El pasado 15 de marzo, el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, visitó las instalaciones del Centro Galego das Artes da Imaxe (CGAI) en A Coruña. No las frecuenta, a pesar de que la institución es vertebral dentro del entramado cultural público de Galicia. Pero en marzo la excusa era que la ahora rebautizada como Filmoteca de Galicia cumplía 30 años de existencia. Y lo hacía cuando su situación y perspectivas inmediatas son inciertas. La drástica reducción de presupuesto y personal, la vacante de su puesto de dirección desde hace más de dos años o la hibernación de su biblioteca así lo certifican. Solo la magnífica programación de sala mantiene el tipo. La Xunta asegura que “trabaja de manera constante para mejorar su funcionamiento” pero fuentes del sector lo cuestionan y no dudan en hablar de “declive” del CGAI.
El principal anuncio de Rodríguez en aquella jornada de conmemoración fue el relativo al cambio de nombre. El CGAI “pasará a denominarse oficialmente Filmoteca de Galicia para reforzar su faceta archivística”, informaba vía comunicado su departamento, “en línea con las principales estructuras análogas en el resto del Estado y de nivel internacional”. Los fondos audiovisuales del centro son, de largo, los más importantes de la comunidad. Según los datos disponibles en su propia página web, 3.524 películas en formatos fílmicos, 8.751 en formato videográfico profesional, más de 10.000 en VHS y soporte digital -“incluidas las películas más destacables de la historia del cine y de la producción audivisual gallega”-, casi 10.000 carteles, 60.000 placas de fotógrafos históricos o legados de Julio Cortázar o el actor Tacholas.
Pero el supuesto “refuerzo de su faceta archivística” no llega. Más bien todo lo contrario. En 2006, el presupuesto dedicado a la filmoteca, encargada de preservar el patrimonio audiovisual gallego, ascendía a medio millón de euros. Para 2022 son 155.000. Su plantilla ha caído a la mitad y ahora son siete los trabajadores contratados. Dos de ellos se dedican al archivo, una en cine y otro en fotografía. No son suficientes, a decir de una fuente conocedora de las circunstancias concretas del servicio. “Cada vez hay menos donaciones y menos depósitos. Desaparecer del mapa de los archivos no es difícil, y ese riesgo existe”, sostiene esa fuente. Los imprescindibles trabajos de restauración de materiales frágiles y con décadas de vida también ha descendido sensiblemente. La Filmoteca de Galicia forma parte de la Federación de Internacional de Archivos Fílmicos y, sin embargo, su labor al respecto se encuentra bajo mínimos.
Precisamente por su 30 aniversario el crítico Martin Pawley y el cineasta Xurxo González firmaban un artículo titulado Defensa da Filmoteca de Galicia en el que sostenían que esta atraviesa “el peor estado de su historia”. Sobre el cambio de nombre, añadían, “se trata de una decisión tan acertada como cínica”: “Acertada porque equipara el CGAI con las grandes filmotecas nacionales […] pero también cínica, porque le otorga de palabra una dimensión que la acción política le niega”. De “humillante precariedad” calificaban las condiciones actuales de un centro que carece de director desde que, en el verano de 2019, se jubiló Guillermo Escrigas, en el cargo desde la etapa del Gobierno bipartito (2005-2009).
La Consellería de Cultura asegura en respuesta vía correo electrónico a preguntas de elDiario.es que el “puesto está provisionalmente asumido por el director de la Axencia Galega das Industrias Culturais (Agadic)”, Jacobo Sutil, “lo que garantiza su normal funcionamiento”. También explica “el objetivo es cubrir este puesto lo antes posible”. En marzo, Román Rodríguez anunció que sería de “forma inminente” tras la aprobación de las modificaciones en los estatutos de Agadic. Esto sucedió en abril, pero la Filmoteca de Galicia, que pasó a depender de ese organismo, continúa en realidad descabezada. Y así lleva más de dos años.
Algo más de tiempo es lo que lleva su biblioteca con la actividad reducida a niveles exiguos. Sus más de 10.000 volúmenes y sus 150 entradas de revista permanecen en estado de hibernación desde 2013. Y eso que conforman el fondo especializado en cine y fotografía más importante de Galicia. Según algunos expertos, tras el de la Filmoteca Española y el de la de Catalunya, el principal del Estado. “Es de primera orden”, explican fuentes del CGAI. Pero hace ocho años que no amplía su catálogo. Nadie está al cargo. “Dejó de ser una biblioteca para convertirse en un puro almacén de libros inaccesibles para la ciudadanía”, escribían Pawley y González, “un almacén congelado en el tiempo, pues también se interrumpió la compra de nuevos materiales”.
Desde Cultura aseguran que la biblioteca “no está cerrada”. “Los fondos están disponibles para investigadores o personas que se dirijan previamente a la Filmoteca para este fin, a los que siempre se les facilita acceso”, señalan. En la web de la institución dice que “el sistema de préstamo no esta disponible” y el acceso a la sala para consultas es con cita previa, de martes a viernes y de 10 de la mañana a las dos de la tarde.
Pero la parálisis en el área de patrimonio, la biblioteca en suspenso o la falta de director y, por lo tanto, de cierto proyecto estratégico no son las únicas consecuencias del lento declive de la Filmoteca de Galicia. También su actividad didáctica se ha visto reducida. La situación del CGAI, que fue clave en la promoción de cineastas agrupados en la etiqueta de Novo Cinema Galego y cuya programación de sala es ahora la principal de sus actividades, ha levantado protestas en el sector audiovisual. Ya lo hizo hace cinco años, cuando las asociaciones profesionales de actores y actrices, de directores y realizadores, de guionistas, la Academia Galega do Audiovisual y el Observatorio Galego do Audiovisual firmaron un manifiesto conjunto para dotarlo de los medios y el personal adecuados. No ha hecho más que empeorar. Esta vez el BNG lo denunció en el Parlamento de Galicia y acusó al conselleiro de Cultura de “no esclarecer nada ni transmitir la planificación de un centro estratégico de nuestro patrimonio cultural como es el CGAI”. El prestigioso historiador del cine y catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidade de Santiago de Compostela José Luis Castro de Paz lo recordaba hace unos días en su cuenta personal de Twitter:
En respuesta genérica a elDiario.es, la Consellería de Cultura habla de que “en estos momentos” acometerá “una profunda remodelación de las instalaciones con una inversión importante, a lo que seguirán muchas otras adaptaciones para avanzar de manera positiva en los servicios que se prestan desde allí”. Las obras, que Román Rodríguez anunció en su visita de marzo, sí han comenzado. De momento, poco más, y la sensación de dejadez y abandono no remite.