El maquinista Francisco Garzón, acusado junto al ex jefe de seguridad de Adif por el accidente del tren Alvia 04155 en el que murieron 80 personas y 145 resultaron heridas, ha asegurado que “no había ningún tipo de señal hasta la curva” de Angrois (Santiago), donde se produjo el siniestro. “Nada de nada de nada”, ha asegurado ante las preguntas de su abogado. Durante su declaración, que se ha prolongado durante una hora entrecortada por momentos por su llanto, Garzón le ha pedido perdón a las víctimas: “Que me perdonen. No pude evitarlo”, ha asegurado. A pesar de las disculpas, Garzón se ha negado a responder a las preguntas de los abogados que representan a las víctimas del accidente y solo ha respondido a las cuestiones que le ha trasladado su propio letrado.
Garzón ha declarado este jueves ante el tribunal que intenta aclarar si la responsabilidad del siniestro es solo de quien llevaba los controles del tren o también de los responsables de seguridad de Adif que permitieron que un error humano acabase en tragedia.
La declaración de Garzón ha durado una hora y en ella solo ha respondido a las preguntas de su propio abogado. En la segunda jornada del juicio, después de las accidentadas cuestiones previas -con agresión incluida al otro acusado, el exdirectivo de Adif-, el letrado Manuel Prieto ha comenzado el interrogatorio a su cliente con cuestiones sobre su vida laboral para intentar demostrar que el maquinista del tren accidentado solo había hecho 18 servicios entre Ourense y Santiago antes del accidente, por lo que su experiencia era de apenas cinco horas de conducción en esa vía.
Su defensa pretendió dar a entender que quien llevaba los mandos del tren accidentado no contaba con la experiencia suficiente para evitar contratiempos en una línea en la que los sistema de frenado automático estaban desconectadas.
El teléfono
El abogado de Francisco Garzón ha dedicado buena parte de su interrogatorio a explicar el uso de los teléfonos móviles en cabina. El maquinista ha afirmado que la empresa (Renfe) le dotó de un terminal corporativo “que es una herramienta de trabajo más” y que no existía protocolo sobre su utilización. Aquel 24 de julio de 2013, Garzón recibió la llamada del interventor, que era “de servicio”, por lo que era “habitual” responder. En concreto, se interesaba por unos viajeros que iban a Pontedeume y sobre cómo entrar en aquella estación. “¿Dejó de prestar atención a la vía?”, le ha inquirido Prieto. “En ningún momento, respeté todas las señales y todas las limitaciones que había en la vía. Seguí prestando atención”, ha contestado el maquinista, quien, a continuación, ha precisado que la llamada le hizo desorientarse. “Me desubicó. Creí que estaba en el túnel anterior”, aseguró.
En este punto, el maquinista ha agregado que “en todo momento” respetó “la indicación de las señales” y que los cartelones existentes no tenían “relevancia ninguna” al estar la señal avanzada en vía libre. Una señal en vía libre indica, ha incidido, ante la insistencia de las cuestiones de su letrado, “que puede circular normalmente y si no hay ninguna limitación o baliza, que no había ninguna, puedo continuar a 200 kilómetros por hora”.
A continuación ha respondido que la curva de A Grandeira “no” se podía ver con antelación suficiente en una línea en que hay “muchísimos túneles” y es “muy repetitiva y monótona”, en palabras de su abogado. Son 36 túneles en 32 minutos, “a un túnel por minuto”, según ha recalcado el propio maquinista. “No me dio para frenar”, ha resuelto.
Manuel Prieto lo ha resumido con la siguiente pregunta: “¿Se podía llegar a 200 sin infringir ninguna norma?”, a lo que Francisco Garzón ha respondido que “no había ninguna limitación, ni ninguna señal, ni ninguna baliza, nada de nada” y además “era la velocidad permitida”. “No había ninguna señal que me dijera de reducir la velocidad”, ha insistido.
Perdón a las víctimas
“Me reitero en que las víctimas me perdonen. Pero fue un accidente, no pude evitarlo”. Estas han sido las últimas palabras de la declaración del maquinista del tren Alvia, Francisco Garzón, en la segunda jornada del juicio por el accidente ocurrido en el barrio compostelano de Angrois el 24 de julio de 2013, que dejó 80 muertos y 145 heridos.