Gobierno y ecologistas intentan explicar la incógnita de las orcas que juegan con veleros frente a las costas de Galicia
Los biólogos no aciertan a dar una explicación a lo sucedido frente a las costas de Galicia en las últimas semanas. Varios grupos de orcas se han dejado ver con frecuencia a escasas millas de la costa y uno de ellos ha sido especialmente insistente en establecer contacto con los veleros que navegaban por esas aguas. Como consecuencia de los 29 encuentros registrados desde el 10 de agosto, media docena de barcos han tenido que acudir a los servicios de salvamento después de que los cetáceos hubieran roto los timones de sus embarcaciones en un juego que no tiene precedentes en los registros. En la prensa gallega se han sucedido en las últimas semanas informaciones con palabras como “ataque” o “ballenas asesinas”. El Gobierno ha decidido tomar cartas en el asunto y como primera medida ha decidido limitar la navegación a vela en la zona que va desde las costas de Ferrol hasta las de Cedeira. Se trata de proteger a los marineros pero también a las orcas, incluidas en el catálogo de especies amenazadas.
La Dirección General de Marina Mercante ha dictado una resolución limitando “la navegación de las embarcaciones de vela para el plazo de una semana en el espacio marítimo adyacente entre Cabo Prioriño Grande y la Punta de Estaca de Bares”. La medida pretende “garantizar la integridad de las personas y de las propias orcas” y podría ir extendiéndose a otros territorios en función de la evolución de los tres grupos de cetáceos que se han quedado en aguas gallegas y cuyo número de miembros supera la docena.
Antes de decidir la limitación al tránsito de veleros, el Gobierno español intentó comprender lo que estaba pasando comunicándose con la Comisión Ballenera Internacional. El organismo encargado de proteger a los grandes cetáceos respondió que nunca antes habían recibido noticias de encuentros entre orcas y veleros, en las que lo animales buscasen la interacción hasta el punto de empujar los barcos y romper sus elementos básicos de navegación. No existe un protocolo de actuación basado en experiencias previas.
Según explica la bióloga Ruth Esteban, lo que esta sucediendo es “muy excepcional”: “Por lo general hemos podido caracterizar que los acercamientos se producen por la popa del barco y habitualmente de forma silenciosa. Los animales comienzan a inspeccionar el barco centrándose en partes móviles como el timón, provocando en ocasiones que los buques lleguen a girar”. Para los biólogos, los protagonistas de los acercamientos son los ejemplares más jóvenes de uno de los tres grupos que han sido avistados en las últimas semanas en Galicia. Esteban asegura que “son juveniles muy curiosos y parece que les ha llamado la atención los timones de los barcos. Tenemos vídeos en los que giran un velero casi 180 grados”.
Esteban ha participado este martes en una reunión telemática convocada por la ONG Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA) y en la que se ha invitado a participar a los medios de comunicación. En ese encuentro, en el que han participado estudiosos portugueses y españoles, se ha hecho un llamamiento a la cautela de los medios para enfocar las informaciones “al conocimiento y conservación” en vez de crear “animadversión” hacia las orcas. En este sentido, la bióloga del Ministerio de Transición Ecológica, Elvira García, ha recordado que “esta especie está catalogada como vulnerable en el catálogo de especies amenazadas y España cuenta con normas de protección específicas para ellas”.
Efectos del confinamiento en el fondo del mar
Los biólogos barajan varias teorías sobre el cambio de comportamiento de las orcas. Su paso por las costas gallegas es habitual pero nunca antes se habían quedado tanto tiempo ni habían interaccionado con los humanos. La bióloga Cristina Martín lleva años estudiando a estos grandes cetáceos que cada año, antes de subir hacia el norte, recalan en el Estrecho de Gibraltar para pescar atunes. Según sus observaciones, la orcas se acostumbraron en esas aguas a nadar cerca de los barcos pesqueros a los que les disputaban algunas piezas mientras los marineros intentaban subirlas a bordo con sus cañas. Según Martín, los animales descubrieron que con este tipo de pesca al despiste se ahorraban el esfuerzo de perseguir a los atunes a nado durante largas distancias: su alimentación mejoró y las crían llegaron con más frecuencia y mayor esperanza de vida.
La falta de ruido también se baraja como una de las razones en el cambio de comportamiento. El coronavirus y el confinamiento supuso un silencio en las aguas en las que las orcas convivían con los barcos. Tal y como relata Ruth Esteban, “los animales acústicamente han tenido que notar el confinamiento. Ha debido de ser un silencio bastante grande para ellos. Pescadores y barcos recreativos pararon su actividad y eso lo han debido de notar pero es difícil de interpretar”. Los estudiosos no saben explicar si la curiosidad por los barcos en los ejemplares más jóvenes puede tener relación con la ausencia de barcos en el mar durante los meses más duros de la pandemia.
Otra teoría sin desarrollar tiene que ver con algo parecido a la venganza. El equipo que trabaja en el grupo creado para explicar los encuentros entre orcas y veleros ha comprobado que de los tres grupos de cetáceos que se han quedado en aguas gallegas, solo uno interacciona con barcos. A ese grupo pertenecen dos ejemplares de orca a los que los investigadores han podido fotografiar con grandes heridas, causadas probablemente por el contacto con navíos. Si los encuentros con veleros son una reacción a una mala experiencia es algo que los biólogos no se atreven a asegurar. De todas las hipótesis sobre la mesa la más repetida es la que alude al juego como motivo principal de los encuentros. Por qué unos grupos de orcas juegan y otras no es algo que aún está en fase de estudio. Mientras tanto el Gobierno ha puesto distancia entre navegantes y orcas, a la espera de que estas tomen una decisión sobre su rumbo para los próximos días.
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