El pasado febrero alrededor de 2.000 personas se manifestaron en el entorno de los ayuntamientos de O Pino y Touro -próximos a Santiago y que suman alrededor de 9.000 habitantes- para advertir de su intención de hacer todo lo que esté en su mano para impedir la reapertura de la mina de cobre que, tras tres décadas inactiva, pretende ser reactivada por la empresa Cobre San Rafael. El clamor vecinal y de los sectores más directamente afectados -desde explotaciones ganaderas de la comarca hasta mariscadoras de la ría de Arousa- de aquella jornada se ha multiplicado este domingo en Santiago, donde miles de personas han gritado “mina no” hasta lograr ampliamente el objetivo que se habían fijado: llenar la emblemática Praza do Obradoiro.
La Plataforma Vecinal Mina Touro-O Pino Non y la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa han estado arropadas en la movilización por representantes de las decenas de colectivos y entidades que apoyan su reivindicación, desde organizaciones profesionales del campo y del mar hasta sindicatos, gobiernos municipales de todos los colores políticos y plataformas con experiencias exitosas en luchas como esta, caso de ContraMINAcción, con muchas horas de vuelo en la movilización contra mina de Corcoesto. Para todas ellas tienen más credibilidad los testimonios de quienes rechazan la reapertura de la mina que la “mayoría silenciosa” que el gabinete de comunicación de la empresa promotora esgrime como aval.
“En Touro y O Pino ya tuvimos una mina; sabemos de lo que hablamos, llevamos más de treinta años sufriendo la herencia envenenada que dejan este tipo de explotaciones a cielo abierto”, explicó la plataforma en el manifiesto final, leído por la actriz Isabel Risco en la Praza do Obradoiro en un ambiente tan reivindicativo como festivo. Esa “herencia” no es otra que “ríos y riachuelos fuertemente contaminados, cursos de aguas ácidas con metales pesados sin vida que pasan por el río Ulla antes de acabar en la ría de Arousa”, esto es, lo acreditado en un reciente informe de Augas de Galicia -organismo dependiente de la Xunta- que Cobre San Rafael desmiente.
El “destrozo” que quedó en la mina de Touro y O Pino en los años 80 del siglo pasado “permanece en las comarcas afectadas” y “durante todo este tiempo, la Xunta ha mirado hacia otro lado a pesar de a las numerosas denuncias”, denuncian. “Es lógico, por tanto, que la posible reapertura produzca un firme rechazo”, explican, más aún si “nos fijamos en las cifras de la explotación”, entre 700 y 2.000 hectáreas en una mina en la que “piensan levantar dos enormes balsas con muros más altos que las torres de la catedral de Santiago”, ilustran.
Luís Villares (En Marea), Gonzalo Caballero (PSdeG) y Ana Pontón (BNG) junto a diversos representantes de las tres fuerzas políticas de la oposición parlamentaria gallega han secundado también una protesta en la que las plataformas convocantes han puesto el acento en las consecuencias inmediatas que tendría la autorización, pero también en las futuras. De ahí que enorme comitiva haya estado encabezada por niñas y niños y salpicada por familias enteras en una manifestación intersectorial e intergeneracional. Se trata de evitar vibraciones, ruido, polvo con contaminantes, riesgos de vertidos de lodos “altamente” peligrosos y una “carga letal” que llegaría en 12 horas a la ría de Arousa en caso de accidente.
“Sería mucho peor que el Prestige”, advirtió la plataforma mientras el Obradoiro era sobrevolado por la gaviota de la Burla Negra que se convirtió en icono de las movilizaciones tras el naufragio del petrolero hace década y media. “Se verían seriamente afectadas a las actividades agroganaderas, forestales, pesqueras y marisqueras; el cultivo del mejillón, las depuradoras de moluscos, la industria transformadora”, pero también el que la Xunta ha convertido en uno de sus emblemas: el Camino de Santiago. “Por la zona norte de la mina pasa el camino Francés, que tiene su última parada antes de Santiago en Arca”, por lo que los peregrinos a los que el Gobierno gallego quiere atraer al amparo del Xacobeo 2021 “caminarían acompañados de tráfico de camiones, polvo en suspensión” o “ruido de voladuras”. Riesgo cultural, identitario y económico que han resumido con claridad durante la marcha: “catro postos de traballo e o resto, ao carallo”.
Ni siquiera valen “las promesas de puestos de trabajo”. “La pregunta que hay que hacer” no es cuÁntos “generaría” la reapertura de la mina, sino “cuántos va a destruir”. “No nos engañemos”, clamó la plataforma entre aplausos de la multitud. “ES hora de cambiar la manera de ver las cosas, es urgente pensar en el futuro, en las generaciones que vienen detrás”, a las que “no queremos dejar” esa herencia envenenada, advierten. Es por eso que apelan al “deber del Gobierno gallego de defender al conjunto de gallegos y gallegas” para reclamarle que “paralicen el proyecto y denieguen la autorización” de reapertura y además, para que garantice “la restauración del daño causado por la anterior explotación. ”¡No a la destrucción del campo y del mar, no a la mina!“, proclamaron las alrededor de 20.000 personas que se unieron a la protesta.