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Opinión - Mazón se pone galones. Por Raquel Ejerique

Daniel Salgado

5 de febrero de 2021 22:15 h

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Pedro Barrié de la Maza lo fue todo en la Galicia del siglo XX. Sobre todo en la Galicia del siglo XX posterior a la Guerra Civil y anterior a la restauración de la democracia. Impulsor de la modernización del Banco Pastor, cabeza del entramado que se acabó convirtiendo en Fenosa o presidente de Astano durante décadas, el empresario marcó como pocos el devenir económico e industrial del país. En su día se autodefinió como liberal, pero acabó de aquilatar su emporio a la sombra de Franco, de quien fue íntimo. Partido ya había tomado en el 36, al respaldar al bando fascista. Los movimientos por la memoria cuestionan ahora los honores que le rindieron no pocas localidades gallegas. El Ayuntamiento de Sada (A Coruña) ha aprobado en pleno retirar su nombre a una calle y en A Coruña estudian qué hacer al respecto.

La moción acordada en Sada incluye además la retirada del título de Hijo Adoptivo y una comunicación al colegio del lugar, también bautizado como Barrié, para que se interese por buscar una alternativa. En A Coruña, donde nació en 1888 y murió en 1971, la Comisión de Memoria Democrática del consistorio decidirá si se suma a la iniciativa. Otros municipios como Ferrol, Narón (A Coruña), Portomarín (Lugo), Corcubión (A Coruña), Santa Comba (A Coruña) o O Barco de Valdeorras (Ourense) todavía lo homenajean en su callejero o con distinciones municipales.

En Sada conocieron bien a Barrié de la Maza. Fue el segundo presidente de la Junta pro Pazo, que organizó la “subscripción popular” para comprar las Torres de Meirás a los herederos de Pardo Bazán y regalárselas al recién instaurado dictador. Se encargó de finiquitar la deuda del comité y disolverlo. Ya había cumplido su función, y Franco había recibido una propiedad más tarde convertida en emblemática de su régimen. Cada vez que se instalaba en ella, algo que al contrario de lo insinuado por Feijóo sucedía no solo en los períodos vacacionales, Pedro Barrié de la Maza era visitante fijo. Lo atestiguan las imágenes que entonces inundaban la prensa gallega de la época.

No muchos años después también intermedió en la oscura operación que desembocó en un nuevo inmueble para el patrimonio de los Franco, la Casa Cornide de A Coruña. “Su relación fue muy estrecha, intensa, de amistad, dentro de lo que se puede saber al hablar de Franco, claro. Con la Junta pro Pazo encontró una oportunidad de arrimarse a él. También para hacer negocios”, explica Emilio Grandío, profesor de Historia Contemporánea de la Universidade de Santiago y experto en Meirás. Aunque Barrié y el dictador habían contactado antes, añade, probablemente cuando en 1932 Franco detentó el cargo de jefe de la XV Brigada de Infantería de Galicia y se relacionó con la alta sociedad coruñesa.

“Depuraciones” en el Pastor

Manuel Monge es un reconocido activista por la memoria histórica, autor de numerosos libros sobre la materia. Su labor se encuentra detrás del acuerdo plenario de Sada, que obtuvo el apoyo de todos los partidos excepto del PP. “Lo más grave fue su respaldo claro a la sublevación franquista. Aparece como un donante muy significado de los nacionales, hasta 500.000 pesetas de la época”, comenta. Recientemente sus investigaciones lo condujeron al Archivo Histórico de Galicia. Allí descubrió no menos de diez escritos cruzados entre Barrié de la Maza y el gobernador civil de A Coruña, datados en 1937 y que trataban sobre los trabajadores del Banco Pastor, del que entonces Barrié era accionista mayoritario y director general. A los dos años se haría con la presidencia.

Esas comunicaciones revelan la persecución interna a la que fueron sometidos los empleados de la entidad durante los años del terror. En ellas, Barrié exponía al mando político –en el 37, A Coruña y toda Galicia se encontraban ya bajo jurisdicción franquista– que abría expedientes “como continuación a la labor depuradora que esta Entidad realiza entre su personal”. Monge relató este episodio en un artículo publicado en el suplemento cultural de Nós Diario el pasado enero. “La historia oficial de Barrié de la Maza está blanqueada. Parece que solo fue un mecenas [una fundación con sede en A Coruña lleva su nombre y mantiene una importante actividad cultural], pero en mi opinión no merece ningún tipo de reconocimiento, debido a su pasado franquista y a su papel en la represión”, considera.

