El gigante Inditex atraviesa uno de los momentos de vértigo más intenso desde que Amancio Ortega creó la compañía en el verano de 1985. La empresa prepara el relevo en la presidencia, cargo que ocupará la hija del fundador, Marta Ortega, desde el próximo 1 de abril. Su mano derecha será Óscar García Maceiras, nuevo consejero delegado y prácticamente desconocido para el gran público.
Quien abandona sus oficinas es Pablo Isla, tras 17 años de gestión exitosa. Se trata de un cambio que no ha gustado a los inversores que no entienden los motivos que llevan a sustituir a un gestor que ha demostrado su capacidad para llevar a la empresa a niveles de ventas y beneficios récord año tras año, salvo en los meses más duros de la pandemia.
El último acto de Isla como presidente de Inditex tendrá lugar este miércoles durante la presentación de los resultados anuales de la multinacional. Las cifras parciales conocidas a lo largo del año hacían presagiar que la despedida llegaría entre resultados en verde con términos como “beneficios millonarios” y “récord de ventas” pero, en medio de todo ese plan, se ha colado la guerra de Rusia contra Ucrania. En los dos países en conflicto la empresa tiene un total de 580 tiendas.
A consecuencia de la invasión, Inditex ha tenido que cerrar sus 502 tiendas en Rusia, que suponen un 8,55% del negocio que la compañía tienen en un total de 94 mercados internacionales. La decisión no se tomó con mucha celeridad, sino que otras marcas del sector se adelantaron al gigante textil con sede en Arteixo (A Coruña). A pesar de que la guerra se inició el 24 de febrero, Inditex comunicó el cierre de todas sus operaciones en el país invasor el 5 de marzo. Para entonces la pérdida en bolsa relacionada con su posición e aquel país y su silencio sobre el cierre ya se había elevado hasta el 16% del total del valor de la compañía.
Castigo en bolsa
Tras el cese de sus operaciones en territorio ruso, el castigo de los inversores parece haberse mitigado, pero el golpe es relevante, sobre todo si se compara con la correción que recibió Inditex en la pandemia, cuanto tuvo que cerrar todas sus tiendas y entró en números rojos.
Los 19 euros por título que la compañía gallega tocó hace unos días son su nivel más bajo en bolsa desde hace casi una década, prácticamente desde mediados de 2013. Entonces, se vivía la resaca de la crisis financiera y el negocio online no era el pilar de su actividad comercial.
Cuando Pablo Isla anunció su marcha el último día de noviembre, se destacó su legado en el valor que había aportado a la compañía en el parqué. Fue nombrado consejero delegado en 2005. Entonces, el valor en bolsa de Inditex –su capitalización– superaba ligeramente los 14.700 millones. Al anunciar su adiós, rozaba los 87.000. Esta semana, la tercera de conflicto armado en Ucrania y la de presentación de resultados anuales, está en el entorno de los 70.000.
Sin producción textil en Rusia
Al margen de tener que echar el cierre a sus casi 600 establecimientos en Rusia y Ucrania, el conflicto lleva a pensar si la multinacional tendrá un impacto en su negocio, también desde el de la producción y la distribución.
Respecto a esta última, la multinacional no cuenta con grandes centros logísticos en Rusia, dado que concentra los envíos hacia allí desde la Unión Europea, no sólo desde España, también, por ejemplo, desde Holanda. En cambio, sí que tendrá un efecto en costes y en tiempos. Con el conflicto bélico los vuelos duran más, dado que no se está sobrevolando suelo ruso. Por ejemplo, Airbus ha cifrado en dos horas el retraso de los vuelos a China y el aumento del coste de carburante en un 30%. Además, el transporte marítimo, aunque ya no lleva tantas demoras como en la recta final de 2021, sigue sin volver a la normalidad, según indican desde el sector.
El conflicto, sin embargo, no tiene impacto directo en el modelo de fabricación de Inditex. La compañía no desglosa todas las cifras concretas de producción por países pero sí que habla de grandes proveedores por volumen.
