“Las mujeres represaliadas nos abrieron el camino”
Clarisa Rodríguez Pérez, María Rivas Vaamonde, Marita Gallego Abeledo, Carmen Fernández Seguín, Consuelo Rodríguez López... Todas ellas, mujeres que sufrieron con extraordinaria dureza la represión franquista y cuyas historias, hasta hace bien poco, quedaban minimizadas, ocultadas, silenciadas. En buena medida lo que hoy conocemos de ellas se lo debemos a Aurora Marco, la investigadora y historiadora que desde hace varias décadas viene trabajando en la recuperación de la memoria, en especial de la memoria de las mujeres gallegas, con obras como Mulleres na guerrilla antifranquista galega (Laiovento).
El pasado viernes fue distinguida con el premio Republicana de Honor 2014 por la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña, en el marco de la cena de celebración del Día de la República. Como republicana hoy es un día especial para ella: un día de conmemoración, hacia el pasado; y de reivindicación, hacia el futuro, como ella misma destaca. “De cara al pasado es la conmemoración, lo que representó la República por los valores de igualdad, de fraternidad, de justicia, de libertad, por todas las conquistas que se lograron”. “Pensando en el futuro, tenemos un sistema de gobierno hereditario y vitalicio y eso es una cosa absolutamente anacrónica. Me gustaría una república, una república para huir de esta monarquía obsoleta y corrupta”, añade.
Destaca sobre todo la labor realizada por las mujeres, por aquellas luchadoras que ella se dedica a estudiar y a recuperar sus trayectorias: “Las mujeres republicanas para mí fueron una referencia. Cuando yo empecé a trabajar, hace ya muchos años, en la recuperación de la historia de las mujeres gallegas, me fui encontrando con nombres, fui ahondando en sus historias, y me enteré de que esas mujeres fueron fundamentales: fueron abriéndonos un camino por el que después hemos ido trepando poquito a poco las que después vivimos en la dictadura. Yo son una de esas mujeres que fuimos aprendiendo y valorando todo lo que hicieron”. Concluye que “en ellas encontré todos estos valores y más. Encontré la fuerza, la valentía, el coraje, la firmeza en las ideas”.
Hace dos años Montse Dopico publicó un excelente reportaje sobre las mujeres guerrilleras, elaborado a partir de la obra de Marco. En el texto se destacaba el silenciamiento de la actividad de estas mujeres y la represión sufrida por ellas. Y también los prejuicios que se añadieron a esa represión: “Los golpistas las llamaban las queridas de los bandoleros. Y ejercían sobre ellas una suerte de represión que añadía a la absoluta brutalidad empleada con los hombres un elemento patriarcal, cuya máxima expresión era el abuso sexual. Querían escarmentar a una casta de mujeres que desafiaban al régimen con su libertad. Que transgredían el rol tradicional en el que el franquismo había querido confinarlas.
Marco destacaba en aquel reportaje que “la participación de las mujeres en la actividad de la guerrilla, fuera de la naturaleza que fuera, era un acto de resistencia política. Independientemente de las relaciones familiares y/o sentimentales que pudieran unirlas con los hombres”. “El peligro que entrañaba cualquier apoyo a la guerrilla –familias enteras fueron fusiladas por hacerlo– debería descartar la imagen que de ellas quiso proyectar la dictadura, como amantes de los guerrilleros. Eran mujeres con un compromiso político, y público, inequívoco”, concluía.
La historiadora destaca la importancia que romper estos muros de silencio tiene para los familiares de estas mujeres y hombres represaliados: “Cuando nosotros recuperamos la historia de una guerrillera, la satisfacción de las familias es algo inenarrable. Durante tanto tiempo guardaron en silencio eso y tenían tan inscrito aquel horror que el reconocimiento que se le hace a su familiar es una forma de tranquilizar a esas personas, que toda su vida han vivido ese tema oculto, silenciado”.
Aurora Marco denuncia asimismo las dificultades para el estudio y la recuperación de muchas de estas historias de vida: “Es una realidad que ha estado muy escondida. Hubo una Transición en que se forjó un pacto de silencio de no mirar hacia atrás. Y durante muchos años todas estas historias de represión se conocían, pero estaban silenciadas, ocultas. Sobre todo en el caso de las mujeres represaliadas; todo esto permanecía entre los muros de las casas”. Lamenta la ausencia de apoyo institucional para llevar a cabo este tipo de investigaciones: “con este gobierno que padecemos, a nivel autonómico y a nivel estatal, no hay ese apoyo. Y sin ese apoyo tanto colectivos como investigadores seguimos trabajando”. “Hay que continuar por este camino, porque esto es imparable, nadie nos va a impedir que sigamos arrojando luz sobre lo que pasó con personas que sufrieron tantas penalidades, personas que fueron asesinadas, encarceladas, personas inhabilitadas, deportadas o exiliadas”, concluye.