Apenas dos días de octubre convirtieron el 2017 en el año más destructivo para los montes gallegos en una década. El Ministerio de Agricultura cerró la pasada semana su primer balance de los incendios forestales del año pasado y revela que en Galicia ardieron case 62.000 hectáreas. Fueron, concretamente, 61.901,67 de las que prácticamente el 80% quedaron arrasadas en la ola de incendios del mes de octubre, en la que según los datos provisionales revelados por la Xunta el pasado noviembre, ardieron 49.171 hectáreas.
Mientras el Gobierno gallego ultima la presentación de su plan contra incendios para 2018, que cada año incluye las cifras de lo quemado en el ejercicio anterior, la estadística del Ministerio ratifica que los montes gallegos han vivido en 2017 su peor año desde la gran ola de 2006, que a su vez había sido la más intensa en dos décadas.
En Galicia quedaron calcinadas casi el 40% del total estatal de héctareas quemadas, con un balance que prácticamente triplica el de 2016, cuando habían ardido algo menos de 22.000 hectáreas. En la estadística destaca, además, la gran superficie arbolada perdida durante 2017, casi 30.000 hectáreas -en el año previo no habían llegado a las 9.000-, si bien es necesario falta esperar hasta la estadística definitiva, dentro de tres o cuatro años, para conocer en detalle qué especies de árboles fueron las más afectadas por las llamas.
Después de que, un año más, la Consellería de Medio Rural ha optado por aplicar una política informativa de ocultación parcial, silenciando los incendios de menos de 20 hectáreas y no ofreciendo partes completos con todos los puntos de Galicia afectados por el fuego, los datos del Ministerio acreditan la magnitud de lo sucedido. No en vano, durante el año pasado Galicia padeció hasta 22 grandes incendios forestales -calificación técnica para los de más de 500 hectáreas-, casi tres veces más que en 2016 y todos ellos en octubre. En estos grandes incendios ardieron 40.898 hectáreas, esto es, dos de cada tres hectáreas del total de todo el año.
Los datos oficiales reflejan hasta qué punto fue catastrófico el domingo, 15 de octubre, la jornada en la que la mezcla de fuego y viento propició incontables focos por toda Galicia y prácticamente una veintena de grandes incendios forestales. El más extenso, dicen las cifras, fue el originado en el municipio de Ponteareas (Pontevedra), en el que ardieron casi 9.000 hectáreas. Destaca también el incendio que arrasó case 6.000 hectáreas en Melón (Ourense) y las prácticamente 3.000 hectáreas de monte perdido en As Neves (Pontevedra), el ayuntamiento considerado 'zona cero' de aquella ola. En aquel día también ardieron más de mil hectáreas en un solo incendio en Caldas de Reis, Baños de Molgas, San Cristovo de Cea, Nigrán, Gondomar y Parada de Sil.
La incidencia de estos grandes incendios forestales en el balance total vuelve a ser obvia un año más. No en vano, aunque hayan ardido casi tres veces más hectáreas que un año antes el número de incendios no se ha incrementado en la misma medida: se registraron 3.249, un 35% más que en el año previo. La cifra es, por ejemplo, prácticamente la mitad que en el año 2011, cuando habían ardido 20.000 hectáreas menos, y no llega ni al 50% del número de incendios registrados en el año 2006, el año con más monte quemado en Galicia en lo que va de siglo.
La combinación de meteorología muy adversa, con mucho calor y fuertes vientos, en intervalos muy cortos de tiempo -en este caso, en el mencionado fin de semana de octubre-, deja un mapa del fuego en 2017 en el que el cuadrante noroeste de la península ibérica destaca sobre todos los demás territorios del entorno. Las llamas golpearon con dureza el norte de Portugal -no en vano, la enorme intensidad de sus incendios llegó a generar una nube que evitó una catástrofe mayor en Galicia, según acredita la investigación oficial - e hicieron el propio con Galicia, pero también con Asturias y las provincias de León y Zamora.
En el registro provincial, no obstante, Ourense vuelve a destacar como el área con mayor superficie quemada, 30.000 hectáreas que casi triplican lo ardido en 2017 y que están un poco por encima de las arrasadas en Asturias, que superó las 27.000. Las diferencias en el resto de Galicia con relación al año previo son también muestra de la dureza de la ola de fuego de octubre: en Pontevedra quedaron arrasadas más de 21.000 hectáreas -en 2017 no llegaron a las 5.000-, en Lugo ardieron 8.200, casi diez veces más que en los doce meses anteriores. En A Coruña, no obstante, ardió menos que en 2017: 2.256 hectáreas frente a las 3.900 del año previo, y fue la única provincia gallega sin ningún gran incendio forestal.