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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El Arzobispado de Santiago abre una cuenta bancaria para compensar la caída de ingresos en los cepillos parroquiales

Hace más de un mes que en Santiago de Compostela no se dicen misas en directo. El coronavirus también ha cerrado las iglesias y, entre ellas, la madre de todas, la catedral. Esa circunstancia no solo implica carencias para los feligreses. La economía de la institución se resiente. “Los ingresos en las parroquias en esta temporada nos es que hayan descendido, sino que no los ha habido”, señala el arzobispo Julián Barrio en una carta pastoral en la que anuncia la apertura de una cuenta bancaria destinada a compensar la clausura de los cepillos.

“Pido a la Diócesis en general y a cada diocesano en particular un especial esfuerzo de solidaridad y compromiso económico para que la iglesia, a través de sus instituciones de acción caritativa y social, pueda afrontar el reto de la crisis que se avecina”, dice Barrio en la misiva. Según cáculos de la Conferencia Episcopal, las parroquias españolas dejarán de ingresar en los cepillos unos 255 millones de euros.

Las cantidades que los fieles o visitantes ocasionales donan a la Iglesia en los templos compostelanos es una incógnita. Sí se sabe, porque así se desveló en sede judicial, que el electricista Manuel Fernández Castiñeiras robó en los de la catedral 2,4 millones de euros a lo largo de una década y nadie se dio cuenta. Y que otras fuentes de financiación, como las recién estrenadas visitas de pago al restaurado Pórtico de la Gloria, o el Museo Catedralicio -de donde salieron en 2017 1,274.492 euros-, se encuentran igualmente cegadas.

El arzobispo reclama colaboración económica a los parroquianos en base a que “prevalezca la generosidad” y a que asuman “la corresponsabilidad en el sostenimiento de la Iglesia y en la solidaridad con los pobres de cerca y de lejos”. “No son momentos fáciles los que se nos avecinan desde el punto de vista económico”, escribe, “ya están llamando a las puertas familias y personas que se sienten agobiadas económicamente. La crisis la estamos percibiendo”.

Barrio expresa además sus condolencias por los muertos a causa del COVID-19 y asegura que Cáritas “están sobrepasadas por las muchas personas que han de ser atendidas”. La mencionada organización católica “para la acción caritativa y social” recibe fondos de la casilla de fines sociales de la declaración de la renta y directamente de la propia Iglesia católica, a la que pertenece.

“El cauce de esa posible aportación podría ser a través de la parroquia o de la Administración diocesana en Abanca”, finaliza la carta, que también indica un portal web de donaciones, y achaca las peticiones de dinero a “tratar de aliviar las consecuencias generadas por la pandemia”.