El presidente de la Xunta ha convocado a su gobierno este mediodía para fijar la fecha electoral. Arrastrado por la dinámica electoral vasca, Alberto Núñez Feijóo anunciará a partir de las dos de la tarde la llamada a las urnas. Las elecciones serán en julio, contra el criterio de la oposición. El candidato a la reelección se inclina por convocar para el domingo día 12.
Núñez Feijóo reanudará así el proceso interrumpido en marzo por el estallido de la epidemia de coronavirus. Los comicios iban a transcurrir el 5 de abril, pero un acuerdo entre los partidos con representación parlamentaria en Galicia y Ciudadanos las dejó en suspenso. Ese pacto fue unilateralmente quebrado por el presidente gallego la pasada semana, cuando, tras días de jurar y perjurar que los comicios no se encontraban en la agenda de su Ejecutivo, decidió acelerar los plazos.
El cambio de estrategia se debió al lehendakari Íñigo Urkullu. Euskadi también había paralizado las elecciones, igualmente programadas para el 5 de abril. Pero, al contrario que el presidente gallego, Urkullu manifestó en público ya a finales del mes pasado su intención de que los vascos votasen en julio. Como argumento, esgrimió razones sanitarias análogas a las que Feijóo usó hace cinco días: el comienzo del verano es la época en que el riesgo de COVID-19 será más bajo. El País Vasco volvía a marcar el calendario electoral a Galicia.
De hecho, fue el PNV el que aclaró definitivamente el camino de Núñez Feijóo de vuelta a las urnas. Y, de paso, evidenció los súbitos cambios de opinión del presidente gallego en lo relativo a cuestiones de tanto relieve como los derechos fundamentales. Los nacionalistas vascos introdujeron una enmienda en el decreto de la última prórroga al estado de alarma que autorizaba a convocar elecciones aunque este siguiese en vigor. Feijóo, de entrada feroz opositor a una prórroga que, dijo, atacaba “derechos y libertades fundamentales”, se volvió comprensivo con el Gobierno de Sánchez. Una llamada de la vicepresidenta Carmen Calvo para comunicarle que el Partido Socialista había aceptado la propuesta del PNV y que esta despejaba la vía electoral también en Galicia y de acuerdo a los intereses del presidente de la Xunta, fue la puntilla.
Porque el principal obstáculo para el PP gallego era el decreto de suspensión de los comicios del 5 de abril que había consensuado con la oposición. El documento, publicado en el Diario Oficial de Galicia, impedía volver a las urnas mientras no se levantasen el estado de alarma ni el emergencia sanitaria -decretado por la Xunta. El primero se lo solucionó el PNV. El segundo, el propio boletín oficial, que esta mañana publicaba una resolución en la que delegaba en el Consello da Xunta el “pronunciamiento expreso” sobre la compatibilidad entre emergencia sanitaria y proceso electoral. A todas luces, la reunión del Ejecutivo de Feijóo que pondrá fecha a las elecciones realizará esa declaración.
La oposición, mientras, ha permanecido al margen de las maniobras de Núñez Feijóo. Al contrario que en Euskadi, donde Urkullu llamó a los demás partidos a la primera de dos reuniones inmediatamente después de expresar en público su preferencia por julio, el presidente gallego solo el pasado viernes “escuchó” a PSdeG, BNG y Galicia en Común. Además añadió al cónclave a Ciudadanos -extraparlamentarios en Galicia- y a En Marea, actual Grupo Mixto y que ni siquiera había presentado candidaturas el 5 de abril.
“No es momento de hablar de elecciones si no hay garantías sanitarias y democráticas”, fue el mensaje conjunto de socialistas, comunes y nacionalistas, que entienden no existen. Pero Feijóo, que en dos meses de estado de alarma compareció en el Parlamento gallego dos veces, considera que sí. Y la última palabra la tiene él, por prerrogativa del Estatuto de Autonomía.