentas con una política de contención del gasto. En el debe de esa lista: la quiebra de las cajas gallegas, el fiasco del gran contrato con la petrolera mexicana Pemex, el colapso de la vieja Pescanova o el cierre de empresas como Alfageme, Poligal o Vulcano. Todo eso forma parte de la herencia que Rueda recibió de su mentor, al que ha acompañado ininterrumpidamente en todos su gobiernos, y ahora es también su propio patrimonio.

Servicios públicos

La hoja de servicios de la Xunta del PP en materias como la sanidad, la atención a los mayores o la educación también presenta carencias. Tras su llegada al poder en 2009, Feijóo eliminó la gratuidad de los libros de texto que había aplicado el bipartito PSOE-BNG. Ahora los populares sacan pecho con su última gran medida en materia educativa: la gratuidad de las guarderías de cero a tres años. La medida, puesta en marcha durante el curso 2021-2022, supuso dejar en manos de las privadas el control de acceso a 10.000 plazas para niños pagadas con fondos públicos. No fue el único movimiento hacia la privatización de un servicio educativo. En julio de 2021 el Partido Popular hizo uso de su mayoría absoluta para aprobar en solitario la primera universidad gallega privada propiedad de un banco.

En materia sanitaria, el caso gallego es un paradigma de listas de espera en especialidades y colapso en la Atención Primaria. Resulta casi imposible dar una cifra cierta sobre la gravedad del problema y hasta los sindicatos médicos han alzado su voz para acusar a la Xunta de maquillar los datos. En este punto vuelve a aparecer la esfera privada y es que la Xunta ofrece a muchos de sus pacientes ser operados en hospitales privados. Si no aceptan, sus nombres desaparecen de las listas de espera y el reloj para las cirugías empieza a contar desde cero. Hasta las interrupciones voluntarias del embarazo se complican si quien la solicita vive en Galicia. El Gobierno de Alfonso Rueda decidió en 2023 subcontratar 800 intervenciones cada año a instituciones privadas. Nadie acudió al concurso para hacerse con el encargo.

Una de las principales características de la sociedad gallega es su marcado envejecimiento y la ausencia de plazas disponibles en residencias de ancianos. Las últimas que anunció Feijóo las pagaba Amancio Ortega, pero aún así el Gobierno gallego decidió desentenderse de su gestión y volver al mercado en busca de un empresario interesado en el negocio. No fue la primera vez que el fundador de Inditex pagó por servicios imprescindibles que después acabaron gestionados por manos privadas. Ese fue el caso de los 17 millones que abonó por unas avanzadas máquinas para el tratamiento del cáncer. La Xunta recibió el generoso regalo y no tardó en dejarlo, una vez más, en manos privadas.

Gestión

Pese a esa constante costumbre de subcontratar responsabilidades el PP de Alfonso Rueda no duda en sacarle brillo a la misma medalla con la que Feijóo se presentó en Madrid: una supuesta destreza política para la gestión. El traje de “buen gestor” con el que el líder del PP encaró sus primeras semanas en Génova duró lo que la prensa madrileña tardó en enfocar la vista para mirarle de cerca. Ahora Rueda tiene por delante un examen similar ante los electores llamados a las urnas el próximo 18 de febrero.

Frente a un proyecto que parece cincelado en piedra y poco dado a los cambios, Bloque Nacionalista y PSOE se ofrecen como capaces de construir una nueva Galicia. Los mensajes de la izquierda abogan por la reducción de las listas de espera en Atención Primaria a 48 horas efectivas desde la primera llamada (PSOE) o un incremento de 12.000 viviendas públicas para favorecer la emancipación de los más jóvenes (BNG). La candidata nacionalista se presenta como la llamada a liderar ese cambio frente a un Xosé Ramón Gómez Besteiro que insiste en sus opciones, que ninguna encuesta pronostica, de ser la segunda fuerza en votos. Ninguno de los dos candidatos ha abordado por ahora el asunto mollar que les vincula: si el PP pierde la mayoría estarán obligados a entenderse y, quién sabe, si a pactar con Sumar, en caso de que la formación de Yolanda Díaz obtenga representación parlamentaria.

Medios de comunicación

Además de lo anterior, si hay una marca de la casa que defina el poder del PP al frente de la Xunta en estos 15 años esa es la que se relaciona con su control casi absoluto de los medios de comunicación públicos y privados. En cuanto a los primeros es bien conocido la tormenta constante que azota a los trabajadores que osan discutir la línea política de la CRTVG, absolutamente alineada con los intereses del PP. El colectivo Defende a Galega lleva más de cinco años luchando para denunciar la manipulación informativa que impera en la radio y televisión que controla la Xunta. Cada viernes se visten de negro para hacer visible su lucha. Están a punto de cumplir su jornada de protesta número 300. La situación es de tal gravedad que un juez ha decidido imputar a la cúpula de la CRTVG por acoso a los trabajadores. Cuando elDiario.es publicó esta información los directivos aludidos exigieron el borrado de la noticia y amenazaron con una denuncia que nunca llegaron a presentar.

Pero la mano que controla los medios públicos también ejerce una enorme influencia sobre la mayoría de los privados. Lo hace sosteniendo con subvenciones y ayudas la colección de periódicos locales que apenas podrían subsistir sin el dinero público que les riega. En medio de la crisis de los pellets y ante un ataque de pánico general en la derecha, la Xunta decidió repartir un millón de euros a los medios en plena precampaña. La receta es la misma que el Gobierno gallego ha aplicado en crisis anteriores: desde la catástrofe del Prestige a las fotos de Feijóo con Marcial Dorado, todas esas secuencias acaban con inyecciones extraordinarias de dinero público a los medios privados.

La crítica a la labor de Gobierno es prácticamente inexistente en Galicia y los pocos medios de comunicación que la ejercen son arrinconados en las campañas de publicidad, a menudo discrecionales que no respetan los índices de audiencia y lectura de los diferentes medios.

La cobertura de elDiario.es para estos quince días de campaña pretende incluir entrevistas con todos los candidatos. El del PP, Alfonso Rueda, ya ha declinado la oferta igual que viene haciendo Feijóo en las últimas elecciones.

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