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El alcalde de Ourense, los “bolardos asesinos” y los imitadores de Rudolf Hess

El alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, durante una rueda de prensa esta semana.

Daniel Salgado

5 de marzo de 2021 22:16 h

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Hace algo más de un año, el regidor de Ourense convocó a los medios de comunicación en el lugar donde confluyen las calles Santo Domingo y Concordia. Allí se encuentra uno de los bolardos abatibles que regulan la entrada de vehículos a la zona vieja. Timbró en el interfono que conectaba con el personal encargado de permitir o no el paso de coches. “Soy el alcalde, bajen los bolardos de la ciudad”, dijo, para no volverlos a subir. La cruzada de Gonzalo Pérez Jácome contra ese elemento del mobiliario urbano alcanzaba su cénit: adiós a los “bolardos asesinos”. A medio camino entre la performance y la rueda de prensa, la acción ha acabado en una investigación de la Fiscalía por malversación y fraude. Pero este es solo el penúltimo de los frentes que asedian a Jácome, que gobierna la ciudad con tres de 27 concejales.

“Se trata de una denuncia surrealista y sin base contra mi persona [...] una denuncia anónima, entonces cobarde [...] sospecho de un policía local u otro funcionario del concello”, arremetió el alcalde en un comunicado la semana pasada. Sobre los hechos, que han reconvertido el callejero monumental de Ourense en escenario de “derrapes y aparcamientos indebidos”, según un vecino, nada dijo. De lo que sí habló en su día fue de “un sistema atroz que no se debía haber implantado”. Pero no se refería a ninguna dictadura, pese a que pudiera parecerlo por el tono, sino a sus odiados bolardos, que lo han acabado llevando a los juzgados. “Obvió todo procedimiento, informes policiales o de patrimonio”, denuncia la oposición socialista.

Pérez Jácome se instaló en el palacio municipal tras obtener siete ediles al frente de su propio partido, Democracia Ourensana, en las elecciones municipales de 2019. Empatado con los populares, estos pactaron con él un gabinete y le entregaron la alcaldía. Atrás quedaban las declaraciones del propio Alberto Núñez Feijóo sobre lo “letal” que sería un Jácome al frente del consistorio. Había contrapartida, claro. A cambio, Democracia Ourensana –una especie de organización de derecha populista más bien imprevisible– respaldó que el PP de Manuel Baltar continuase al frente de la diputación provincial, donde había perdido la mayoría absoluta. Y en los comicios autonómicos de 2020 pidió el voto para Feijóo.

Pero el pasado septiembre, el acuerdo de gobierno saltó por los aires. El PP se retiró entre acusaciones de grueso calibre –parálisis, corrupción, despotismo–, cinco de sus concejales lo abandonaron y lo demandaron ante la Fiscalía por irregularidades la en la formación. Uno de los díscolos, Mario González, enseguida se arrepintió, presentó su dimisión y corrió la lista. En su lugar entró Telmo Ucha, leal a Jácome y así Ourense, la tercera urbe gallega por número de habitantes, quedó bajo gobierno de tres personas. La denuncia de sus excompañeros fue archivada en enero. Entonces, el PP decidió reconstruir puentes con Jácome.

Los audios de Rudolf Hess y los ingleses

El vodevil político local no tardó, sin embargo, en abrir el escenario a nuevos números. A la declaración judicial del alcalde por el caso de los bolardos la siguieron, el pasado lunes, la publicación en el diario local La Región de una conversación entre un asesor de Jácome, Félix Álvarez, y la concejala María Dibuja, elegida por Democracia Ourensana pero una de las cuatro que se fue del gobierno local. Álvarez, además primo del primer edil, ofrecía un puesto de trabajo en el grupo provincial de Democracia Ourensana si ella, o algún otro de los ediles que se habían marchado, dimitía. La supuesta jugada, interpretan desde los bancos opuestos del pleno, era dejar paso al siguiente en la lista, fiel a Jácome.

