La ola de incendios del pasado mes de octubre en Galicia volvió a poner sobre la mesa el debate sobre el riesgo que representa la actual estructura del monte, con grandes masas continuas de eucalipto que, unidas a los efectos del cambio climático, puede incrementar notablemente la capacidad destructiva de los incendios. De hecho, los expertos que analizaron los fuegos sufridos por Portugal el pasado año (que provocaron más de 100 muertos) han advertido de la posibilidad de sufrir incendios mucho más feroces, con una velocidad de propagación muy superior. Ya el pasado año se registró en Galicia la media más elevado de superficie quemada por incendio (19,64 hectáreas) desde el año 1989.
En este escenario aumentan los debates sobré que modelo de usos del territorio es el más apropiado para prevenir y defenderse del fuego y el propio Comité Científico del Ministerio sugirió el mes pasado incluir al eucalipto en el Catálogo de Especies Invasoras, una recomendación que fue rechazada por el Gobierno central. El informe del Comité Científico alertaba de la capacidad del eucalipto para extenderse sin control, perjudicar el medio y empobrecer los suelos y también de provocar un elevado riesgo de incendios por la acumulación de hojas y la presencia de aceites inflamables.
Otros estudios previos ya habían alertado de la mayor facilidad de propagación de los incendios en las masas de eucaliptos. Ahora la Sociedad Galega de Historia Natural (SGHN) acaba de publicar un estudio que analiza el comportamiento frente al fuego de las especies forestales más comunes en Galicia, que concluye que en los bosques de caducifolias autóctonas los incendios se propagan más despacio y son más fáciles de apagar y que, por el contrario, en las masas de pinos y eucaliptos los incendios avanzan con más velocidad, existe el riesgo de que se reproduzcan en otro lugar y, además, son mucho más difíciles de extinguir. El análisis parte del estudio Foto-guía de combustibles forestales de Galicia y comportamiento del fuego asociado, publicado por Stéfano Arellano y otros investigadores e investigadoras de la USC y del Centro de Investigación Forestal de Lourizán.
El análisis concluye que en un escenario “intermedio” (20% de pendiente y 30 km/h de viento), el fuego avanza más rápidamente en pinares (entre 18 y 23 metros por minuto en función de la especie) que en eucaliptales (12 metros por minuto) y mucho más que en robledales (6 metros por minuto). Los eucaliptales tendrían un riesgo añadido de reproducción del fuego, señalando el estudio que “mientras que en los robledales nunca se detecta riesgo de que aparezcan fuegos secundarios, en un 35-40% de los fuegos en eucaliptales y pinares hay riesgo de que las chispas generen fuegos secundarios a distancias de hasta 0,5 km en pinares y 1,9 km en eucaliptales”.
Los incendios que se producen en robledales y otros bosques de caducifolias son, además, mucho más fáciles de apagar: en un 94% de los fuegos en robledales es posible intentar su extinción directa (incluso con medios manuales en un 30% de los casos), mientras que, por su mayor dificultad y riesgo “es necesario recurrir al ataque indirecto con medios mecánicos (motobombas, bulldozers, aviones o helicópteros)” en la mayor parte de los fuegos en pinares (46% en Pinus sylvestris, 63% en Pinus pinaster, 73% en Pinus radiata) y eucaliptales (67% en E. globulus).
El estudio responde también al argumento empleado en muchas ocasiones por los promotores de la expansión del eucalipto, que señalan que el fuego se propaga con mucha más rapidez en zonas de matorral. La SGHN reconoce que, empleando el mismo modelo, un incendio avanza con mucha más rapidez (entre 35 y 56 metros/minuto, en función del tipo de matorral. Sin embargo, recuerda que en estos terrenos no existe riesgo de aparición espontánea de fuegos secundarios. Asimismo, responde igualmente al argumento de que en el norte de A Coruña y Lugo (zonas en las que predomina el eucalipto) hay pocos fuegos: “pero eso no es porque haya muchas plantaciones de eucaliptos muy rentables y supuestamente muy bien gestionadas, sino gracias a las condiciones climáticas; baste recordar que el único tramo de autovía de toda Galicia (y de España) que tiene que cerrarse reiteradamente por la falta de visibilidad debido a la niebla está precisamente en el norte de Lugo”, señala la entidad.