Solo dos socialistas han repetido candidatura a la jefatura de la Xunta: Fernando González Laxe y Emilio Pérez Touriño. Son además los dos únicos que han logrado presidirla. El primero tras una moción de censura en 1987, pero el segundo después de lograr 25 diputados, el 33,64%, pactar con el BNG y derrotar a Fraga Iribarne en 2005. El resto de la historia del PSOE en Galicia desde la restauración democrática es la historia de la inestabilidad permanente –11 secretarios generales y nueve candidatos–, las guerras internas y la incapacidad para traducir en la política autonómica su importante músculo municipal. Este 18 de febrero el partido ha tocado fondo. José Ramón Gómez Besteiro solo ha obtenido nueve escaños y el 14,04% del voto.
Besteiro, de entrada, ha anunciado su intención de seguir al frente e insistido en “su compromiso inquebrantable con Galicia”. Su objetivo, aseguró en la noche electoral, es “construir una alternativa real con el nombre del PSdeG”. La formación ya era la tercera del Parlamento gallego –lo es desde que en 2016 quedó por detrás de En Marea– y lo seguirá siendo. A pesar de su apuesta confesa por “la política de proximidad, de mayoría, que soluciona los problemas de los gallegos y las gallegas”, Besteiro todavía mantiene su acta en el Congreso. Se hizo con ella el 23 de julio y fue la culminación de su regreso a la política tras siete años apartado debido a imputaciones judiciales que quedaron en nada.
Su incorporación a última hora a la primera línea del PSdeG fue uno de los problemas identificados por los analistas en la campaña electoral. El partido al que regresó acababa de pasar por su enésimo proceso interno y cambiado su secretario general. Gonzalo Caballero, que en 2020 consiguió una leve reanimación electoral al subir dos puntos porcentuales respecto a 2016 aunque se quedó en los mismos 14 escaños, había perdido unas primarias contra Valentín González Formoso. Este, presidente de la Deputación de A Coruña y alcalde de As Pontes, explicó desde el primer momento que si Besteiro volvía, él se echaba a un lado. Pero el presunto revulsivo no fue tal y bajó cinco puntos y cinco asientos. Fuentes del Partido Socialista aducen ahora que se impone reflexionar sobre la bicefalia en el partido. El candidato quiere margen para reconstruir una organización que algunos han definido como sindicato de alcaldes o confederación de baronías locales sin un proyecto para el ámbito autonómico. El miércoles se reúne su Comisión Executiva Nacional para analizar lo que ha pasado.
Esa es la gran paradoja del PSdeG por lo menos desde que en 2009 Emilio Pérez Touriño, un profesor de económicas que había sido cabeza visible del Partido Comunista de Galicia y más tarde alto cargo con Felipe González, dimitió. Entonces, la victoria contra pronóstico de Feijóo apeó al bipartito que había conformado con el BNG de la Xunta. A partir de ese momento los socialistas se embarcaron en una sucesión de escaramuzas internas y cambios de líder. En este período, el PP tuvo dos candidatos a la Xunta, Feijóo y Rueda, los mismo que el BNG, Francisco Jorquera y Ana Pontón. El PSdeG cuatro: Pachi Vázquez, Xaquín Fernández Leiceaga, Gonzalo Caballero y el propio Besteiro. Y cinco secretarios generales, contando una gestora.
Músculo municipal
Todo esto sucedía al mismo tiempo que conservaba un fuerte poder municipal. En el mandato 2019-2023, llegó a presidir tres de las cuatro diputaciones provinciales y a colocar alcaldes en cinco de las siete ciudades de la comunidad, además de en otros importantes ayuntamientos. Todavía conserva las de A Coruña, Lugo y Vigo –el aplastante Abel Caballero, 19 de 27 concejales– y así hasta casi un centenar, y las diputaciones de Lugo y A Coruña en pacto con los nacionalistas. Y también 2019, en las elecciones generales de abril, fue el partido más votado de Galicia, por delante del PP. Nunca había sucedido.
Este domingo fue el BNG la única de las tres formaciones con representación hasta ahora en la cámara gallega que subió en diputados. Su empuje –ha alcanzado un histórico 31,5% de sufragios– también ha contribuido al estrechamiento socialista. Los comentaristas de la derecha, hegemónicos en los medios públicos de la comunidad, insisten en reproducir el argumentario de los populares y mencionan la ley de amnistía como uno de los factores que explicarían el retroceso socialista. Pero esto no se compadece con el fortísimo avance de la izquierda nacionalista, también partidaria de la medida de gracia con el independentismo catalán.
“Sucede que el PSdeG tiene que tomarse Galicia en serio”, escribe el ensayista Antón Baamonde en un artículo en elDiario.es en que valora el liderazgo de Besteiro, “tiene que hacer examen de conciencia y elaborar una oferta más consistente”. En todo caso, el candidato y diputado electo socialista sí admitió que “no fueron los resultados” que esperaban –el PSOE solo venció en los pequeños ayuntamientos de Ribeira de Piquín, Negueira de Muñiz, Pedrafita do Cebreiro, Calvos de Randín y Entrimo– pero, añadió, “ningún cambio es fácil ni se consigue de la noche a la mañana”.