El asesor del alcalde asegura en el mismo audio que la propuesta procede del regidor y que si fue “tan seco, tan borde y tan serio” en la primera llamada es porque hablaba delante de él. La Región, periódico próximo a las posiciones del PP, anunció además que llevará su noticia a la Fiscalía, “por si hubiera algún tipo de delito”. Pérez Jácome respondió enfurecido en una rueda de prensa en la que aseguró desconocer la conversación y la oferta presuntamente realizada en su nombre. “¿Va un mindundi cualquiera a denunciar y tengo que dimitir?”, dijo, ante la exigencia del PSOE de que rindiese cuentas. “Es como si yo denuncio a Feijóo en Fiscalía o a Caballero, tanto da el tío como el sobrino, tendrían que dimitir por esa regla de tres. No tiene sentido”. En esa misma comparecencia, dio rienda suelta a su gusto por las analogías y comparó a Álvarez con el nazi Rudolf Hess, que “fue por su cuenta a negociar con los ingleses”, en referencia a un episodio de la Segunda Guerra Mundial. Si en su parábola Hess es el asesor y los ingleses son los concejales disidentes de Democracia Ourensana, el papel que se reserva a sí mismo coincide con el de führer del III Reich.

El caso es que las grabaciones de La Región volvieron a colocar al Partido Popular en una situación comprometida. Porque su reconciliación con Jácome había llegado al punto de que una de sus ediles, Flora Moure, se había incorporado a la junta de gobierno. Lo hizo para substituir a uno de los tres de Democracia Ourensana, Telmo Ucha, que enfermó de coronavirus. Rafael Rodríguez Villarino, líder del Partido Socialista de la ciudad, entiende la secuencia como un fracaso “de la jugada del PP”. “Quisieron asfixiar a Jácome al impedirle hacer juntas de gobierno, pero cuando González dimitió y llegó Ucha, les salió mal”, explica. Al contagiarse de COVID, y con los populares escenificando un nuevo acercamiento a Jácome, Moure se prestó a completar el mínimo de tres concejales exigido para que haya junta de gobierno. Hasta esta semana, cuando la sucesión de acontecimientos provocó de nuevo la fractura.

El PSOE pide una moción de censura

“La situación es insufrible. La ciudad está abandonada, sin rumbo. No hay nada pensado para optar a los fondos europeos. El ayuntamiento acaba de perder un subvención de un millón y medio para la plaza de abastos. La gente lo pasa mal y hay una carencia de 30 trabajadoras en servicios sociales”, resume Rodríguez Villarino, que al frente de nueve concejales fue el más votado en 2019, aunque el acuerdo de PP y Democracia Ourensana le cerró el paso. Este viernes presentó en pleno el primer trámite de cara a reunir las firmas necesarias para registrar una moción de censura. “Este gobierno es inaceptable, reprobable a todos los niveles”, declara el socialista. El BNG, con dos concejales en el pleno, se mueve en coordenadas semejantes. Su portavoz, Luís Seara, acusó a Jácome de convertir el ayuntamiento en un lodazal “donde la crispación, la tensión, las malas formas y la falta de un modelo y proyecto de ciudad son el día a día”. Pero, al igual que los socialistas, desplazó la responsabilidad hacia el PP que, a su ver, tiene en su mano “permitir la formación de un gobierno alternativo”.

Mientras, los de Baltar se han limitado a exigir “explicaciones inmediatas y oportunas” a Jácome por los audios publicados en La Región. A preguntas de elDiario.es sobre la actual situación de la corporación municipal, la organización popular ourensana remitió a la nota de prensa con su posicionamiento sobre una hipotética moción de censura. En ella se limita a vetar al candidato socialista, al que la concejal Flora Moure ataca con dureza: “Se lo dijimos en todos los idiomas y contundentemente se lo volvemos a decir, con usted no, señor Villarino. Con usted nunca. Jamás le regalaremos un voto para satisfacer sus ansias personales”. Por el momento, la tercera ciudad de Galicia continuará con un gabinete formado por tres personas y a cuyo alcalde acorralan sucesos de lo más estrambótico.

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