El conflicto sanitario y político que se le ha abierto a la Xunta en Verín no tiene visos de acabar pronto. Hace ahora un mes se hacía efectivo el cierre de la atención a los partos y de las urgencias pediátricas en el hospital comarcal y, a la vez, los vecinos comenzaban un cierre en las instalaciones que todavía continúa. “Mantendremos las protestas hasta que nos devuelvan los servicios suprimidos, aguantaremos lo que haga falta hasta que los recuperemos”, advierte Aurora Solas, portavoz de la Plataforma na Defensa da Sanidade Pública da comarca de Monterrei.
Ella es de las más habituales en los más de 30 días de un encierro que es una de las formas de protesta masiva que ha llenado varias veces las calles de Verín, que concentró miles ante el hospital, veló y enterró simbólicamente los servicios sanitarios, llegó a las puertas del Parlamento o celebró unas campanadas alternativas contra un cierre que tiene a buena parte de la comarca en pie. “Aquí no recula nadie e incluso hay gente mayor que se va implicando y que nos pide a los más jóvenes que sigamos luchando”, resume Aurora, confiada en que el Sergas (Sanidad pública gallega) “dará marcha atrás”. “De lo contrario, no nos quedaremos con los brazos cruzados”, añade.
La dimisión del gerente del hospital, Miguel Abad, es para Aurora, pero también para personal del centro, una decisión que “da la razón a la gente movilizada”. “Se va porque no está de acuerdo con las decisiones que se han tomado desde el Sergas”, insiste, en una opinión compartida por una de las matronas en Verín. “Que dimitiera demuestra que las cosas no se hicieron bien y que, a lo mejor, se arrepiente de no haber apoyado a los profesionales cuando Sanidade adujo falta de pericia para justificar el cierre”, dice esta trabajadora.
La matrona, una de las profesionales del hospital de Verín, advierte que el centro “funciona con total normalidad” a pesar del “vacío de poder” que siente el personal desde que el Sergas suprimiera la atención a los partos. Ella tiene también la esperanza de que la Xunta dé marcha atrás, “que se produzcan cambios en la gerencia y que se enteren de que las cosas no se hacen así”. “Saben de sobra que había alternativas al cierre pero no quisieron ni contemplarlas”, dice.
Además, coincide en que la intención de la gente movilizada es la de “no parar hasta que se consigan los objetivos”. “Tienen muy claro que mantendrán el cierre y las protestas el tiempo que haga falta”, añade. Rogelio Viñán, uno de los ginecólogos del hospital, está también convencido de que la mecha que ha prendido en Verín no se va a apagar tan fácil, incluso con una posible vuelta de los pediatras de los que ahora carece el centro. “La gente sabe que se han ido desmantelando los servicios, no sólo los de pediatría, y está dispuesta a luchar”, asegura.
Viñán, con años de experiencia en Verín, aclara que a pesar de la decisión del Sergas, la realidad es que “el paritorio no está cerrado”. “Lo que ocurre es que no hay pediatras, pero mientras haya ginecólogos, la atención a los partos continúa”, insiste quien lleva tiempo avisando de un problema que es mucho más que una decisión y que abarca “mala gestión” y años de inacción ante un conflicto acentuado “con la implantación de las nuevas áreas sanitarias”. “La división llevada a cabo estaría bien si la dispersión geográfica no fuese más allá de 50 kilómetros, algo que ni mucho menos ocurre en la provincia de Ourense”, destaca.
Este ginecólogo es muy crítico, como todo el equipo de Ginecología y Obstetricia de Verín, con una decisión del Sergas que, recuerda, “deja 2.200 pequeños de la comarca sin urgencias pediátricas” mientras en el CHUO de Ourense “trabajan 23 pediatras”.
Asegura, no obstante, que la movilización “todavía no ha conseguido nada” porque el Sergas “sigue aferrado a unas directrices científicas que no son reales”, en referencia al documento aludido por la Xunta que advierte de la necesidad de 600 partos anuales para justificar la apertura de la atención a los partos en un hospital, cifra que no cumple ningún comarcal en Galicia, y a la que nunca llegó la comarca de Monterrei, y que no es aplicable, como el propio documento indica, en caso de que las distancias sean importantes.
Las matronas del hospital de Verín, de hecho, han pedido a la dirección que les facilite por escrito esos “informes taxativos” que recomendarían cerrar el paritorio. “Pero nunca lo hicieron porque saben que no son válidos”, indica una de las trabajadoras, la misma que asegura que el Sergas “tendría muy fácil comprobar la calidad de los partos en el centro, accediendo a los informes técnicos e informatizados que así lo certifican”. “Saben que no deberían haberlo cerrado”, insiste.
Ella, Aurora Solas o Rogelio Viñán coinciden en que la “presión” que la ciudadanía haga será fundamental para recuperar el paritorio y las urgencias pediátricas y para “detener el desmantelamiento del hospital”. También saben que, por desgracia, las consecuencias electorales de la revuelta verinense son también claves.
“La crisis interna en el PP y la posible pérdida de votos va a influir porque, de seguir así, será una sangría para los populares. Si los recortes en Verín se consolidan, las zonas del resto de hospitales comarcales le van a ver las orejas al lobo y la gente no es tonta... Estamos hablando de un millón de personas”, explica un profesional médico del hospital, convencido de que acabarán por ser las posibles facturas electorales las que “hagan recular” a Feijóo.
De lo contrario, Aurora Solas advierte de que será difícil detener la indignación. “Quiero pensar que habrá marcha atrás porque la ciudadanía no está dispuesta a perder más servicios de los que ya perdimos en los últimos años”, sentencia.