Alfonso Rodríguez Castelao, político y escritor de referencia del galleguismo y el nacionalismo gallego, fue elegido diputado en 1936 por el Frente Popular, en el que se integraba el Partido Galeguista. Fue uno de los grandes impulsores del Estatuto de Autonomía gallego refrendado en las urnas el 28 de junio de ese mismo año y el golpe de Estado franquista lo obligó al exilio, donde fue miembro del también exiliado gobierno de la II República española. Así, exiliado, fue como falleció en Buenos Aires en 1950, de donde su cuerpo no regresó a Galicia hasta otro 28 de junio, el de 1984.
Todos estos avatares, fruto de la persecución política, han sido definidos de muchos modos, pero en pocas ocasiones han sido reducidos, al menos públicamente, a la categoría de “capricho de la historia”. Es lo que ha hecho este sábado el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, que en la entrega anual de las medallas concedidas por el Gobierno gallego con el nombre del político y artista nacido en Rianxo atribuyó a esos “caprichos de la historia” que “el padre del galleguismo” no pudiese “cumprlir” sus “ideales”, truncados por el golpe de Estado franquista contra la que Feijóo define como “desafortunada República”.
Feijóo realizó esta llamativa reflexión en el marco de un discurso en que ligó dos figuras a priori tan alejadas entre sí como la del propio Castelao y la del rey Felipe VI. Al hacer entrega de las medallas a, entre otras, la ex eurodiputada del PP e hija de Manuel Fraga, Carmen Fraga, consideró que no era posible “obviar le momento histórico que vive la institución que sirve de marco a nuestra convivencia”, toda vez que la “proclamación de un nuevo rey” supone la “continuidad” de “una etapa con muchos más días que noches”, “colmada de esperanzas”.
Según el discurso presidencial “el establecimiento del autogobierno, el incremento del bienestar, el asentamiento de nuestra identidad y el florecimiento de nuestra cultura se producen al amparo de esa Monarquía que cumple su relevo”. También es cosa de la Corona, dice Feijóo, la “superación de los traumas del pasado”. Por todo esto, en un acto concebido como homenaje a Castelao Feijóo apela a valorar los “efectos tangibles” de la Monarquía, que “nunca fue limitación, sino impulso” y que, afirma, “nunca coartó nuestras posibilidades como pueblo, sino que las amplió y enriqueció”.
Convencido de que no hace otra cosa que “hacerse portavoz de lo que sienten la mayoría de los gallegos”, que “esperan mucho del nuevo reinado”, Feijóo hace sus las palabras de Felipe VI relativas a una España “unida pero no uniforme”, porque “hay muchas maneras de ser español y una de ellas es ser gallego”. “El gallego -proclama- no se ve obligado a elegir” entre las identidades “que componen su rica personalidad, porque sentiría en eso una limitación”. Esta “manera de ser” está “hondamente arraigada en nuestro ser colectivo” y por eso “seguimos viendo en Castelao un símbolo vigente”, gracias que “por encima de su condición de político estaba la de humanista”.