Hace más de un mes que el presidente de la Xunta no pisa el Parlamento gallego. Su Ejecutivo trabaja con todas las funciones gracias al acuerdo entre partidos que aplazó las elecciones del cinco de abril por causa del coronavirus, pero el poder legislativo se encuentra demediado. La Diputación Permanente de la cámara solo vehicula las comparecencias de control que permite el PP y la oposición no tiene capacidad de iniciativa. Este lunes, casi mes y medio después de la suspensión electoral, los cuatro grupos parlamentarios que no apoyan al Gobierno de Feijóo han propuesto una intervención semanal del presidente y recuperar el trabajo parlamentario habitual.
Pero al Grupo Popular parece interesarle que los tiempos se dilaten todavía más. Del ya lejano 30 de marzo data la primera petición conjunta que todos los grupos -PP, PSdeG, Grupo Común da Esquerda, BNG y Grupo Mixto- hicieron a los letrados del hemiciclo para buscar una solución a la extraña situación parlamentaria. Estos tardaron 20 días en emitir un informe. En él, los servicios jurídicos abrían la puerta a canalizar a través de la Diputación Permanente los trabajos de los partidos, incluídos control e impulso del Gobierno.
Una semana más tarde, la oposición pone por escrito sus exigencias, que incluyen dos etapas diferenciadas: mientras dure el estado de alarma y, una vez finalizado, durante el período que transcurra hasta las urnas. El PP vuelve a remitir a no se sabe cuando su posición. “Estamos dispuestos a negociar con los otros grupos”, asegura a eldiario.es su portavoz parlamentario, Pedro Puy, “creemos que el Parlamento tiene que estar abierto y trabajar”. “Trasladaremos nuestra posición [sobre la propuesta de la oposición] cuando acabemos de hablar con las otras fuerzas políticas”, añade, antes de comparar la cámara gallega con la vasca sobre “quién tiene compromiso y quién no”.
La sombra electoral
Mientras, los días van pasando. El confinamiento duro se va aproximando a su final y la sombra de las elecciones vuelve a planear en el horizonte. El viernes, el lehendakari Urkullu sacudía la política gallega al hacer pública su intención de que los comicios vascos se realicen en julio. Núñez Feijóo acostumbra a hacer coincidir sus decisiones con las adoptadas en Euskadi, apenas con unos días de retraso. Aunque, de momento, jura y perjura que no piensa en una fecha para llamar a las urnas. “Lo primero es lo primero, que la situación permita levantar el estado de alarma y después el de emergencia sanitaria”, afirmó esta mañana el propio Pedro Puy.
La mosca, sin embargo, empieza a revolotear detrás de las orejas de la oposición. Desde el Grupo Común da Esquerda, cuya marca electoral es Galicia en Común, Antón Sánchez lamenta ahora “no haber puesto nada por escrito” en el momento en que se pactó aplazar el 5 de abril. “Vemos que lo teníamos que haber cerrado en un papel. No esperábamos esta actitud del presidente de la Xunta”, dice, en referencia a su ausencia del Parlamento. Durante la crisis del COVID-19, Feijóo se comunica con los representantes de casi la mitad del electorado gallego por videoconferencias informativas. Normalmente son después de las reuniones de Pedro Sánchez con los mandatorios autonómicos. El candidato del PSdeG, Gonzalo Caballero, también se refiere últimamente a que el presidente de la Xunta “ha traicionado” el acuerdo de partidos para el aplazamiento electoral. “Si no cumple con nuestra propuesta, estaría asaltando el acuerdo que le permitió seguir siendo presidente, y sería un asalto al autogobierno muy importante”, señaló esta misma mañana.
Al “rodillo” de los populares remitió Ana Pontón, líder del BNG, quien habló de “Parlamento amordazado” y del riesgo de una deriva hacia “un modelo autoritario”. “Vamos a ver su tenemos una respuesta esta semana, y una vez conozcamos la respuesta de Feijóo, tendremos que dar nuevos pasos”, apuntó sobre la propuesta conjunta. El candidato de Galicia en Común, Antón Gómez-Reino, calificó al de Feijóo de “Gobierno caducado e interino” y aseguró que “no puede actuar en solitario”.
Por el momento, lo está haciendo. Sin debatir con la oposición en sede parlamentaria y con los medios públicos de comunicación de Galicia como parte de una estrategia mediática en la que el presidente de la Xunta es prácticamente el único actor de la política gallega. Y a juzgar por las pistas a respecto de su ruta hacia las elecciones, no parece que vaya a rectificar. Únicamente se ha comprometido a “consultar” con los demás partidos antes de tomar una decisión sobre la nueva fecha.