Al cierre de 2020 –el último dato anual del que hay datos– contaba con más de 1.800 proveedores con una producción superior a las 20.000 unidades. De ellos, la mitad estaban en China. Fuera del gigante asiático, se concentran en Portugal, Marruecos, Turquía, China, Bangladés, India y Pakistán. Y, al margen de estos, los proveedores que elaboran prendas y artículos por debajo de esas 20.000 unidades al año representan el 0,3% de todo lo que distribuye Inditex y Rusia estaría dentro de estos últimos.
La llegada de Marta Ortega
El relevo en la cúpula y la situación en Rusia y Ucrania son factores que generan incertidumbre y a los mercados la falta de certezas les genera desconfianza, pero no es lo mismo mirar la salud de la acción de Inditex que la de su balance de beneficios. Como en otras ocasiones, de puertas a dentro confían en que los mercados acaben por devolver el valor perdido. Los mensajes que emite la empresa, y en los que se insistirá durante la presentación de resultados, abundan en la idea de que su posición competitiva es inmejorable, batiendo mes a mes sus datos de caja y sin deudas, lo que convierte su posición financiera en envidiable para cualquier empresario.
A pesar de ello la llegada de Marta Ortega a la presidencia de la empresa sigue generando dudas entre los inversores y multitud de rumores en algunos medios de comunicación. Contra quienes afirman que la salida de Pablo Isla esconde una ruptura en la relación que este ha mantenido durante años con el fundador de la empresa, Amancio Ortega, en la compañía insisten en que se trata de un relevo pactado desde hace muchos años. Dicho en otras palabras, cuando Ortega fichó a Isla le confió que su intención ya era acabar dejando el mando de la empresa en manos de su hija; un proceso de transición generacional al que Isla se habría comprometido con Ortega.
Se da la circunstancia de que ese cambio llega ahora en medio del tumulto ruso y tras el nuevo castigo que los mercados le han impuesto a la compañía por su tardanza en reaccionar. En la rueda de prensa de resultados prevista para este miércoles no se espera la presencia de Marta Ortega. Se quiere mantener la hoja de ruta prevista y que no sea hasta el 1 de abril cuando la nueva jefa máxima de la compañía se ponga al frente y cierre la etapa de Pablo Isla.
Acabar con la transformación digital de Inditex y acometer su plan de sostenibilidad son los objetivos inmediatos. Atrás quedan dos años de pandemia que, en determinados momentos, obligaron al cierre de gran parte de sus más de 6.500 tiendas distribuidas por todo el mundo. Mientras medio mundo vivía confinado, un día de mayo de 2020 la empresa batió un récord histórico: vendió más de un millón de prendas en un solo día. Sobre Marta Ortega y sus ideas para la empresa por el momento no se sabe nada.
Cifras precovid que se dañarán por la guerra
En cuanto a las cifras de negocio más puras, y dejando a un lado el conflicto bélico y el relevo de Isla, la previsión es que Inditex presente este miércoles unos resultados que recuerden a los tiempos prepandemia.
Por ejemplo, los analistas que recopila la agencia estadounidense Bloomberg prevén que la matriz de Zara comunique al mercado un volumen de ventas de 27.887 millones de euros. Sería, prácticamente, volver a los niveles de 2019, aunque aún estarían casi un 1,5% por debajo. Para lograrlo será clave lo que haya hecho en el último trimestre del año. Es el periodo clave del ejercicio, hace dos años alcanzó los 8.500 millones de facturación en los tres meses que concentran Navidades, Black Friday y rebajas de invierno.
Mientras, la misma agencia prevé que la rentabilidad de Inditex en 2021 equivalga a un beneficio neto de casi 3.700 millones de euros. Puede que lo logre y, también, que en 2022 no pueda volver a conseguirlo dado el actual contexto internacional y los desafíos que tiene por delante la empresa.