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El giro radical de Rueda sobre los pellets: del “que ayude quien quiera” a pedir helicópteros, barcos y aviones en tres días

El presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, este jueves, 11 de enero

Daniel Salgado

11 de enero de 2024 22:32 h

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El lunes 8 de enero, la Xunta de Galicia “estaba dimensionando el problema en su justa medida” y, según afirmaba con displicencia Alfonso Rueda, “el que quiera ayudar que ayude”. Apenas 72 horas más tarde, el Gobierno gallego había elevado el nivel de emergencia a situación 2 y solicitado del Ejecutivo central un avión, dos helicópteros, cuatro barcos, siete lanchas y un robot submarino no tripulado, formación para voluntarios y un retén en tierra. El giro ha sido radical. Y desde el punto de vista empírico, difícil de argumentar: la marea de pellets que llega a las costas gallegas desde hace por lo menos un mes no vivió jornadas particularmente intensas durante esos días. Los metereólogos avisan de que lo podría hacer en los próximos días a causa de los vientos. Pero la estrategia, a cinco semanas de las elecciones, ha cambiado.

Lo que la conselleira de Medio Ambiente y vicepresidenta gallega Ángeles Vázquez definió como “bolas de plástico ni tóxicas ni peligrosas” se convirtieron en “una sangría” que “hay que parar”. El lunes, decía Rueda, estaban “intentando resolver el problema”. El miércoles, decía Vázquez, habían encontrado una solución: “Cada partícula que ha llegado a nuestras costas tiene un culpable, y ese culpable es el ministerio”. Lo imperioso, añadían todos los portavoces autorizados de la Xunta, es ahora recoger los sacos de pellets en el mar. El 4 de enero el conselleiro de Mar, Alfonso Villares, explicaba en una carta a los alcaldes de los municipios afectados que “debido a sus características no resulta posible la retirada de este residuo en el mar, ya que no se encuentra en la superficie, por lo que estos trabajos deben ser acometidos una vez alcance la costa”.

Ni la comunicación de Villares ni un informe de la Organización Marítima Internacional datado en febrero de 2023 y que indica que recoger pellets en el mar es “improbable que sea efectivo” inciden en el mensaje del Ejecutivo autonómico. Atrás ha quedado la minimización inicial de la crisis. No así el desvío de responsabilidades, hacia abajo -la limpieza de los arenales es cosa de los ayuntamientos- y hacia arriba -el Gobierno central como principal objetivo político. El miércoles 10 de enero, el propio Alfonso Rueda concedió a Antena 3 su primera entrevista centrada en los microplásticos. Era unas horas antes de que su gabinete reclamase del Ejecutivo central barcos y medios aéreos tras haber elevado el nivel de emergencia. La subida de la apuesta fue tal que la vicepresidenta del Ejecutivo central, Teresa Ribera, respondió que eran tres veces los medios usados en la catástrofe del Prestige. “El grueso de los pellets está en el mar y ahí no tenemos ni medios ni competencias”, explicaba. Su responsable de Medio Ambiente, con modos más bruscos, lo secundaba: “Que se pongan a actuar a partir de ahora donde tienen competencias exclusivas, en el mar”.

Balones fuera

El echar balones fuera y poner deberes a las demás administraciones es una táctica política ensayada durante años por el antecesor de Rueda en el cargo, Alberto Núñez Feijóo, cuyos sucesivos gabinetes no solicitaron ni una sola nueva transferencia para la comunidad. Esta actitud contrasta con el conflicto en el que se vio envuelto el PP gallego hace 20 años, cuando el Prestige se partió frente a la Costa da Morte y perdió 77.000 toneladas de petróleo. Entonces, un sector del Gobierno autonómico de Fraga Iribarne llevó al máximo su tensión con el central, también en manos de la derecha, porque entendía que le correspondía el mando de las operaciones. Aquello desembocó en una guerra intestina de la que, no muchos después, emergió el propio Feijóo como hombre de Madrid en Galicia. Ahora Rueda y su gabinete actúan en sentido opuesto y su principal preocupación es dejar claras cuáles no son sus competencias. “Ahora nos dan la razón con que hay que buscar en el mar, pero que busque la Xunta. Quien tiene mayores medios es el Gobierno central”, volvía Rueda este jueves, al término de la reunión semanal de su gabinete.

El cambio de orientación del presidente gallego lo reflejó ya un día antes la televisión pública. Las “bolitas” de plástico se convirtieron en bolas de un día para otro. La línea oficial fue decretada: “La Xunta cree que los esfuerzos se tienen que centrar en localizar en alta mar la carga perdida por el buque para minimizar su llegada a los arenales”. Los trabajadores de los medios públicos llevan casi 300 semanas protestando contra la manipulación informativa al servicio del PP. Todavía este jueves se manifestaban en las instalaciones de la corporación contra “el uso burdo y partidista” de tele y radio en la crisis de los pellets.

Pellets y Catalunya

Esta ha venido a desbaratar, por lo menos momentáneamente, la precampaña de Alfonso Rueda. Hasta hace una semana, y pese a que el vertido le constaba a diversos organismos oficiales de la Xunta desde como mínimo el 13 de diciembre, el PP gallego había enfocado su carrera hacia las elecciones del 18 de febrero como una nueva fase del “plebiscito contra el sanchismo” promovido por Feijóo. Aunque se había comprometido a “galleguizar” el debate político, los hechos lo desmentían. “Mi gran rival en las urnas no es el BNG ni el PSdeG, es Pedro Sánchez, lo tengo clarísimo”, sostenía en una entrevista en El Confidencial publicada el 6 de enero. Pero la marea de plástico le obligó a cambiar el paso discursivo, a hablar de Galicia y a defender su discutida gestión frente a la contaminación.

Y aún así Rueda no renuncia al argumentario de Génova, hasta el punto de mezclar los pellets derramados en la costa gallega con Catalunya. “Si fuese en otra comunidad autónoma, en Cataluña por ejemplo, no estaríamos con estos requisitos que nos están exigiendo para activar su colaboración”, dijo cuando acababa de ceder y decretar el nivel 2 de emergencia. El “requisito que nos están exigiendo” es en realidad el Real Decreto que desarrolla el Sistema Nacional de Respuesta contra la contaminación marina, del que se derivan las normativas autonómicas. El caso es que la extemporánea comparación con Catalunya acabó en el argumentario oficial del PP estatal: “El presidente de la Xunta ha sido muy claro: sabemos que, si esto hubiera ocurrido en Cataluña, el Gobierno no habría sido tan beligerante”.

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