Una concentración de protesta a las puertas del Parlamento de Galicia acompañó este martes el debate sobre la ley de creación de la primera universidad privada de la comunidad. El proyecto, impulsado por Abanca y apoyado por la Xunta, ha tropezado con el rechazo de la oposición y los rectores de las tres universidades públicas, con los reparos del órgano consultivo del Gobierno gallego y lo hará con el Decreto Ley que ultima el ministerio del ramo. La Plataforma Galega en Defensa da Universidade Pública, que agrupa sindicatos de clase y organizaciones estudiantiles, convocó la citada manifestación y anuncia nuevas movilizaciones. Su portavoz, y secretario general de CIG Ensino, entiende la iniciativa de Abanca es sobre todo “una maquinaria para hacer dinero”.
¿Es necesaria una universidad privada en Galicia, en concreto esta universidad privada?
No, no es necesaria ninguna universidad privada en Galicia. No lo es ni la que quiere montar Escotet bajo el paraguas de Afundación [de Abanca], ni lo es la de Cesuga [Centro de Estudos Superiores de Galicia], que será la siguiente. Se trata de ofertas totalmente redundantes con las que ya ofrecen las universidades públicas. Llama la atención que el mismo partido que, desde la Xunta, obliga a eliminar titulaciones en los centros públicos debido a su reiteración, no tenga ahora problemas en permitírselo a la universidad de Abanca.
¿Y si la oferta fuese distinta?
Nosotros como CIG estaríamos en contra, por nuestra defensa de lo público. En todo caso, podría discutirse si cubriese deficiencias del sistema público. Sería un debate legítimo. Pero estas universidades privadas se esconden en la flexibilidad de la ley española. Cambian los nombres de las titulaciones y realizan modificaciones mínimas en los contenidos para así decir que no son redundantes.
¿A qué proyecto de Cesuga se refiere?
Cesuga se creó con el apoyo financiero de tres colegios de élite, el Obradoiro de A Coruña y Peleteiro y Alca de Santiago de Compostela. Lleva años intentando constituir una universidad privada y ya ha trabajado con la Universidad de Dublín y con la de San Jorge, de Zaragoza. Funciona en las instalaciones del colegio Obradoiro con una oferta redundante en administración de empresas y en arquitectura, cuando la Facultad de Arquitectura de la Universidade da Coruña es la única no solo de Galicia, sino de todo el noroesta peninsular. Cesuga quiere entrar a competir ahí.
¿Por qué ahora?
Una vez que Escotet asoma la pata, nos consta cierto malestar en el empresariado coruñés de rancio abolengo, por así decirlo. Hay cambios en Cesuga y entran el consejero delegado de Estrella Galicia o Tino Fernández, ex presidente del Dépor y empresario de la construcción.
¿El Decreto Ley que prepara el Gobierno central dificultará estos movimientos?
El decreto no acaba de salir, va con una parsimonia que no tiene explicación. Todavía está en fase de borrador y a los sindicatos no nos llegó hasta el pasado viernes. En todo caso, las iniciativas privadas juegan con la posibilidad de que la norma no tenga efectos retroactivos [el ministro de Universidades Manuel Castells ha anunciado que sí los tendrá]. Existen en el Estado casi 50 universidades privadas. Si dejamos a un lado las clásicas -la del Opus en Navarra, por ejemplo-, la mayoría son una maquinaria para hacer dinero, que no cumplen los requisitos, que ofrecen masters y no títulos de grado y con mucha docencia on line, más barata. Son competencia desleal para la universidad pública.
La Universidad Intercontinental de la Empresa ¿cómo afectará al sistema universitario gallego público?
Desde el primer nivel, que es el profesorado. Porque existe una precarización brutal, con docentes haciendo sustituciones o interinidades y cobrando 500 o 600 euros al mes. Imaginamos que estas empresas les harán ofertas. Pero eso es quizás lo menos importante. Lo más grave es que la oferta privada rebajará la demanda en la universidad pública. La consecuencia es que la Xunta reducirá las autorizaciones de titulaciones en las públicas.
¿A qué atribuye el empeño de la Xunta en impulsar el proyecto de Abanca?
La nota de prensa que la Consellería de Educación ha colgado en su web al término del debate parlamentario de este martes decía que se trata de una empresa privada que se financiará a sí misma. Es un escándalo que va más allá de los límites competenciales de la Xunta. Han detectado un nicho de mercado sin explotar, como sucede con las pensiones, y el capital quiere entrar en él, quiere su trozo de tarta. El PP es servicial a esos grandes poderes.
Precisamente en el Parlamento gallego, el PP aseguró que la universidad privada “atraerá talento”.
Si lo que se presentase fuese una oferta rompedora, innovadora, a nosotros nos incomodaría, pero sería un debate que habría que dar. Sin embargo, lo de Abanca es para crear mercado. Se dirige a familias acomodadas, a las que venderán la posibilidad de que sus hijos acaben vinculados -de manera directa o indirecta- a la empresa privada. Y la empresa privada prefiere estos centros, con requisitos más laxos, por lo que prestará su músculo financiero.
Los rectores de las tres universidades públicas mostraron públicamente su oposición, pero el Gobierno de Feijóo no los escuchó.
Ejercieron un papel democrático impecable, pero en el Consello Galego de Universidades tropezaron con el contrapeso de los consejos sociales de las universidades. Estos habían sido creados con otro espíritu y acabaron siendo un órgano del empresariado. Sus presidentes los ha nombrado Feijóo: una antigua concejala del PP y directiva de Urovesa en Santiago; un asesor de la patronal en Vigo; y un secretario general de Inditex en A Coruña. Cuando el Consello Galego de Universidades tuvo que emitir un dictamen, dieron su voto favorable al proyecto de Abanca, sin consultar con sus respectivos consellos sociales. Así desequilibraron el órgano a favor de las tesis de la Xunta.
La ley de constitución ha sido admitida en la Cámara gallega y continúa su tramitación. ¿Qué prevé la Plataforma Galega en Defensa da Universidade Pública?
El PP tiene mucha prisa. Probablemente intentará que en julio esté todo aprobado. Nosostros hemos convocado concentraciones de protesta en los siete campus y una manifestación nacional en Santiago de Compostela. Tiene que haber una contestación social. Muchas veces no nos damos cuenta de lo que significa las cosas hasta que ya las tenemos encima.