La marea compostelana hace naufragar el experimento de Feijóo

Santiago de Compostela no tiene mar, pero sí tiene apego por una canción titulada Puerto de Compostela e incluso hay una playa en la ría de Arousa que lleva el nombre de la ciudad. Santiago tampoco tenía marea cuando, en julio de 2014, se presentó en A Coruña el manifiesto Marea Atlántica como punto de “confluencia” en el que “sumar fuerzas” con la vista puesta en las elecciones municipales. No fue hasta bien entrado el otoño cuando salieron a la calle por primera vez las siglas de Compostela Aberta. En plena Praza do Obradoiro representantes de diversas fuerzas políticas -Anova, Esquerda Unida, Podemos o Equo- y activistas sociales se presentaron como el resultado de “tres años de indignación”. En apenas seis meses la marea ha subido tanto que se ha llevado por delante a una de las grandes apuestas de Alberto Núñez Feijóo y va a gobernar la capital de Galicia.

El de Santiago ha sido un caso especial, y no solamente por el simbolismo internacional de la ciudad. Tras más de dos décadas con alcaldes socialistas y una plácida vida municipal la primera mayoría absoluta del PP, lograda en 2011, dio paso a un mandato de escándalos prácticamente constantes que tuvieron como resultado más palpable la sucesión de tres alcaldes en apenas tres años entre fraudes, imputaciones y sospechas de presunta corrupción. El último fue enviado directamente por Alberto Núñez Feijóo, que le encomendó a su conselleiro de Infraestructuras, Agustín Hernández, enderezar el caos de la ciudad en la que simbólicamente había cerrado la lista del PP en 2011.

Este fue el escenario al que el pasado marzo se incorporó Martiño Noriega, alcalde del vecino municipio de Teo desde 2007. Compostela Aberta necesitaba un liderazgo que canalizase y amplificase el proyecto y le permitiese dar un salto en sus aspiraciones: de competir por las “migajas” a conjugar un verbo que Noriega ha reiterado desde el inicio de la aventura: “ganar”. “Estoy convencido, vamos a vencer”, repetía mientras aseguraba que no lo hacía por “estrategia electoral”. “Debemos exigirnos esa meta, la distancia entre Compostela Aberta y el PP no es tanta” como indicaban las encuestas, aseguraba un Noriega que cada vez disimulaba menos la sonrisa en los actos públicos de una plataforma que, con la llegada de nuevos miembros, supo combinar con más pragmatismo la dinámica asamblearia con la necesidad de plantear una oferta electoral atractiva.

Mientras el PP, por una parte, y algunos de sus antiguos compañeros en el BNG, por otra, alimentaban más o menos directamente los recelos sobre la candidatura compostelana el ya aspirante a la alcaldía reiteraba: “no nos vamos a confundir de enemigo”. Así lo hizo cuando inauguró la precampaña con una sesión vermú, lo repitió en más de medio centenar de encuentros con los barrios y el amplio rural compostelano y lo reiteró al subirse al escenario de la mítica Sala Capitol para intervenir en el acto central de su campaña, un evento a medio camino entre un mitin y un concierto en el que el alcaldable acabó cantando junto a varios artistas locales algunas estrofas de Monte Viso, la canción popular que Compostela Aberta ha asumido como himno.

En la recta final de la campaña pocas personas dudaban en Santiago que la batalla final iba a ser entre el PP y Compostela Aberta y los debates giraban, sobre todo, en torno a la actitud que adoptaría el PSOE local en un escenario con los populares como fuerza más votada pero sin mayoría absoluta. Pero las cábalas se esfumaron cuando el escrutinio dictaminó que el augurio de Noriega, farol o no, se había convertido en realidad. La plataforma de “unidad popular” es la fuerza más votada.

Desde el balcón de su sede electoral, instalada en la antigua tienda de moda Almacenes Olmedo, el alcalde in péctore prometió responsabilidad en la victoria y horas después, ante mucha más prensa de la que siguió las evoluciones de su campaña se comprometió a “hablar, dialogar” y fomentar la “participación” desde el minuto cero, también para decidir la forma en que se conformará el nuevo gobierno y para abordar proyectos urgentes en materias como la política social o la transparencia de la institución municipal.

Mientras, el enviado de Feijóo dice irse a la oposición “con la cabeza alta”. Hernández le pide también apertura y diálogo al próximo alcalde, el joven médico que con 32 años desbancó de la alcaldía teense a uno de los grandes caciques de la comarca y que con 40 apela a la memoria de Ánxel Casal, alcalde galleguista y frentepopulista de Santiago fusilado por los franquistas en 1936, para asumir el bastón de mando en Compostela.