El Barrié industrioso

Pero la biografía de Pedro Barrié de la Maza se remonta a antes de la Guerra Civil. En realidad, la fortuna inicial de la familia había empezado con la llegada a Galicia de su bisabuelo, Juan Francisco Barrié d'Abadie. Comerciante, primero la importación de trigo y después el comercio de sombreros lo hicieron popular, aunque también se dedicó al tráfico de esclavos. Según algunos estudiosos, nunca quedó claro “si era un espía de Napoleón, un lacayo de Fernando VII o solo un espabilado fabricante de sombreros”. A otro de sus bisabuelos, José Pastor Taxonera corresponde el origen del Banco Pastor al que Barrié de la Maza se incorporaría en 1912. En ese momento arrancó la carrera que lo convertiría en, a decir del catedrático de Historia e Institucións Económicas de la Universidade de Santiago Xoán Carmona, “el empresario más importante de la Galicia del siglo XX, junto a los Fernández [fundadores de Zeltia o Pescanova] y quizás Ramón Fernández Davila [creador de Ascón]”.

Carmona, que afirma que su visión va “a contracorriente”, recuerda la “sólida formación contable y financiera” de Barrié, estudiante en Alemania, Inglaterra o Francia. Al entrar en el Pastor, contribuye a su puesta al día y, gracias a las remesas de la emigración en las que se especializa el banco, en 1925 se convierte en sociedad anónima. “Fue comprando casas de banca locales y ampliando el negocio, al tiempo que inicia su expansión industrial. De alguna manera, Barrié era un ludópata industrial”, dice. Compañías de agua, tranvías, fábricas de cerámicas, balnearios o empresas eléctricas fueron algunas de sus iniciativas. Precisamente a este último ramo pertenecería una de las insignias del Grupo Pastor, las Fuerzas Eléctricas del Noroeste (Fenosa). Se constituyó en 1943 a partir de la fusión de Fábrica de Gas y Electricidad del propio Barrié y la Electra Popular Coruñesa, cuyo propietario, el diputado republicano José Miñones, había sido asesinado en 1936 por los sublevados.

El liberal que tomó partido por el fascismo

“A comienzos de los años 30, el grupo Pastor ya es importante, no es que se aprovechase de la guerra”, asegura, “de hecho, se le acusa de vender volframio a los alemanes, pero él vendió sobre todo a los ingleses, y algo a los italianos. Siempre fue anglófilo. Y se definía a sí mismo como liberal”. Su posterior aproximación a Franco la entiende Carmona como consecuencia directa de su posición social. “Él se ve involucrado por el banco. Tiene mucho que perder. Se va enredando con el régimen porque quiere favores de Franco y siempre hay ventajas en las cercanías del poder. Pero no era un político”. Sus travesías en el yate Azor, sus partidas de golf con el autodenominado Caudillo o su puesto de procurador en Cortes lo convirtieron en una de las más prominentes figuras del establishment franquista.

Emilio Grandío coincide en parte con Carmona, al poner el acento sobre su condición de banquero. “Sus parámetros no son los de un político y juega con aquello que le da beneficios”, admite. El ejemplo que usa resulta significativo: poco antes del verano del 36, el Banco Pastor concedía crédito al Partido Galeguista, la principal organización nacionalista gallega de la época, integrada en el Frente Popular y objeto de brutal represión; unos meses después, se sumaba al alzamiento fascista. “Hace donaciones al bando nacional, claro, 'donaciones patrióticas', casi una especie de impuestos. Lo hicieron la mayoría de empresarios”, sostiene Carmona, quien defiende la “potente promoción del desarrollo industrial” realizada por Barrié. Las firmas del Grupo Pastor empleaban, en la década de los 70, unas 10.000 personas, calcula.

“Hasta los años 50, la industria marítima era casi monocultivo en Galicia. En los 60 entra la intensiva eléctrica, la otra gran rama industrial en la comunidad y que sí, tiene costes sociales y ambientales, pero en aquella época también beneficios”, aduce. Su amistad con el dictador ayudó, por supuesto, y Fenosa, durante décadas un monopolio, se encargó de construir los embalses que cortocircuitaron los ríos gallegos a la vez que los convirtieron en principal fuente de electricidad del país. Y, como consecuencia indirecta, en espoleadores de la oposición democrática: el conflicto por la construcción de la presa hidroeléctrica de Castrelo de Miño (Ourense) sirvió al Partido Comunista para foguearse más allá de los núcleos obreros y a la Unión do Povo Galego (UPG) –nacionalismo de inspiración marxista– para despegar como organización de masas. Barrié no conocería los resultados últimos de aquellas luchas. Murió en 1971, cuatro años antes que su amigo, el dictador Francisco Franco.