Ana Pontón, la joven veterana que rescató al BNG del abismo
El 12 de julio ha confirmado en Galicia las dos principales tendencias que detectaban las encuestas. La primera, la fortaleza del PP de Alberto Núñez Feijóo. Y la segunda, la enérgica subida del Bloque Nacionalista Galego (BNG), con Ana Pontón como candidata. Los nacionalistas se han convertido, por tercera vez en su historia, en la segunda fuerza más votada en unas elecciones autonómicas. En apenas cuatro años, Pontón ha sacado a la organización del borde del abismo y la ha convertido en la que más crece en Galicia.
“Su principal punto fuerte es un programa político sólido, apartado de cierta retórica que afectaba al BNG”, señala la escritora María Reimóndez, que acaba de publicar A semente, a árbore, a froita [La semilla, el árbol, la fruta, Edicións Xerais, 2020], una larga entrevista con la aspirante nacionalista a la presidencia de la Xunta. Según su versión, Pontón ha logrado trascender una de las tensiones históricas que recorren al Bloque: la que opone “una visión más abierta, plural y empática, que no estigmatiza al que piensa diferente” a otra más adherida a los lugares comunes fundacionales. “Pero tiene una clara dirección ideológica”, añade. De la que forman parte, dice, el feminismo, el ecologismo y la izquierda.
Ana Pontón nació en una parroquia rural del ayuntamiento de Sarria (Lugo) en 1977. En la conversación con Reimóndez repasa brevemente como su infancia transcurrió en transición. “Por un lado, había un mundo precapitalista en que se notaba el peso de la cultura de la autarquía y, por el otro, estaba todo un intenso proceso de transformación que cambió radicalmente las relaciones sociales, el modo de producir y las expectativas personales”, explica. Ahí relata cómo su abuela fue la primera feminista que conoció y que, junto a la conciencia de la subordinación de la lengua gallega -pese a su entorno gallego hablante“por una cuestión natural”-, la condujo a su primera politización. Después llegó la etapa crucial de la universidad, en Santiago de Compostela.
Joven veterana
Hace ya 25 años que Ana Pontón milita en el BNG, 16 desde que se sentó por primera vez en el Parlamento de Galicia como diputada y cuatro desde que asumió la Portavocía Nacional de la organización, en realidad un frente de partidos nucleados alrededor de la Unión do Povo Galego (UPG). A esta formación, constituída clandestinamente en 1964 y de matriz comunista, pertenece Pontón, joven veterana de la política. A ella eligieron para pilotar una nave seriamente dañada en 2012. En aquel año, en el fragor de la Gran Recesión, el Bloque se partió casi a la mitad. Su líder más conocido, Xosé Manuel Beiras, lo abandonó, fundó Anova, acordó una coalición con Esquerda Unida -Alternativa Galega de Esquerda- y, con un discurso frontal antiausteridad, pasó por encima del BNG.
La irrupción de Podemos y la conformación de las llamadas mareas volvieron a zarandear el barco nacionalista. El antecesor de Pontón, el profesor de economía Xavier Vence, no consiguió revertir una situación que ahora parece quedar atrás para el Bloque, en parte ayudado por el estrepitoso desmoronamiento -con excepciones puntuales- del mundo de las confluencias de izquierdas.
Sus actuales seis diputados en el Parlamento gallego los obtuvo en 2016 una Pontón recién nombrada portavoz nacional. Algunos sondeos de entonces llegaban a poner en cuestión su presencia en el hemiciclo después de décadas. Aquel resultado resultó una paradoja: fue el peor desde 1993, pero rebasó ampliamente las expectativas. Hoy se puede leer como el inicio de una remontada que ha culminado este 12 de julio con 19 escaños.
El último barómetro del CIS no solo reflejaba la fuerte subida en intención de voto al BNG, sino también la simpatía que despierta su líder, a quien la ciudadanía gallega prefiere como presidenta. Siempre detrás de Feijóo, eso sí, pero por encima del candidato socialista, Gonzalo Caballero, y del de Galicia en Común, Antón Gómez-Reino. “Es la candidata del ámbito del voto del cambio, la más valorada incluso aunque el BNG no lo sea”, destaca el responsable de comunicación de la organización Xavier Campos, de la misma quinta política que Pontón.
El periodista y escritor Manuel Veiga, último director del desaparecido semanario A Nosa Terra, aventura algunas hipótesis sobre el emergente liderato de la nacionalista. “Destacaría su naturalidad y el tono coloquial con el que habla. Es la primera líder del nacionalismo que nació en democracia, y carece de ese tono autoritario de sus antecesores”, aduce, “aunque le falta un toque más personal. Está muy pegada a la consigna orgánica. Si saca un buen resultado electoral, favorecerá su seguridad en este sentido”. Ahora que la crítica al profesionalismo en política, tan presente en la estela del 15M, ha pasado de moda, Veiga encuentra en ello una virtud: “Es joven, pero tiene mucha experiencia parlamentaria”.
María Reimóndez habla de “una capacidad de comunicación muy superior a lo que es habitual en política” y una mirada “contemporánea de la complejidad de lo que es Galicia”. Con ella se enfrenta a un ecosistema adverso, se extiende la escritora, en el que “un sistema de medios de comunicación totalmente corrompido dificulta que su mensaje llegue”.
“Precaución” con el CIS
“Es una líder que no genera rechazo”, avisa Antón Losada, profesor de ciencias políticas y articulista en eldiario.es. En su análisis, Pontón es “Beiras provocaba tanta adhesión como rechazo. Ella no. Genera más rechazo la marca del Bloque que ella. Como punto de partida para crecer, es una ventaja. Además es una buena candidata, transmite muy bien el mensaje”, considera.
Losada celebra que la aspirante nacionalista “haya tenido la inteligencia de recoger el discurso moderno que Quintana hizo en su momento”. Anxo Quintana dirigió el BNG entre 2003 y 2009, y fue vicepresidente de la Xunta de Galicia entre 2005 y 2009, en gobierno de coalición con el Partido Socialista. Bajo su mando, la organización moderó algunos posicionamientos, hizo de la “transversalidad” un principio rector y buscó ampliar su público electoral en todas direcciones. La derrota del bipartito en las urnas frente a Núñez Feijóo desbarató su proyecto estratégico. A decir de Losada, alto cargo en aquel ejecutivo, el principal problema de Pontón es que recupera las formas pero “no reivindica las políticas del bipartito”. “Habla como si el nacionalismo nunca hubiese gobernado y sí, gobernó cuatro años”, recuerda. En su opinión, frente a un Feijóo que “vende ser un buen gestor, otra cosa es la realidad”, al BNG le convendría hacer bandera de la acción de aquel pacto de gobierno para “no transmitir la sensación de que falta experiencia de gestión”.
Un rival parlamentario que conoce bien el trabajo en la Cámara de Pontón apunta a “la continuidad sin sobresaltos al frente de su organización” como principal mérito en un mundo, el del nacionalismo gallego, periódicamente sacudido por recomposiciones traumáticas. “Eso es una ventaja frente a otros líderes de la oposición, que sufrieron constantes cambios”, dice, “pero es una diputada que no arriesga en sus intervenciones. No ha tenido grande errores, pero tampoco nada memorable”. Manuel Veiga también se refiere al contexto de la oposición y a que, a su juicio, Pontón contrarresta “la ventaja de Feijóo, una oposición con lideratos muy débiles. Entre ellos, ella destaca”.
Esa estabilidad contribuyó a tejer lo que Xavier Campos entiende como “cambio en la percepción o el imaginario instalado sobre el BNG”. La formación, dotada de una sólida base sindical, con penetración social y cierta extensión territorial, ha sido a menudo caricaturizada como mera plataforma de protesta, con escasa capacidad propositiva. Campos entiende que Pontón ha dado la vuelta a ese reduccionismo con su imagen “de mujer joven, solvente, capacitada, que conecta con la esperanza de una Galicia distinta”. Esta Galicia distinta le ha dado, de momento, 19 diputados en la Cámara gallega.
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